Relaciones con mi familia
Dice el Salmo 133: “Mirad cuan bueno y delicioso es
habitar los hermanos juntos y en armonía”
La primera celula debe ser con nuestra familia
En la teoterapia decimos, que la familia es el examen
que no podemos perder, y esto es muy cierto.
No podemos ser luz de la calle y oscuridad de la casa. La familia es el
primer reto a la hora de construir sanas y provechosas relaciones. No es
fácil, porque también es cierto, que la
“cuña que mas aprieta es la del mismo palo”. Pero la familia es un regalo de
Dios y debemos hacer todo lo que este a nuestro alcance, para tener excelentes
relaciones con los miembros de nuestra familia.
Jesús dijo: “una casa dividida no permanecerá sino que
caera”, por eso no podemos permitirlo. Según
la Biblia hay dos principios para que una casa no caiga: Que este
fundada en la roca y que este unida. Si
una familia esta bien fundamentada en la roca, que es Cristo, y unida entre si,
asi vengan lluvias, ríos, fuertes vientos, y den con ímpetu sobre aquella casa,
permanecerá firme. No asi, cuando se ha
edificado sobre la arena, y las relaciones entre los miembros se han roto. Una familia puede ser pequeña, pero si esta
bien unida entre si, soportara cualquier prueba, “cordón de tres dobleces no se
rompe fácilmente”.
En el libro de los Hechos se narra un episodio que no
podemos pasar por alto, Pablo y Silas habían sido tomados presos; dice que a
media noche ellos cantaban himnos, y de repente vino un terremoto y los
cimientos de la cárcel se sacudían, y las puertas quedaron abiertas. Al ver esto el carcelero, que estaba dormido,
se iba a quitar la vida, pero Pablo se lo impidió. Este hombre se postro a sus
pies y les dijo: ¿Qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el
Señor Jesucristo y seras salvo, tu y tu casa. Y esa misma noche, les hablaron
la palabra del Señor a el y a todos los que estaban en su casa. Y se bautizo el con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso al mesa; y
se regocijo con toda su casa de haber creido a Dios. (Hechos 16:25-34)
¿Qué es lo primero que debemos procurar en relación a
los miembros de nuestra familia? Que ellos conozcan del Señor, que acepten a
Jesús en su corazón, que le reconozcan como Señor y Salvador. Y esta es una labor que nos puede tomar toda
la vida. Pero, y ¿si usted es el
instrumento que Dios va a usar para que toda su familia sea salva? Es una inmensa bendición y un gran regocijo,
como el que experimento aquella noche el carcelero con toda su familia, por
haber creido en Dios. Por eso su consigna,
debe ser, Yo y Mi casa. Y nos descansar
hasta conseguirlo.
En la iglesia del primero siglo, los discípulos llevan
una vida de mucha unidad familiar, dice en el libro de los Hechos: “Y
perseveraban en la doctrina de los apostoles, en la comunión unos con otros, en
el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:22) Y dice mas adelante,
“Y perseveraban unánimes cada dia en el templo, y partiendo el pan en las
casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:47) No solo cultivaban su fe en el templo sino en
las casas.
¿En que perseveraban? En cultivar la vida espiritual
en comunidad, a través de la doctrina, la comunión unos con otros, el
partimiento del pan y las oraciones”, pero no solo esto, también perseveraban
unánimes en el templo cada dia y partiendo el pan en las casas con alegría y
sencillez de corazón. No solo es hacer
de la iglesia una familia, sino hacer de la familia una iglesia. Ellos vivian su fe, en el templo y en las
casas.
¿Qué es el compañerismo? Es compartir el pan. Jesús enseño a sus discípulos la importancia
de la santa cena, pero no solo debemos tomar la santa cena sino hacerlo
dignamente. Procedemos de una tradición
que nos acostumbro a tomar la santa cena cada ocho días en la eucaristía; pero
en la teoterapia entendemos, que el pan hay que partirlo todos los días, y
compartirlo en casa, con alegría y sencillez de corazón. No solo es celebrar la santa cena en el
templo, sino la cena santa en las casas.`
La prueba acida que mide el clima familiar en una casa
se conoce en la mesa; es en la mesa, cuando se sientan a tomar el pan, que se
puede conocer la realidad de esa
familia. Son miles de familias, que no se soportan en la mesa. Que no resisten
tomar la cena juntos. Dice el manual de vida, “mejor es un bocado seco, y en
paz, que casa de contiendas llena de provisiones” (Proverbios 17:1) Muy sabio lo que dice Salomon. ¿De que sirve, tener la nevera llena de
comida, o tener la comida servida a la mesa, sino los comensales no se pueden
ni ver?
En mi distrito, invitamos a la gente a que conozca
como disfrutar de un delicioso banquete en familia, pero no solo es aprender a
prepararlo, sino a asegurarse que no falten los ingredientes fundamentales que
están en Galatas 5:22-23, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley”. Dice Salomon, “Todos los días del afligido
son difíciles; mas el de corazón contento tiene un banquete continuo”
(Proverbios 15:15) Hay personas que
pueden tener la mesa servida, pero ni siquiera les provoca sentarse a tomar los
alimentos, porque están llenos de amargura, de rencor, de enojo, de aflicción.
Sigue diciendo Salomon, “mejor es comida de legumbres
donde hay amor, que buen engordado donde hay odio” (Proverbios 15:17) ¿de que sirve tener un suculento banquete si
en lugar de amor, hay odio? ¿Sera que se disfruta esa cena? ¿será que alimenta
esa comida? Recordemos, que “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios”. Muchos participan de la santa cena en el
templo, pero no practican una cena santa en sus casas.
No hay una bendición mayor, que sentarse en familia a
dar gracias y disfruitar de los alimentos, que es la provision de Dios y el
fruto del trabajo, como dice el salmista, “Bienaventurado todo aquel que teme a
Dios, que anda en sus caminos. Cuando
comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado seras, y te ira bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los
lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He
aquí, que asi será bendecido el hombre que teme a Jehova” (Salmo 128:1-4)
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