PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN

PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN
"Y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalen, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes". (Daniel 6:10b)

viernes, 12 de julio de 2013

Como conocer la voluntad de Dios Capitulo 4


CAPITULO 4: COMPRENDIENDO LOS PLANES Y PROPOSITOS DE DIOS

Hemos dicho que el conocer la voluntad de Dios es el todo del hombre, y que en conseguirlo esta su felicidad.  También hemos afirmado, que Dios es soberano, y el decide a quien dar a conocer su voluntad. Que quien conoce la voluntad de Dios, es alguien que se ha dispuesto para conocerla y obedecerla.

También hemos afirmado que las cosas secretas pertenecen a Dios y las que han sido reveladas son para sus hijos que permanecen en el secreto con Dios.  Que muchos no están en capacidad de recibir alimento solido, por su condición, por su realidad espiritual; de allí la importancia de entrar en la dinámica del Espíritu, que es el camino a la madurez espiritual.

Cuando una persona busca a Dios en lo secreto, el Señor le revela sus verdades profundas, como dice el Rey David, “he aquí tu amas la verdad en lo intimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (Salmo 51:6)  Es en el secreto con Dios, que el nos revela sus cosas secretas; es en lo intimo de su morada, en lo reservado de su habitación, en lo escondido de su presencia, que el nos da a conocer su voluntad.

Aprendimos que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta, pero hay que reconocer algo, que no siempre lo que nos pasa es bueno; no siempre las circunstancias se van a mostrar favorables, sino adversas; es posible que al presente no sean causa de gozo, sino de tristeza, aflicción, de dolor; pero que al final producen un fruto apacible de justicia; hay tribulaciones, angustias, adversidades, crisis que hacen parte de la vida, y que hacen parte de los planes soberanos de Dios.

Solo una persona, con una visión de Dios, con visión de lo alto, solo aquel que ha estado en el secreto con Dios,  puede asimilar las circunstancias de la vida con gozo, fe y esperanza, a pesar de lo absurdas o difíciles que sean; solo alguien que tenga una visión conquistada en el secreto con Dios, en lo intimo de su presencia, en lo reservado de su morada, puede afirmar “que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, (2 Corintios 8:18), como lo dice con tono victorioso el apóstol Pablo.

Uno de los textos que ha servido de consuelo a muchos hijos y siervos de Dios cuando atraviesan por situaciones difíciles, por valles de sombra y muerte, por valles de lagrimas, es lo que dice el manual de la vida, “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28)

De ninguna manera la Biblia nos presenta una visión poco realista de la vida, nunca dice que no vendrán problemas, dificultades o aflicciones; al contrario, el mismo el Señor  dice: “es imposible que no vengan los tropiezos”, “es imposible que no vengan los problemas”, se nos advierte que vamos a tener que enfrentar, a lo largo de la vida,  muchas aflicciones y  dificultades,  con la diferencia, que ya no estamos solos; ahora le tenemos a Dios y sus promesas para ya no enfrentarnos a cualquier situación que se nos presente con las manos vacías.  Sino que vamos equipados con su amor, con su fuerza y con su poder. Como lo dice el Señor: “en el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”

La Biblia no dice, que “todo nos saldrá bien”, pero lo que si nos garantiza, y nos da la absoluta certeza, y podemos tener la total certidumbre, la confianza, la seguridad; que así todo no nos salga bien,  “todo ayuda a bien”.  Y tener esta actitud de saber que al final todo se resolverá, que vamos a encontrarle el sentido a todo lo que nos sucede; que al final, todo resulta constructivo, positivo; que al final todo es de bendición y  ayuda a bien, y que todo hace parte de un plan perfecto, porque así es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta; tener esta visión, nos va ayudar mucho.

Tener esta actitud ante la vida nos a va servir, nos va a motivar, nos va a conducir a elegir las mejores, las mas útiles y las mas necesarias actitudes para enfrentar los retos y desafíos de la vida.  Comenzamos a entender que todas las cosas que nos suceden, ayudan a bien, cuando las miramos desde la perspectiva de Dios, desde sus planes soberanos.  Ayudan a bien, cuando entendemos que cumplen un propósito en los planes de Dios, que hacen parte fundamental de un propósito de Dios que ha sido trazado para nuestra vida.

Uno de los casos sorprendentes de la Biblia es José, aquel hombre, que sus hermanos, los patriarcas, por la envidia que le tenían, lo vendieron a Egipto como un esclavo.  José tuvo suficientes razones y tiempo para vivir rencoroso y amargado, y soñando con cobrar venganza por lo que sus hermanos le habían hecho.  Pero, ¿fue eso lo que hizo? Por supuesto que no.  Por el contrario, el guardó su corazón, y Dios lo bendijo, lo prospero y lo puso en alto.  A donde iba José, el Señor iba con el  y lo prosperaba en su mano.

Cuando hubo hambre en Israel y en toda la tierra de oriente, sus hermanos se vieron obligados a ir hasta a Egipto a buscar alimento, para entonces, José ya era el gobernador en Egipto, después de Faraón, era el segundo en importancia, como una evidencia de la fidelidad de Dios con José.  Sus hermanos tuvieron que ir hasta donde el, a suplicarle por alimentos.  El los reconoció de inmediato, ellos no.  Esa pudo ser su oportunidad de tomar venganza, pero no lo hizo.

Ni siquiera, cuando no pudiendo contenerse o disimular más, se revelo ante ellos.  Como sus hermanos lo habían enviado a Egipto, se atemorizaron, pensado que el se vengaría de lo que ellos le habían hecho; pero, ¿Cuál fue la respuesta de José?  Este es uno de los episodios más hermosos de lo que una reconciliación familiar:

“Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mi. Y ellos se acercaron.  Y el dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis a Egipto.  Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.  Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aun quedan cinco, en los cuales no habrá arada ni siega. 

Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.  Así, pues, no me enviaste acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón, y por señor de toda su casa y por gobernador en toda la tierra de Egipto”. (Génesis 45:4-8)

Así actúa, así piensa, habla y se comporta un hombre, una mujer que mira su vida en panorama desde la perspectiva de Dios, una persona con una correcta visión de Dios y de si mismo y de si mismo frente a su entorno.  Una persona que ha guardado su corazón del rencor, del resentimiento y la amargura; que ha conocido la voluntad de Dios para su vida, y que ha entendido que todo aquello que le ha sucedido a lo largo de sus días, hace parte de los planes y propósitos de Dios.

Y en esa dimensión, que comprendemos que nada ha escapado de las manos de Dios, nada es ajeno a su soberanía, sino que todo ha sido parte de su voluntad soberana y permisiva  para cumplir con un plan de vida, para que podamos decir como el Salmista: “El Señor cumplirá su propósito en mi” (Salmo 138:8)  El Señor quiere cumplir sus propósitos en un hombre, una familia, una nación y un conjunto de naciones.

Mas adelante, cuando Jacob muere, los hermanos, a quienes todavía los persigue el fantasma del pasado, la culpa por lo que habían hecho a su hermano, piensan que ahora si, José va a cobrar venganza, van donde el, inventando que su padre antes de morir, había pedido con ruegos que José les perdonara la vida.  Y José lloraba mientras ellos hablaban.

Cuando sus hermanos se postraron ante el, diciendo, “Henos aquí por siervos tuyos”, el les respondió: “No temáis, ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encamino a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.  Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentare a vosotros y a vuestros hijos.  Así los consoló, y les hablo al corazón”. (Génesis 50:19-21)

Es en este nivel, cuando entendemos, “que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Por eso, cada vez que estemos atravesando por situaciones difíciles, en lugar de discutir con Dios, y preguntar “¿Por que me sucede eso?” “¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué causa? En lo lugar de estar preguntándose “los por que”, más bien debemos preguntarnos, ¿Para que? ¿Cuál es el propósito?  ¿Cuál es el resultado final de todo esto? ¿Qué es lo que Dios busca? ¿Qué es lo que quiere ocasionar, causar? Y siempre que tenga esa actitud, usted verà las cosas que le suceden bajo una óptica muy diferente.

Cuando comprendemos, lo que dice el salmista, “El Señor cumplirá su propósito en mi; Tu misericordia, oh Jehová es para siempre; no desampares la obra de tus manos” (Salmo 138:8)  Nunca siquiera lo piense, cuando este en circunstancias difíciles o adversas, que el Señor le ha desamparado; porque el ha prometido, “nunca te dejare y nunca te desamparare”; porque el mas interesado en cumplir su propósito en nuestra vida, es el mismo. 

Mas bien, dígale al Señor: “Pase lo que pase, yo quiero hacer tu voluntad; seguiré confiado que tu no me has desamparado; seguiré creyendo que tu misericordia es para siempre, deseare seguir haciendo tu voluntad y esperare hasta que tu propósito se cumpla en mi vida. 

Cuando comprendemos el sentido o el propósito estamos listos para conocer la voluntad de Dios;  estamos mejor preparados para encarar con fe, valor y entusiasmo, los problemas que tenemos por delante.  Las dificultades las vemos como oportunidades, los problemas como retos y los obstáculos como desafíos.  Ya no miramos al pasado buscando causas, sino al futuro buscando propósitos.

Abandonamos cualquier actitud de auto conmiseración o de creernos victimas de las personas o de las circunstancias, sabemos que Dios no va  a desamparar la obra de sus manos, que su misericordia sigue con nosotros; y que el, independiente de las circunstancias, el va a cumplir su propósito en nuestra vida.

Ahora bien, para enfrentar las duras pruebas de la vida, necesitamos invariablemente de la ayuda, de la compañía y asistencia del Espíritu Santo, por el Señor dijo: “no los dejare solos”, “no los dejare huérfanos”, “les enviare otro consolador” (Espíritu Santo), “el os enseñara todas las cosas”, “el os guiara siempre”, “el os conducirá por sendas de justicia”, “el os guiara a la verdad”, “el os hará saber todas las cosas que oyere”, “os hará saber todas las cosas que habrán de venir”, “tomara de lo mío y os lo hará saber” (Juan 14:18,26; 16:13-15)

Solo el nos puede capacitar y fortalecer; el nos permite sacar fuerzas de debilidad; solo el nos da el gozo y la fe; la sabiduría y la paciencia para no desfallecer. El rey David lo decía: “hubiera yo desmayado, sino creyese que veré la bondad de Dios en la tierra de los vivientes” (Salmo 27:14)

Dice Santiago 1:2-4: “Hermanos míos, tened sumo gozo, cuando os halléis en diversas pruebas; sabiendo que la prueba de vuestra fe, produce paciencia.  Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. 

Una vez que hemos superado las pruebas, cuando hemos entendido el propósito de Dios y nos disponemos a seguir haciendo su voluntad hasta completar su obra, no solo estaremos felices y complacidos, satisfechos de haber alcanzado el propósito de Dios y haber hecho su voluntad, sino que habremos crecido espiritualmente, ya no seres los mismos, habremos evolucionado como seres humanos, seremos mejores personas, y tendremos una mayor comprensión de la voluntad de Dios, de cómo el actúa y opera en la vida de sus hijos y de sus siervos.

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