CAPITULO 11:
CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS A TRAVES DEL PAPEL DE LAS CIRCUNSTANCIAS
Para conocer la voluntad de Dios debemos aprender a
hacer una lectura correcta de las circunstancias, estas pueden presentarse como
una especie de semáforo que nos indica que debemos parar, frenar o seguir. Sin embargo, no siempre la indicación es tan
clara, sino que puede mostrarse un poco mas compleja y requiere de un análisis
mas detallado, y lo mas importante, que contemos con la ayuda del Espíritu de
Dios, quien nos guía a la verdad, para que sepamos que decidir y hacer.
Aunque vivimos en la dimensión del tiempo y del
espacio, no solo son las leyes físicas las que nos gobiernan, sino que también
existen leyes espirituales que nos rigen con la misma exactitud que las
físicas. De allí la importancia de
aprender a tener una comprensión de estas leyes, ya que en la dimensión espiritual,
opera la fe, y en la vida de fe, “no
miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven
son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18)
La fe sin obras esta muerta, por lo tanto la fe debe
llevarse a la acción, para ir a la acción no hay que esperar que las cosas
ideales se den para empezar a actuar, sino que debemos empezar donde estamos y
con lo que contamos. Para que haya algún
día una cosecha, debe darse primero una siembra. No se trata de ver para creer, sino de creer
para ver. De hecho, en la vida cristiana la fe no viene por el ver, sino por el
oír.
Y así se empieza, sembrando, para un día
cosechar. Hay ocasiones en que la cosecha
esta lista, solo que no la estamos viendo con los ojos de la fe, como le
sucedió a los discípulos del Señor, quienes decían: “aun faltan cuatro meses
para que llegue la siega”. Pero el Señor
les dijo: “He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque
ya están blancos para la siega” (Juan 4.35)
Algunas personas tienen el habito equivocado de estar
pidiendo señales, ¿Sabe quienes son los que piden señales? Según el Señor, “la
generación mala y adultera; pero señal no le será dada, sino la señal del
profeta Jonás”. Los hijos de Dios no piden señales, eso es lo que hacen las
gentes del mundo; a los hombres de fe, los siguen las señales. “Porque las
señales siguen a los que creen”. Este es el caso de Moisés; el creyó y el mar
Rojo se abrió.
Por supuesto que hay situaciones o circunstancias que
suceden, y que son una clara indicación que debemos hacer algo al
respecto. Eso es lo que aprendimos en el
libro sobre Agentes de Cambio Siglo XXI, “Cuando Jesús supo que Juan estaba
preso, dejo Nazaret y vino y habito en Capernaum”; una de las credenciales del
agente de cambio, es que “Discierne el momento oportuno para tomar acción
efectiva”. Cuando Jesús, supo que Juan,
quien le anuncio, quien preparo camino para el,
estaba en la cárcel; el supo que era el momento de entrar en escena, de
asumir su liderazgo, de tomar acción efectiva.
La gran mayoría de las veces, por no decir siempre,
construimos sueños y visiones en oración; hacemos que el reino de los cielos
venga a la tierra, en oración, en clamor; dice el salmista, “claman los justos
y Jehová los oye, y los libra de todas sus angustias”; luego, por la oración,
por el clamor de un hombres, pueden suceder cosas maravillosas; por la oración
de hombres como Elías y Josué, Dios intervino en las leyes físicas; el sol se
detuvo en Gabaón, y la lluvia cayo, después de tres años de sequia.
Hay una escena que nos ilustra como se mueve un hombre
que le cree a Dios, y es cuando Elías dijo a Acab: “Sube, come y bebe; porque
una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Monte Carmelo,
y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora y mira hacia
el mar. Y el miro y subió y dijo: No hay
nada. Y el le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña
nube como la palma de la mano de un hombre que sube del mar. Y el le dijo: Ve y di a Acab: Unce tu carro y
desciende, para que la lluvia no te ataje” (2 Reyes 18:41-44)
¿Qué es una nube como del tamaño de un puño? No es
nada, pero para un hombre de fe y lleno del Espíritu Santo como Elías, era
suficiente, porque el no esta viendo las circunstancias; en ningún momento el
dijo, una lluvia grande se ve; sino una lluvia grande se oye. Y volvemos a lo mismo, la fe es por el
oír. Solo Elías sabia que era lo que le
estaba hablando Dios a su corazón, mientras el permanencia postrado en la
cumbre del Carmelo.
Por supuesto que la fe va acompañada de una
declaración de fe, como lo dice el apóstol Pablo, “Porque con el corazón se
cree para justicia, pero con la boca se confiesa para Salvación” (Romanos
10:10) Quien ya ha visto la respuesta,
primero con los ojos de la fe, se le hace fácil, comenzar a llamar las “cosas
que no son, como si fuesen”. A declarar,
a confesar con los labios, lo que ya ha creído en su corazón. A Expresar con su
boca, la promesa que ya Dios ha sembrado en su alma, “porque de la abundancia
del corazón habla la boca” (Lucas 6:45)
Ahora bien, no cualquiera comprende los misterios de
Dios y sus verdades profundas, no cualquiera comprende el actuar de Dios y su
voluntad; para empezar debe ser una persona en quien more el Espíritu de Dios,
y a quien el mismo Espíritu Santo le dirija. Una persona que “por el uso, tiene
los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos
5.14)
Dice el sabio Salomón, “El que guarda el mandamiento
no experimentara mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el
juicio. Porque para todo lo que
quisiereis hay tiempo y juicio” (Eclesiastés 8:5-6) Si usted quiere ahorrarse problemas en la
vida, debe hacer dos cosas: En primer lugar, Guardar los mandamientos de Dios,
para que le vaya bien, es decir, vivir por principios. Y en segundo lugar, Aprender a discenir la
voluntad de Dios para su vida, es decir, dejar que el Espíritu Santo le
dirija. Y usted se va a ahorrar muchos
problemas, lágrimas, dificultades, decepciones, perdidas de dinero, tiempo,
energía, de su propia vida.
Y hasta que usted no aprenda la lección, hasta que no
madure en este aspecto, volverá a tropezar en la misma piedra. ¿Cuantas veces
la historia se repite y se repite, simplemente porque no hemos aprendido la
lección? Y hasta que no asimilemos esa
enseñanza que Dios quiere darnos, no iremos al peldaño siguiente en la escalera
de la vida. Muchas cosas tiene el Señor
que decirnos o darnos, pero no puede hacerlo todavia, porque aun no estamos en
capacidad de recibir.
En cierta ocasión vinieron los fariseos y saduceos a
Jesús para tentarle y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas el respondiendo, les dijo: “Cuando
anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque
tiene arreboles el cielo nublado.
¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡Mas las señales de
los tiempos no podéis! (Mateo 16:1-3)
¿Cuántos se han especializado en la lectura de las circunstancias, pero
no pueden entender el mensaje que Dios les ha comunicado a través de ellas?
No siempre una circunstancia adversa debe interpretarse
como el “no” de Dios, ni como una señal para que renunciemos a algo, sino que
es tal vez el método para que acudamos a Dios y dependamos de el y no de
nuestras fuerzas, es a través de las pruebas de la vida que nuestro carácter es
forjado. Lo que debemos evitar, es adoptar como método para conocer la voluntad
de Dios, la presencia de elementos causales o circunstanciales, ya que Dios no
actúa de esa manera. Si pasa esto, es que es la voluntad de Dios y sino pasa es
que no es la voluntad de Dios.
¿Cuántas veces nos engañamos con alguien o con algo,
porque nos quedamos apreciando el parecer, el aspecto o las características
externas? Cuando bien sabemos que Dios nos dice, que no miremos el parecer o lo
que parece, sino lo que esta en el corazón, lo que solo Dios puede ver, y que
no lo comunica por su Espíritu. A las
personas, por regla general, les cuesta mucho decidir correctamente, por eso
tenga en cuenta las siguientes reglas de oro: 1) Por nada se afane 2) Ni se llene de temor 3) Ore por sabiduría 4) Consulte
la Biblia, 5) Deje que el Espíritu le llene;
6) Pida consejo 7) tenga fe 8) siga instrucciones precisas 9) Aprenda a
esperar 10) Deje a Dios actuar. Y estas reglas las podemos resumir en las
palabras de Jesús cuando dijo: “No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios,
creed también en mi”. (Juan 14:1)
En la teoterapia hemos aprendido los tres factores
para mover montañas, “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitaras en la
tierra, y te apacentaras de la verdad.
Deléitate asimismo en Jehová, y el te concederá las peticiones de tu
corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en el, y el hará” (Salmo
37:3-5) Debemos aprender a ejercitar
estos tres factores: Confía, Deléitate y Encomienda. Aunque las circunstancias te muestren un
panorama muy contrario, tenga la certeza que su vida esta en las manos de Dios,
y el no ha perdido el control de las circunstancias.
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