PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN

PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN
"Y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalen, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes". (Daniel 6:10b)

viernes, 12 de julio de 2013

Como conocer la voluntad de Dios Capitulo 11


CAPITULO 11: CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS A TRAVES DEL PAPEL DE LAS CIRCUNSTANCIAS

Para conocer la voluntad de Dios debemos aprender a hacer una lectura correcta de las circunstancias, estas pueden presentarse como una especie de semáforo que nos indica que debemos parar, frenar o seguir.  Sin embargo, no siempre la indicación es tan clara, sino que puede mostrarse un poco mas compleja y requiere de un análisis mas detallado, y lo mas importante, que contemos con la ayuda del Espíritu de Dios, quien nos guía a la verdad, para que sepamos que decidir y hacer.

Aunque vivimos en la dimensión del tiempo y del espacio, no solo son las leyes físicas las que nos gobiernan, sino que también existen leyes espirituales que nos rigen con la misma exactitud que las físicas.  De allí la importancia de aprender a tener una comprensión de estas leyes, ya que en la dimensión espiritual, opera  la fe, y en la vida de fe, “no miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18)

La fe sin obras esta muerta, por lo tanto la fe debe llevarse a la acción, para ir a la acción no hay que esperar que las cosas ideales se den para empezar a actuar, sino que debemos empezar donde estamos y con lo que contamos.  Para que haya algún día una cosecha, debe darse primero una siembra.  No se trata de ver para creer, sino de creer para ver. De hecho, en la vida cristiana la fe no viene por el ver, sino por el oír. 

Y así se empieza, sembrando, para un día cosechar.  Hay ocasiones en que la cosecha esta lista, solo que no la estamos viendo con los ojos de la fe, como le sucedió a los discípulos del Señor, quienes decían: “aun faltan cuatro meses para que llegue la siega”.  Pero el Señor les dijo: “He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4.35)

Algunas personas tienen el habito equivocado de estar pidiendo señales, ¿Sabe quienes son los que piden señales? Según el Señor, “la generación mala y adultera; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”. Los hijos de Dios no piden señales, eso es lo que hacen las gentes del mundo; a los hombres de fe, los siguen las señales. “Porque las señales siguen a los que creen”. Este es el caso de Moisés; el creyó y el mar Rojo se abrió.

Por supuesto que hay situaciones o circunstancias que suceden, y que son una clara indicación que debemos hacer algo al respecto.  Eso es lo que aprendimos en el libro sobre Agentes de Cambio Siglo XXI, “Cuando Jesús supo que Juan estaba preso, dejo Nazaret y vino y habito en Capernaum”; una de las credenciales del agente de cambio, es que “Discierne el momento oportuno para tomar acción efectiva”.  Cuando Jesús, supo que Juan, quien le anuncio, quien preparo camino para el,  estaba en la cárcel; el supo que era el momento de entrar en escena, de asumir su liderazgo, de tomar acción efectiva.

La gran mayoría de las veces, por no decir siempre, construimos sueños y visiones en oración; hacemos que el reino de los cielos venga a la tierra, en oración, en clamor; dice el salmista, “claman los justos y Jehová los oye, y los libra de todas sus angustias”; luego, por la oración, por el clamor de un hombres, pueden suceder cosas maravillosas; por la oración de hombres como Elías y Josué, Dios intervino en las leyes físicas; el sol se detuvo en Gabaón, y la lluvia cayo, después de tres años de sequia. 

Hay una escena que nos ilustra como se mueve un hombre que le cree a Dios, y es cuando Elías dijo a Acab: “Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber.  Y Elías subió a la cumbre del Monte Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.  Y dijo a su criado: Sube ahora y mira hacia el mar.  Y el miro y subió y dijo: No hay nada. Y el le volvió a decir: Vuelve siete veces.  A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre que sube del mar.  Y el le dijo: Ve y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje” (2 Reyes 18:41-44)

¿Qué es una nube como del tamaño de un puño? No es nada, pero para un hombre de fe y lleno del Espíritu Santo como Elías, era suficiente, porque el no esta viendo las circunstancias; en ningún momento el dijo, una lluvia grande se ve; sino una lluvia grande se oye.  Y volvemos a lo mismo, la fe es por el oír.  Solo Elías sabia que era lo que le estaba hablando Dios a su corazón, mientras el permanencia postrado en la cumbre del Carmelo. 

Por supuesto que la fe va acompañada de una declaración de fe, como lo dice el apóstol Pablo, “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para Salvación” (Romanos 10:10)  Quien ya ha visto la respuesta, primero con los ojos de la fe, se le hace fácil, comenzar a llamar las “cosas que no son, como si fuesen”.  A declarar, a confesar con los labios, lo que ya ha creído en su corazón. A Expresar con su boca, la promesa que ya Dios ha sembrado en su alma, “porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45)

Ahora bien, no cualquiera comprende los misterios de Dios y sus verdades profundas, no cualquiera comprende el actuar de Dios y su voluntad; para empezar debe ser una persona en quien more el Espíritu de Dios, y a quien el mismo Espíritu Santo le dirija. Una persona que “por el uso, tiene los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5.14)

Dice el sabio Salomón, “El que guarda el mandamiento no experimentara mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.  Porque para todo lo que quisiereis hay tiempo y juicio” (Eclesiastés 8:5-6)  Si usted quiere ahorrarse problemas en la vida, debe hacer dos cosas: En primer lugar, Guardar los mandamientos de Dios, para que le vaya bien, es decir, vivir por principios.  Y en segundo lugar, Aprender a discenir la voluntad de Dios para su vida, es decir, dejar que el Espíritu Santo le dirija.  Y usted se va a ahorrar muchos problemas, lágrimas, dificultades, decepciones, perdidas de dinero, tiempo, energía, de su propia vida.

Y hasta que usted no aprenda la lección, hasta que no madure en este aspecto, volverá a tropezar en la misma piedra. ¿Cuantas veces la historia se repite y se repite, simplemente porque no hemos aprendido la lección?  Y hasta que no asimilemos esa enseñanza que Dios quiere darnos, no iremos al peldaño siguiente en la escalera de la vida.  Muchas cosas tiene el Señor que decirnos o darnos, pero no puede hacerlo todavia, porque aun no estamos en capacidad de recibir.

En cierta ocasión vinieron los fariseos y saduceos a Jesús para tentarle y le pidieron que les mostrase señal del cielo.  Mas el respondiendo, les dijo: “Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.  Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles  el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡Mas las señales de los tiempos no podéis! (Mateo 16:1-3)  ¿Cuántos se han especializado en la lectura de las circunstancias, pero no pueden entender el mensaje que Dios les ha comunicado a través de ellas?

No siempre una circunstancia adversa debe interpretarse como el “no” de Dios, ni como una señal para que renunciemos a algo, sino que es tal vez el método para que acudamos a Dios y dependamos de el y no de nuestras fuerzas, es a través de las pruebas de la vida que nuestro carácter es forjado. Lo que debemos evitar, es adoptar como método para conocer la voluntad de Dios, la presencia de elementos causales o circunstanciales, ya que Dios no actúa de esa manera. Si pasa esto, es que es la voluntad de Dios y sino pasa es que no es la voluntad de Dios. 

¿Cuántas veces nos engañamos con alguien o con algo, porque nos quedamos apreciando el parecer, el aspecto o las características externas? Cuando bien sabemos que Dios nos dice, que no miremos el parecer o lo que parece, sino lo que esta en el corazón, lo que solo Dios puede ver, y que no lo comunica por su Espíritu.  A las personas, por regla general, les cuesta mucho decidir correctamente, por eso tenga en cuenta las siguientes reglas de oro: 1) Por nada se afane 2)  Ni se llene de temor 3) Ore por sabiduría 4) Consulte la Biblia, 5) Deje que el Espíritu le llene;  6) Pida consejo 7) tenga fe 8) siga instrucciones precisas 9) Aprenda a esperar 10) Deje a Dios actuar. Y estas reglas las podemos resumir en las palabras de Jesús cuando dijo: “No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mi”. (Juan 14:1)

En la teoterapia hemos aprendido los tres factores para mover montañas, “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitaras en la tierra, y te apacentaras de la verdad.  Deléitate asimismo en Jehová, y el te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en el, y el hará” (Salmo 37:3-5)  Debemos aprender a ejercitar estos tres factores: Confía, Deléitate y Encomienda.  Aunque las circunstancias te muestren un panorama muy contrario, tenga la certeza que su vida esta en las manos de Dios, y el no ha perdido el control de las circunstancias.

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