CAPITULO 7:
PERMANECER EN CRISTO PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS
En cierta ocasión estando Jesús con sus discípulos,
dos de ellos, Tomas y Felipe, le hicieron, una pregunta y una petición, que nos
sirve para introducir el tema que vamos a tratar a continuación, primero fue Tomas quien le dijo: “¿Cómo pues,
podemos saber el camino?”, en relación a avanzar en las verdades profundas de
Dios y en sus planes futuros. Tomas se
aventura a preguntarle a Jesús, sobre “¿como podemos saber el camino?”.
Jesús le dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi. Si me conocieseis, también a mi Padre
conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto” (Juan 14:6-7) El camino para llegar al Padre es Jesús, es a
través de la persona de Jesucristo que tenemos acceso al Padre. El es el
camino, el es el mediador; “porque hay un solo Dios y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. (1 Timoteo 2:5)
Sin embargo, no contento con la respuesta que Jesús
acaba de dar, y cruzando el límite de la inquietud a la impertinencia, Felipe,
le hace no una pregunta sino una petición, “muéstranos al Padre y nos basta”.
¿Qué le parece? Atrevido Felipe. Jesús
le dijo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido
Felipe? El que me ha visto a mi, ha visto al Padre; ¿Cómo, pues, dices tu: Muéstranos al Padre”.
(Juan 14:9)
La pregunta de Tomas y la Petición de Felipe, se las
hacen hijos de Dios todo el tiempo; “¿Cómo puedo conocer que tiene Dios para mi
vida?” o están a la búsqueda de experiencias espirituales para
convencerse. Sin embargo, Dios se ha
revelado a través de su hijo, y todo lo que debemos saber acerca de El, el Hijo
nos lo ha hecho saber.
La respuesta que da Jesús a Felipe, también es para
nosotros, para que reflexionemos: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre
en mi? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino
que el Padre que mora en mi, el hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre y el Padre en mi; de otra manera, creedme
por las mismas obras”. (Juan 14:10-11)
El problema de ellos, era su actitud, por eso el Señor les insta a
creer, sino son suficientes las palabras, crean por las obras.
Dice Hebreos 1:1-4 “Dios habiendo hablado muchas veces
y de muchas maneras en otro tiempo por los profetas, en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyo heredero de todo, y por quien
así mismo hizo el universo, el cual siendo el resplandor de su gloria, y la
imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra
de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio
de si mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto
superior a los ángeles, cuanto heredo as excelente nombre que ellos”. (Hebreos
1:1-4)
Un error muy común que cometen las personas es
intentar conocer a Dios y su voluntad a través de otros métodos o mediadores,
cuando existe un único mediador entre Dios y los hombres, el Hijo, nuestro
Señor Jesucristo. Nadie mas, sino el
Hijo, es quien da a conocer al Padre y su Voluntad para sus hijos.
Es por el Hijo que Dios ha hablado al hombre y le ha dado conocer el
beneplácito de su voluntad.
En cierta ocasión, Juan el Bautista envío a dos de sus
discípulos a preguntarle al Señor: “¿Eres tu el había de venir o esperaremos a
otro?” (Lucas 7:19) Dice la escritura que en esa misma hora Jesús hizo muchos
milagros y prodigios, y envió a decir a Juan: “Id y haced saber a Juan lo que
habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son
limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres les es
anunciado el reino de Dios; y bienaventurado el que no halle tropiezo en mi”
(Lucas 7:22-23)
Por alguna razón, tal vez muy humana, a Juan lo asaltó
la duda; el conocía muy bien a Jesús, era su primo, el mismo lo había bautizado
en el Jordán; el había sido testigo, allí en Jordán, mientras lo bautizaba, que
los cielos se abrieron y que el Espíritu Santo había descendido sobre en forma
corporal, como paloma; y que había venido una voz del cielo que decía: Tu eres
mi hijo amado en quien tengo complacencia.
Sin embargo, Juan quiso cerciorarse.
Y eso mismo ha sucedido a lo largo de la historia, los
hombres a pesar de las evidencias contundentes e incuestionables, todavía
quieren cerciorarse; todavía les cuesta reconocer a Jesús como el Hijo de Dios,
como el Salvador del mundo; todavía siguen pidiendo pruebas y señales; siguen
pidiendo métodos y caminos; incluso, de manera mas osada y atrevida como
Felipe, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús dijo, “sino creen a mi, crean a las obras”, y
¿cual es el mas grande milagro que Jesús puede hacer? El mas grande milagro, es
la transformación de una vida, es cuando el Señor convierte un corazón de
piedra en un corazón de carne. Porque
solo Jesús puede hacer un hombre nuevo.
Son incontables los milagros que el Señor ha hecho, pero sin lugar a
dudas, el mas grande milagro sigue siendo, lo que dice la Biblia: “De modo que
si alguno esta en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí
todas son hecha nuevas” (2 Corintios 5:17)
Para conocer a Dios, hay que aceptar el método por
excelencia a través del cual el se ha dado a conocer, su Propio Hijo; luego,
mas que hablar de un Método, tendríamos que hablar de un Mediador, de la única
persona autorizada para hablar en nombre del Padre y dar a conocer sus verdades
profundas. Es el y no hay otro. Como es mismo lo afirma, “Y nadie viene al
Padre sino por mi”. Para conocer a Dios
y su voluntad, solo hay un camino, Jesús es el camino.
Algunos dirán, pero Dios hablo a través de los
profetas; es cierto, en el tiempo antiguo, pero ahora, en estos tiempos, el nos
ha hablado es por el Hijo. Usted dirá, ¿Y como saber lo que Dios tiene para mi,
si Jesús existió hace mas de dos mil años? Jesús vive, “el es el mismo ayer,
hoy y por los siglos”; lo que debemos entender, es que hoy en día, el Padre nos
revela su voluntad a través del Hijo, y esto es posible, por medio del Espíritu
Santo. Es en la autoridad de Jesús, y en
el poder del Espíritu Santo que podemos conocer la voluntad de Dios para
nuestra vida. De allí la importancia de
conocer, no solo el ministerio de Jesús, sino el ministerio del Espíritu
Santo.
Recordemos que Jesús dijo: Y Yo rogare al Padre, y os
dará otro consolador, para que este con vosotros para siempre: El Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejare huérfanos, vendré a vosotros”
(Juan 14:16-18 Y sigue diciendo: “Mas el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviara en mi nombre, el os
enseñara todas las cosas y os recordara todo lo que yo os he dicho” (Juan
14:26)
Vemos entonces, que para conocer a Dios y su voluntad,
no podemos hacerlo, sin acudir a la Persona de Jesucristo y del Espíritu Santo.
Y por supuesto, el nos da a conocer su verdad en su Palabra, es la Biblia la
Palabra Revelada de Dios; y es a través de su Palabra, y por su Espíritu que el
nos guía a la verdad y nos da a conocer su voluntad.
Ahora bien, sabemos que nada nos puede separar del amor
de Dios, pero nosotros sino nos podemos separar de su amor; el nos sigue
amando, porque su amor es eterno, pero al separarnos de el; es decir, al dejar
de orar, de leer la Biblia, de andar en comunión con el Espíritu de Santo, de
congregarnos y tener vida de Cuerpo; al hacer esto, nos estamos separando. De allí la importancia de Permanecer en el.
Para conocer la
Voluntad de Dios para nuestra vida, debemos permanecer en el, el nos dice: “Si
permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que
queréis, y os será hecho. En esto es
glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.
(Juan 15:7-8)
El Señor quiere que permanezcamos en el, de esa
manera, podemos consultar sobre su voluntad para nuestra vida, y nos será
hecho. También dice: “En esto es
glorificado mi Padre”, ¿en que? ¿En que glorificado el Señor? En que llevemos
mucho fruto, y seamos así sus discípulos.
Esa es la voluntad de Dios para nuestra vida, que llevemos fruto, y Dios
sea glorificado.
Pero recordemos lo que el nos dice: “Yo soy la vid, y
vosotros los pámpanos, el que permanece en mi y yo en el, este lleva mucho
fruto, porque separados de mi, nada podéis hacer” (Juan 15:5) Luego, la voluntad de Dios, es que llevemos
fruto, y seamos así sus discípulos, y el Padre sea glorificado, pero la clave
esta en permanecer en el. Porque
separados de El, nada podemos hacer.
Esto nos lleva a concluir, que Dios
revela su voluntad a través del Hijo, y por el Espíritu Santo; que su
voluntad es que le glorifiquemos llevando fruto y seamos así sus discípulos, pero que la única manera de
lograrlo es permaneciendo en el, porque separados de el, nada podemos hacer.
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