Practicando el amor fraterno Romanos 12:9-21
1.
“El amor sea sin fingimiento”
2.
“Aborreced lo malo, seguid lo bueno”
3.
Amaos los unos a los otros con amor fraternal”
4.
“En cuanto a la honra, prefiriéndoos unos a otros”
5.
“En lo que requiere diligencia, no perezosos”
6.
“fervientes en espíritu”
7.
“Sirviendo al Señor”
8.
“Gozosos en la esperanza”
9.
“Sufridos en la tribulación”
10. “Constantes en la oración”
11. “Compartiendo para las
necesidades de los santos”
12. “Practicando la hospitalidad”
13. “Bendecid a los que os
persiguen”
14. “Bendecid y no maldigáis”
15. “Gozaos con los que se gozan”
16. “Llorad con los que lloran”
17. “Unánimes entre vosotros”
18. “No altivos, sino asociándoos
con los humildes”
19. “No sean sabios en vuestra
propia opinión”
20. “No paguéis a nadie mal por
mal”
21. “Procurad lo bueno delante de
todos los hombres”
22. “Si es posible… estad en paz
con todos los hombres”
23. “No os venguéis a vosotros
mismos”
24. “Si tu enemigo tuviere
hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber”
25. “No seas vencido de lo malo,
sino vence con el bien, el mal”
Hay un refrán que dice, que “la esposa del Cesar, no solo debe serlo,
sino parecerlo”; lo mismo debe ser con los hijos de Dios, no solo debemos
serlo, sino parecerlo. Jesús, el hijo de
Dios, no le creían a sus enseñanzas, a pesar de ser una persona intachable. Decía a los judíos de su época, “sino creen a
mis palabras, juzguen según mis obras”. Por
la dureza de su corazón, no les era suficiente, las enseñanzas de Jesús. Y conste, que el no enseñaba como los
escribas, sino como quien tiene autoridad. Jesús hacia maravillar al pueblo con
sus enseñanzas.
Sin embargo, por la dureza del corazón de ellos, esas enseñanzas de las
verdades profundas de Dios, no penetraban en su corazón, pero los judíos,
andaban buscando ocasión para contradecir, para criticar, por eso no asimilaban
la lección. Y el Señor, conociendo su
corazón, les decía: Si mis enseñanzas no son suficiente, juzguen según las
obras.
Si las gentes del mundo, juzgaran según las obras nuestras, ¿Cuál seria
el resultado? Si la fe del mundo, de las gentes del mundo, dependiera de las
obras, del comportamiento de los hijos de Dios, ¿Cómo estaría esa fe del mundo?
Si la conversión de la gente del mundo, dependiera de nuestro testimonio, ¿Qué
esperanza habría para el mundo?
Si juzgaran por nuestra obras,
¿Cuál seria la respuesta del mundo? Cuando bien sabemos, que una de las causas,
por la cual, muchos no han rendido su corazón a Cristo, ha sido por la mala
influencia, el mal testimonio de los cristianos. No basta con tener fe, la fe debe ir acompañada
de obras. Que las gentes del mundo, al
ver nuestras buenas obras crean en el Padre que esta en los cielos.
Uno de las equivocaciones que cometen algunos, es la creencia que el
cristianismo es un conjunto de normas morales, sociales, religiosas o éticas,
no hay un error más craso que ese, creer que la Biblia es un código de
moral. El cristianismo no es una
religión, ni es una filosofía y mucho menos un compendio de normas éticas,
morales, religiosas, sociales. Es literalmente,
dejar a la persona de Cristo vivir en nosotros y a través de nuestra vida.
Religión, viene de Religare, que significa que el alma del creyente esta
ligada a la de Dios; en una comunión estrecha, intima, permanente. Es una relación estrecha, permanente, intima,
con Dios en la persona de Jesucristo.
Ante cualquier circunstancia de la vida, lo que debemos preguntarnos es
que ¿haría Jesús en mi lugar? Y si
resulta para nosotros imposible hacer lo mismo, lo que debemos hacer es
decirle, “lo imposible para mi, es posible para ti; luego, hazlo tu a través de
mi”. Nosotros somos los ojos, la boca,
las manos, los pies de Jesús. El usa
nuestra vida, el nos usa, cual instrumento en sus manos para comunicar su amor sobrenatural
al mundo. Jesús no cuenta con mas.
Hemos leído, en Romanos 12:9-21, 25 guías de comportamiento cristiano, pero
no son solo normas o preceptos; son manifestaciones de la presencia de Dios en
una persona. Para hacerlo mas practico, he agrupado estas 25 guías en 5
principales:
Amar al
prójimo
Allí habla del amor, del amarse unos a otros, el amor fraternal, incluso
el amor a los enemigos. El amor es la
credencial que nos distingue; “en esto
conocerán que son mis discípulos (dijo el Señor) al verles como se aman, como
aman. Pero ese amor proviene de
Dios. Y ese amor no puede ser un amor
fingido ni ficticio. Las personas se dan cuenta, cuando ese amor es genuino y
cuando es fingido; cuando es postizo, cuando es ficticio, cuando es una postura
y cuando nace del corazón.
Las personas perciben, cuando se les ama de veras y cuando es una
cortesía, no hacen el pasar. Hay
personas que con sus palabras dicen que aman, pero con sus hechos se
contradicen. Por eso el amor fraternal nace
en el corazón de Dios, no es excluyente, ni hace acepción de personas, no
permite preferencias, ni favoritismo ni establece diferencias, A cada uno de le debe dar su honra.
Hacer el bien
Tambien lo menciona, hacer el bien, buscar el bien, procurar el bien;
vencer con el bien el mal. Todo eso es lo que hace un hijo de Dios.
Un hijo de Dios debe procurar el bien, en todo lo que es, hace y
tiene. En el lenguaje. ¿Qué es bendecir?
“Bendecid y no maldigáis”; Es el bien decir, en bien hablar. La teoterapia es un lenguaje mensaje, por
allí empieza todo, en la manera como nos expresamos. Por
definición, persona significa, “capacidad de expresarse”. Cuando nos expresamos estamos haciendo honor
a la mas elevada de las libertades y dignidades humanas, la capacidad de
expresarse. Pero ya no es expresarse
desde los instintos o impulsos humanos, sino desde el trato con Dios.
Esto no significa que usted adopte un lenguaje religioso, pero si que sus
palabras sean purificadas por el Espíritu Santo, por la santidad de Dios. Si alguien le maldice, usted no tiene porque
responder con otra maldición, o pagarle con la misma moneda. Usted ahora tiene otra naturaleza. Ahora tiene naturaleza divina, y debe marcar la
diferencia. Por eso dice, no paguéis a
nadie mal por mal; ni tampoco, piense en vengarse por si mismo. Deje que Dios se encargue, y si alguien ha
actuado de manera injusta con usted, Dios se encargara de hacer justicia.
Que tremendo desafío, cuando nos dice, “Si tu enemigo tiene hambre, dale
de comer, y si tiene sed, dale de beber”; esa es la vida sobrenatural a la que
Dios nos ha llamado. Solo la vida
produce vida; quien siembra amor, cosecha amor. ¿Qué significa eso de “ascuas
de fuego amontonaras sobre su cabeza”, Lo que se busca es la conversión del
otro
Hay una claro desafío a no dejarse vencer por el mal, a dejarse llevar
por el impulso o el instinto. Sino a
vencer con el bien el mal. Pero hay que
aborrecer lo malo, y seguir lo bueno. En
esto no pueden haber concesiones especiales.
Estar en paz
Es un mensaje directo, “en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con
todos los hombres”. Dice Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacificadores porque
ellos serán llamados hijos de Dios”, Eso nos distingue, nos da identidad, nos
p’ermite marcar la diferencia. ¿Tiene
sentido, que los hijos de Dios sean promotores de trifulcas, peleas, discusiones,
disensiones? ¿Acaso no dice la Biblia:
“Cuan hermosos son los pies de los que anuncias la paz y las buenas
nuevas”? Jesús dijo: “Mi paz os dejo, mi
paz os doy”.
Nosotros estamos llamados a sembrar la paz en el mundo. ¿Y si no lo hacemos nosotros, entonces quien?
Los de la paz, ah, esos son los de la teoterapia. A eso estamos llamados a seguir sembrando la
paz y uniendo familias. Pero ¿Cuál paz?
La que de el recibimos, porque nadie puede dar de lo que no tiene. Por eso, con quien primero debe ponerse en
paz es con Dios. Quien esta en paz con
Dios, puede disfrutar de la paz de Dios;
y luego llevar esa paz a otros. El Apóstol Pablo, nos exhorta, “en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz, y con todos los hombres”. De allí la importancia a renunciar a todo
tipo de ira, enojo, deseos de venganza.
Deje lugar solo para la ira de Dios, pero que no haya lugar para la ira
suya.
Compartir con
otros
Debemos aprender a vivir y a convivir.
Procedemos de una cultura de la competitividad, pero debemos entrar en
la dimensión de la compartitividad. No
se trata de competir, sino de compartir, de convivir. Estamos llamados a la
unanimidad en el espíritu, ¿Qué significa esto? Que nos gozamos con los que se
gozan, y lloramos con los que lloran; estamos llamados a compartir las necesidades. A sobrellevar las cargas, a mitigar, dividir
las tristezas y a multiplicar las alegrías.
Que reine entre nosotros la humildad.
Actuar como uno solo, a no
dividir, seccionar, segmentar, a no permitir que haya divisiones. ¿Qué es lo que no divide? El orgullo, la
soberbia, la altivez., la prepotencia, la autosuficiencia, el ego. Cada vez que un miembro adopta ese tipo de
actitudes o posturas lo que hace es debilitar la unidad de la familia.
Servir a Dios
Somos hijos de un mismo Padre y servimos a un solo Dios. Por eso, todos debemos estar fervientes en el
espíritu, sirviendo al Señor. No podemos
dejarle el trabajo a unos pocos. El
servicio a Dios también implica cumplir una función de servicio con los
hombres. Jesús estableció el principio
del servicio como un factor clave en la obra de Dios, “Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes
ejercen sobre ellas potestad. Mas entre
vosotros no debe ser así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros,
ser vuestro servidor y el que quera ser el primero entre vosotros será vuestro
siervo; como el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos”.
(Mateo 20:25-28)
La obra de Dios demanda de tres acciones o ingredientes: Gozo en la
esperanza venidera; sufrimiento en las tribulaciones y constancia en la
oración. Estos tres ingredientes van a
estar presentes en nuestro servicio a Dios. Que nos mantiene firmes, el gozo de
una esperanza futura; tolerancia al sufrimiento, que es la fortaleza que nos
Dios para soportar las pruebas; y la constancia en la oración, que es nuestro
principal recurso para mantenernos firmes en la fe.
En el servicio a Dios, debemos compartir para las necesidades de los
santos y practicar la hospitalidad.
Cuando las personas están siendo tenidas en cuenta, y atendidas en sus
necesidades, se fortalece la unidad y el sentido de pertenencia. Dice en el libro de los Hechos, “alabando a
Dios, y teniendo favor con todo el pueblo, y el Señor añadía cada día a la
iglesia a los que habían de ser salvos”.
(Hechos 2:47)
Esa es la estrategia rectora para el crecimiento de la Iglesia;
mantenerse en comunión con Dios y cumpliendo su función de responsabilidad
social con el pueblo. Dice Hebreos
13:15-16 “Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de el, sacrificio de
alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis;
porque de tales sacrificios se agrada Dios”.
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