CAPITULO 3: LAS
COSAS SECRETAS SE REVELAN EN EL SECRETO CON DIOS
Hemos dicho que el conocer la voluntad de Dios es el
todo del hombre, y que en conseguirlo esta su felicidad. También hemos afirmado, que Dios es soberano,
y el decide a quien dar a conocer su voluntad. Que quien conoce la voluntad de
Dios, es alguien que se ha dispuesto para conocerla y obedecerla.
“Que las cosas secretas pertenecen a Dios y que las
reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para que cumplamos todas las
palabras de su ley”. Como lo cita
Deuteronomio 29:29. A través de la
teoterapia el Señor nos muestra la revelación que esta en su palabra. Lo que ha
sido escondido a los sabios y entendidos, pero que ha sido revelado a los
niños, porque al Padre, así le agradó. (Mateo 11:25)
Es en el secreto con Dios cuando comprendemos lo
revelado. Uno de los desatinos mas graves que pueden presentarse, es cuando un
líder habla algo, diciendo que es de parte de Dios, cuando es algo que Dios
nunca le ha mostrado; visiones que nacen en el corazón de los hombres y no en
el corazón de Dios.
En Jeremías 23, esta registrada una de las mas graves
denuncias que hace Dios a aquellos que hablan visión de su propio corazón: “Así ha dicho el Señor:
No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con
vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón y no de la boca de Dios”.
(Vers. 16) Dicen atrevidamente, “Dios ha
dicho”; cuando Dios no ha dicho nada.
“Porque ¿Quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio,
y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó? (Vers. 1) “Pero si ellos hubieran estado en mi secreto,
habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal
camino, y de la maldad de sus obras”. (Vers. 22)
“Dice el Señor: He aquí que yo estoy contra los
profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho. He aquí, yo estoy contra los que profetizan
sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y
con sus lisonjas; y yo no los envié ni los mandé; y ningún provecho hicieron a
este pueblo, dice el Señor”. (Vers. 31-32)
En la teoterapia entendemos que a través del espíritu
nos relacionamos con Dios, a través del alma con otros, y a través del cuerpo
con el medio ambiente. Es a través del
espíritu, de nuestra dimensión espiritual que recibimos la visión y la voz de
Dios; pero ¿Qué pasa, cuando esa ventana esta cerrada? Entonces, la visión no
la recibimos de parte de Dios, sino de parte de otros, porque a través del alma
no solo nos comunicamos con otros, sino que recibimos lo que viene de los
demás.
El problema de muchos, y es un problema gravísimo, es
cuando empiezan a hablar visión de su propio corazón, visión que no han
recibido de Dios ni que Dios les ha comunicado, porque ni siquiera han estado
en el secreto con Dios; porque si al
menos hubieran estado en el secreto con Dios, el les habría hecho saber
su voluntad, y esta es la que hubieran comunicado al pueblo.
Por esa razón, por la escaza búsqueda que se tiene de
Dios, de estar en su presencia, es que la palabra de Dios escasea y la visión
no es con frecuencia” (I Samuel 3:1) ¿A
quienes habla Dios? A los que permanecen
en su presencia, como lo hizo con el joven Samuel, cuando la palabra de Dios
escaseaba y la visión no era con frecuencia.
¿A quienes se les revelan las cosas secretas? A
quienes aman estar en la presencia de Dios, a quienes lo buscan en lo
secreto. Como lo dice el Sabio Salomón,
refiriéndose a la sabiduría: “Yo amo a los que me aman, y me hallan los que
temprano me buscan” (Proverbios 8:17)
Cuando el apóstol Pablo fue a Corinto, no se propuso
hablar entre ellos cosa distinta que de Cristo. Se aseguro que sus palabras y
predicación no fueran “con palabras persuasivas de humana sabiduría sino con
demostración de Espíritu y de Poder; para que la fe (De los Corintios) no
estuviera fundada en la sabiduría de los hombres sino en el Poder de Dios”, (I
Corintios 2:4-5)
El apóstol Pablo tenia claro, que la sabiduría de la
que el hablaba era sabiduría de Dios y no la de los hombres, la sabiduría de
las cosas grandes y ocultas; “la cual Dios predestino desde antes de los siglos
para nuestra gloria, las que ninguno de los príncipes de este siglo conoció,
porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la
gloria.
Antes bien, como esta escrito: Cosas que ojo no vio,
ni oído oyó, ni han subido en el corazón de hombre, son las cosas que Dios ha
preparado para los que le aman. Pero
Dios nos la revelo a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu, todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios.
Porque, ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que esta en el? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios
sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría
humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual.
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son
del Espíritu de Dios, porque para el son locura y no las puede entender, porque
se han de discernir espiritualmente. En
cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero el no es juzgado de nadie.
Porque ¿quien conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros
tenemos la mente de Cristo”. (I Corintios 2:6-16) De allí la importancia de la vida en el
Espíritu.
Que aprendido a lo largo de mis años con Cristo, que
hay miles, tal vez millones de cristianos, que viven en derrota espiritual y
frustración. Están llenos de
conocimiento, de sabiduría humana, pero no de sabiduría de Dios. Pablo dijo a los griegos, si quieren
sabiduría humana, busquen a los filósofos, yo no vengo a hablarles de
filosofía, ni sicología, sino de la sabiduría de Dios.
Hay miles de cristianos que no están en el secreto con
Dios, por eso las cosas secretas no les han sido reveladas; porque las cosas
secretas pertenecen a Dios y son reveladas a quienes permanecen en su
secreto. A quienes el Espíritu Santo le
abre e ilumina el entendimiento.
Pero, ¿Dónde esta el problema? El problema esta en la
carnalidad en que viven muchos. Ya
sabemos que el hombre natural no puede percibir las cosas que son del Espíritu,
porque para el son locura; pero ¿y los cristianos? Viven sumidos en su
carnalidad. Como le sucedió a Pablo en
Corinto, “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales sino
como a carnales, como a niños en Cristo.
Os di a beber leche, y no vianda, porque aun no erais
capaces, ni sois capaces todavía, porque aun sois carnales; pues habiendo entre
vosotros celos, contiendas, disensiones, ¿no sois carnales y andáis como
hombres? (I Corintios 3:1-3) Dios quiere revelarnos cosas grandes y ocultas por
su Espíritu, pero dada nuestra condición espiritual, nuestra realidad de
carnalidad, le impedimos a el actuar en nuestra vida, trayendo a nuestro
corazón sus cosas secretas.
Y esto se debe a una sencilla razón, miles, millones a
aceptado la redención, pero no viven la rendición; es decir, se han apropiado
de la obra de Cristo en la Cruz, le han reconocido como su Salvador, reconocen
que el dio su vida en rescate por muchos, que pago con su propia sangre nuestra
redención. Pero no viven en la
rendición, es decir, bajo el Señorío de Cristo, no le han entregado sus vidas
de manera incondicional al Señor.
Y mientras se sigan viviendo de manera egocéntrica, y
mientras esto suceda, seguiremos recibiendo leche y no vianda, es decir, lo
básico, pero no el alimento solido, que está reservado para aquellos que han
alcanzado la madurez. Para aquellos que
han entrado en la dinámica de la vida llena y controlada por el Espíritu Santo,
porque solo el nos puede dar a conocer las verdades profundas de Dios.
Dice en el libro de Hebreos, “Acerca de esto tenemos
mucho que decir y difícil de explicar, por cuanto os habéis hechos tardos para
oír. Porque debiendo ser ya maestros,
después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuales
son los primeros rudimentos de las palabras de Dios;
y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de
leche y no de alimento solido. Y todo
aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque
es niño; pero el alimento solido es para los que han alcanzado la madurez, para
los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del
bien y del mal”. (Hebreos 5:11-14)
Por eso dice el Señor Jesús, “Mas tu, cuando ores,
entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que esta en secreto;
y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensara en publico” (Mateo 6:6) El secreto de la vida cristiana, esta en el
secreto con Dios. El que ve en lo
secreto, le recompensara en público.
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