CAPITULO 6: LA
VOLUNTAD DE DIOS Y CUMPLIR LA GRAN COMISION
Para conocer la voluntad Dios para nuestra vida, es
importante conocer cuales son los planes de Dios, y que papel cumplimos en sus
planes. En la Biblia hay un plan rector, la reconciliación, desde la fundación
del mundo, Dios ha buscado que el hombre se reconcilie con el. Porque es lo mejor que una persona puede
hacer, es su mas sabia decisión, hacer sociedad con Dios. “Vuelve ahora en amistad con el, y tendrás
paz; y por ello te ira bien”. (Job 22:21)
Jesús resumió la voluntad de Dios para su vida en una
expresión, “mi comida es que haga la voluntad del que me envió y acabe su obra”, (Juan 4:34) ¿A que obra se refería el Señor? A la obra
para la cual había venido a este mundo, “buscar y salvar lo que se ha perdido”.
(Lucas 19:10) Jesús tenia muy en claro
cual era el propósito de su venida, y por eso no se salió de el. Y de esa manera testificaba, “Porque he
descendido del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió”.
Y para no dejar lugar a la duda ni para pensar cosa
distinta nos especifica, “Y esta es la voluntad del Padre que me envió: Que de
todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día
postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al
Hijo, y cree en el, tenga vida eterna; y yo le resucitare en el día postrero”
(Juan 6:38-40)
Y para hacer la voluntad del Padre, el se negó así
mismo, ni siquiera habló por su propia cuenta, sino que según oía del Padre,
así hablaba. El dice: “No puedo yo hacer nada por mi mismo; según oigo, así
juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió, la del Padre”. (Juan 5:30)
Todo lo que Jesús dijo e hizo, tenia un solo fin, dar
a conocer la voluntad del Padre a sus hijos; por eso el dice: “Mi doctrina no
es mía, sino de aquel que me envió. El
que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o so
yo hablo por mi propia cuenta. El que
habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria
del que le envió, este es verdadero y no hay en el injusticia”. (Juan 7:16-18)
En esta familia de la teoterapia, tenemos dos
objetivos rectores, vivir para la gloria de Dios y cumplir la Gran
Comisión. Y cuando usted circunscribe su
vida en estos objetivos rectores, todo comienza a tener orden. De igual manera, cada vez que usted se aleja
de estos propósitos rectores, su vida comienza a entrar en desorden, caos y
confusión. De allí, que si usted quiere conocer la voluntad de Dios para su
vida, lo mejor que pueda hacer es matricularse en la Gran Comisión. Preguntarse, ¿Qué papel cumplo en la obra de
Dios’
La obra de Dios es amplia y extensa, y demanda del
concurso de hombres y mujeres dispuestos a hacer la voluntad de Dios. El espera que de nuestros labios, salgan las
mismas palabras que un día pronuncio el profeta Isaías, cuando el pregunto: “¿a
quien enviare? Y ¿Quién ira por nosotros?” Y el dijo: “Heme aquí, envíame a
mi”. Es sorprendente el giro que toma nuestra vida cuando entramos en al
dimensión de la Gran Comisión.
Cuando el Señor llamo a Pablo, el dijo: “Instrumento
escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
reyes, y de los hijos de Israel”. (Hechos 9:15) Ante el asombro de los
discípulos, porque ellos sabia perfectamente quien era Saulo y a que estaba
dedicando últimamente, el Señor dejo constancia, que el seria un gran
instrumento en la obra de Dios..
Si somos honestos, pienso que la gran mayoría de
quienes hemos tenido un encuentro con Jesús, un 99% nunca imaginamos que el nos
convertiría en “pescadores de hombres”, pero una vez que lo ha hecho, no nos
cambiamos por nada; estoy seguro que usted de acuerdo con este
pensamiento. Llega un momento, en que
esto es lo que realmente le da un sentido trascendente a la existencia.
De acuerdo a lo que hemos visto, que al ver la vida en
panorama, uno va descubriendo que nada es casualidad, ni circunstancial, sino
que es providencial, y que todo hace parte de un plan de Dios para nuestra
vida. Uno va entendiendo lo que dice la Palabra de
Dios: El señor nos llama desde el vientre para ser sus hijos; nos forma para
ser sus siervos; y nos tiene para ser luz de las naciones.
Nuestra identificación con Cristo, el dejar que el
viva a través nuestro, nos lleva invariablemente a vivir para atraer las
costumbres del cielo a la tierra; a asumir el compromiso de “buscar y salvar lo
que se ha perdido” (Lucas 19:10), es decir, a vivir para el cumplimiento de la
Gran Comisión, que el nos delego en Mateo 28:18-20. Gran parte de nuestros interrogantes se
resuelven cuando vivimos en función de ese objetivo.
Mas aun, cuando hay un llamado de por medio, es decir,
cuando sabemos que Dios nos ha llamado para estar con el, para ser sus hijos, y
también para servirle. Cuando destinamos
nuestra vida, todo lo que somos, tenemos y hacemos, a ese fin, nuestro
discernimiento del plan de Dios para nuestra vida es mas claro y preciso. Y nos sentimos honrados y privilegiados de
saber que podemos ser instrumentos útiles en sus manos.
Jesús nos dejo establecida las mas elevada norma de
vida que una persona pueda tener, “el que en mi cree, las obras que yo hago, el
las hará también y mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12) ¿Se imagina? El hombre mas singular de la
historia, el mas grande agente de cambio que ha existido, quien dividió la
historia de la humanidad en dos, nos dice, que si tan solo nos identificamos
con el, podemos hacer cosas mayores que las que hizo. Por supuesto, que todo lo que el hizo, estaba
centrado en cumplir con la Gran Comisión.
No existe una forma de vida más plena y realizante,
una forma de vida que transforme al ser humano y le revolucione, como vivir
para la Gran Comisión. Por supuesto que
esto es un llamado que Dios hace. Es una maravillosa experiencia, uno nunca a
imaginarse toda la obra que Dios puede hacer en uno y a través de uno. Como dice Pablo: “Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús, para buenas obras que el preparo de antemano” (Efesios
2:10)
El llamado es de Dios, pero debemos tener muy en
cuenta, ¿Quién es el que llama? ¿A quien llama? ¿Para que lo llama? Dice en el
Señor: “No me elegisteis vosotros a mi, sino que yo os elegí a vosotros, y os
he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que
todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, el os lo de” (Juan 15:16)
Cuando uno se circunscribe en la Gran Comisión, llega
a convencerse que de allí no puede salirse, y salirse significa abandonar los
planes de Dios para su vida; en el transcurrir de cada dia, van a surgir muchas
posibilidades de hacer cosas, de trabajar, asuntos o actividades que pueden atrapar
nuestra atención, es en estos casos cuando debemos acordarnos de la Palabra de
Dios cuando dice: “todas las cosas me son licitas, mas no todas me convienen;
todas las cosas me son licitas mas no me dejare dominar de ninguna” (I
Corintios 6:12)
Dese cuenta, que asuntos perfectamente lícitos o
legales, legítimos, pero que no son convenientes desde la perspectiva de los
planes o propósitos de Dios para nuestra vida, porque quien se deja seducir de
estas ofertas, lo mas seguro es que termine alejado de los planes de Dios.
Además que es muy difícil tratar de conciliarlos a ambos.
Por esta razón, el apóstol Pablo instaba a su
discípulo Timoteo a no enredarse, “ninguno que milita, se enreda en los
negocios de la vida a fin de agradar a aquel que lo tomo por soldado”. Y esto de enredarse es mas común de lo que
usted piensa. Hombres y mujeres de Dios,
con un llamado inequívoco, terminan lejos, pero muy lejos de los planes de
Dios, porque se dejaron atrapar y enredar en los negocios del mundo.
Pablo, al llegar a su madurez y plenitud de vida
espiritual, declaró: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi
vida para mi mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para
dar testimonio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24)
La vida es una experiencia única y maravillosa y vale
la pena vivirla a plenitud, y esto solo se logra, cuando no se persiguen planes
egocéntricos, ególatras o egoístas; cuando nuestro proyecto de vida no se
convierte en una torre de Babel, un monumento al ego y la vanidad; sino que es
una vida invertida de manera sabia y efectiva; porque una sola vida tenemos y
esta no la podemos perder, gastar ni desperdiciar.
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