PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN

PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN
"Y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalen, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes". (Daniel 6:10b)

viernes, 12 de julio de 2013

Como conocer la voluntad de Dios Capitulo 10


CAPITULO 10: CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS A TRAVES DEL CONSEJO DEL LIDER

Otra manera de ir comprendiendo cual es la voluntad de Dios para nuestra vida es a través del consejo del líder.  En la labor de consejería uno se encuentra con dos tipos de personas, en primer lugar, aquellos que antes de emprender cualquier acción o tomar cualquier decisión, acuden pidiendo dirección y le preguntan a Dios, ¿Qué quiere que yo haga?, y en segundo lugar, aquellos que subestiman el consejo del líder, van y hacen lo que a su parecer es lo correcto, y por lo general se meten en líos y terminan  en problemas, entonces acuden, preguntando, ¿y ahora que hago?

Acudir al líder no solo es un acto de obediencia sino ante todo de humildad; en realidad no es la persona del líder a la que nos sujetamos, sino a lo que esta representa.  Es la persona que entre siete mil millones de habitantes en todo el planeta, Dios ha elegido, para que a través de esa persona, llegue a mi vida su bendición.  No importa donde uno este, o en que lugar se encuentre, uno tiene muy presente quien es su líder. Dice el manual, “el camino del necio es derecho en su propia opinión, mas el que sigue el consejo es sabio” (Proverbios 12:15)

Por supuesto, que el líder nos ofrece una guía, no es el o ella quien maneja nuestra vida, pero es una persona que por su conocimiento, madurez y principalmente, por la unción de Dios sobre su vida, nos puede ofrecer una guía sabia y oportuna cuando mas lo necesitamos.  Una guía, que no es una opinión personal, sino que es una directriz que esta en la palabra de Dios, y que por la comprensión que esta persona tiene de las escrituras, nos ofrece una luz y una mayor claridad de nuestra situación desde la biblia.

Hemos aprendido en la teoterapia, que el líder, en el trato con su discípulo tiene tres maneras de actuar: Primero, esta autorizado para decirle: Te mando, en aquello que esta relacionado con la aplicación de los principios de vida, los principios no se negocian.  Segundo, el líder esta facultado para decirle al discípulo: Te aconsejo,  en aquellos aspectos en los cuales, desde la Biblia, le ofrece una guía para que tome decisiones.  Tercero, el líder en el ejercicio del servicio a Dios, dice al discípulo: Te ruego, en aquello en que el demanda de la ayuda y la colaboración del discípulo en todo aquello que contribuye al bien de la obra de Dios.

Un líder es una persona que nos acompaña en el proceso hacia la madurez, alguien que nos conoce, con quien hemos construido una relación de confianza y afecto, alguien que tiene el interés de ayudarnos a lograr los objetivos que nos hemos trazado; su labor no es colocar obstáculos ni trabar que nos impidan seguir adelante, sino mostrarnos el camino de acuerdo a los principios de Dios; teniendo en cuenta que el líder no esta para decirnos lo que queremos escuchar, sino lo que necesitamos escuchar.

Una de las principales funciones del consejero, es iluminar la mente del discípulo con la veracidad de las escrituras en relación algún tema en particular de manera que no haya duda al respecto.  Es el Espíritu Santo quien en realidad guía al líder o consejero, para que este, a su vez, pueda mostrar al discípulo lo que dice la palabra de Dios sobre esa situación por la cual acude  a recibir una orientación oportuna.

Hay un episodio que nos ilustra muy bien el papel de un consejero en su tarea de explicarnos el uso de las escrituras y como aplicar estas a nuestra vida para el conocimiento de Dios y su voluntad, lo encontramos en Hechos 8:26-40.  Dice la Biblia, que a Felipe, uno de los discípulos del Señor, le fue dicho que tomara el camino de Jerusalén a Gaza en el desierto, donde se encontró con un etíope eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, que había venido a Jerusalén a adorar, y volvía en su carro leyendo al profeta Isaías.  Y el Espíritu dijo a Felipe, acércate al carro.  Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo “¿entiendes lo que lees?” El dijo: “¿Y como podre, si alguno no me enseñare? Y rogo a Felipe que subiese y se sentara con el el”.

El eunuco estaba leyendo un pasaje que se refería precisamente al Señor Jesús, una profecía del Mesías.  Este pregunto a Felipe: “¿De quien dice el profeta esto: de si mismo, o de algún otro?  Entonces Felipe, abriendo su boca y comenzando desde esta escritura, le anuncio el evangelio de Jesús.  Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el Eunuco: Hay agua; ¿Qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes.  Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.  Y mando a parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizo”.

Es a través de la sana y sabia exposición de las escrituras, que al mente del discípulo se ilumina con la sabiduría de Dios, y el mismo se va dando cuenta de que es lo que debe hacer y de cómo obedecer a la voluntad de Dios. Pero se requiere de esa persona, que se ha preparado en el conocimiento de la Biblia, para que pueda dar la guía escritural correcta.  Como podía entender el eunuco la palabra de Dios, si no había quien le explicara.

Dios usa hombres y mujeres conforme a su corazón, que se dejan usar por el, para guiar a su pueblo en el conocimiento de su palabra, como dice en Jeremías 3:15 “y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia”. Incluso, en algunos casos, vamos a ser amonestados por Dios y su Palabra, a través de la persona del líder, porque es necesario, para que no nos desviemos del camino, porque es lo que hace un pastor que esta al cuidado de sus ovejas.  “Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Dios los hombres se apartan del mal” (Proverbios 16:6)  Dice el salmista, “que el justo me castigue, será como un bálsamo que no herirá mi cabeza”.

Quien quiera ser discipulado, tiene que estar dispuesto a ser disciplinado, dice la Palabra de Dios, “no menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección, porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo que quiere” (Proverbios 3:11)  Lo importante en no fatigarnos en la corrección, además que Dios siempre acompaña su disciplina de amor, “su vara y cayado es para infundirnos aliento”, no para desanimarnos ni desmotivarnos.  Pero es necesaria la formación y la corrección.

En la teoterapia hemos aprendido que hay tres tipos de manifestaciones del amor de Dios a sus hijos: El amor de la ternura, a través del cual, usted recibe el trato delicado, tierno y amoroso del Señor Esta el amor de disciplina, que hace referencia a la corrección, a ese tipo de disciplina “que al presente no es causa de gozo sino de tristeza, pero que después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11)

 Y esta el amor en las disciplinas,  aquella manifestación del amor que a través de sus mandamientos nos coloca limites, y nos enseña el camino a seguir; es aprender a llevar su “yugo sobre nosotros”, que es la vida de obediencia; es mas fácil y ligero llevar su yugo, que cargar con el peso del pecado; a través de la vida de obediencia aprendemos a ser “mansos y humildes” y hallaremos descanso para nuestras almas.

Quienes han estado en el campo, saben que el arado es puesto sobre los lomos de un buey maduro que es acompañado de un buey joven; el buey maduro, con su caminar correcto, deja surcos rectos; el buey joven que no esta acostumbrado a la tarea del arado, intenta zafarse, pero es cuando el yugo se lo impide, y si forcejea, se hace hiere y hace daño.  Y asi persista en su intento, la fortaleza y firmeza del buey maduro, y el yugo que los une, se lo impide, hasta que por fin, deja de insistir, y desiste de hacer su voluntad, termina sujetándose,

Lo mismo nos pasa en el discipulado, quienes llevamos un camino adelantado en el Señor, nos corresponde, asegurar al discípulo a los principios de Dios, y uno observa como forcejea e intenta zafarse, “aunque dura cosa es dar coces contra el aguijón”; uno ve como patalea, y hace relinchos; y tiene su propia lucha, hasta que al fin, el Señor a través de su palabra, termina moldeando ese carácter que parece indomable.

Es entonces, cuando la persona, deja surcos rectos, que es la evidencia de un caminar correcto en Cristo. La tarea del líder demanda de amor y paciencia, como decía Pablo: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. La labor del líder es fundamental en el proceso de crecimiento del discípulo.  Dice en Hebreos 13:7, “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios, considerad cual haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe”.  Y sigue diciendo en Verso 17, “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas; como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso”.

Es a través del discipulado, que también aprendemos a ser lideres, el consejo que hoy recibimos de nuestro líder, mañana se lo estaremos dando a un discípulo; con el consuelo con que hoy estamos siendo consolados, mañana estaremos consolando a otros.  Quien se brinda la oportunidad de aprender hoy, se otorga el derecho de enseñar mañana. De allí se deriva el consejo de Pablo a Timoteo: “Lo que has oído de mi ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2)

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