Amando sobrenaturalmente
Mateo 22:34-40
La mas grande demanda en la biblia no es el amor, es la obediencia; el amor es un acto de obediencia. Es por medio de la obediencia que activamos
el poder del amor, quiero decir, el amor sobrenatural de Dios actuando en
nuestra vida. Obediencia es dejarlo a el actuar; es dejarlo que el haga aquello
que para mi es imposible. No es algo que
yo hago para Dios, sino que lo que Dios hace por mi y a través de mi.
¿Por qué nos cuesta tanto obedecer? Porque pensamos que la obediencia es
una obra de la carne, es decir del esfuerzo propio, cuando en realidad la
obediencia es una obra del Espíritu; el manual nos da la instrucción precisa:
“esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. Nos esforzamos es en la vida de gracia.
Dios nunca nos pediría algo que no pudiéramos hacer, seria un
contrasentido; por eso su principal demanda no es el amor, sino la obediencia;
y obedecer es permitirle a el actuar;
solo cuando nos rendimos, solo cuando reconocemos que “sin el nada soy y
separado de el nada puedo hacer”, es que empiezo a entender como opera Dios en
mi vida.
Pero eso fue lo que hizo Jesús y en eso consiste la esencia del
cristianismo, es dejarle a vivir y actuar en nuestra vida, en nosotros y a
través nuestro. Jesús dijo: “el que en
mi cree, las obras que yo hago, el las hará también y aun mayores hará, porque
yo voy al Padre”, (Juan 14:12)
A muchos les encanta este pasaje, porque se imaginan, haciendo señales,
maravillas, y prodigios, como Jesús los hizo.
Pero Jesús no solo se refería a estas operaciones sobrenaturales; sino
también a la capacidad de amar, perdonar, servir, sufrir por otros. A eso se refiere Pablo, cuando dice, “que el
lleva por todo su cuerpo las marcas del evangelio”. Solo quien esta lleno del amor de Dios, puede
amar, perdonar, hacer bien y bendecir, y esta es la base para construir sanas
relaciones con otros.
Recuerdo cuando Dios hizo un llamado ineludible a mi vida a servirle, yo
tenia mucho temor de fallarle a Dios, porque era consciente que servir a Dios
demanda amar, y era algo de lo que no era capaz. Recuerdo que le dije a Dios, “no puedo
servirte, no me siento apto, porque no soy capaz de amar” Yo no era capaz de
amar a nadie, ni siquiera a mi mismo. Fue cuando Dios hablo a mi corazón, y me
dijo: “yo te enseñare a amar, no con tu capacidad de amar, sino con mi poder,
fue cuando entendí lo que dice Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo, que me
fortalece”. Yo sabia, que si amaba a alguien, ya no era yo, sino que era el en
mi.
Recuerdo que el Dr. Chamorro decía, una cosa es el amor al poder y otra
es el poder del amor; en el liderazgo uno se puede equivocar, porque el
liderazgo resulta atractivo, porque ofrece poder, y esto es vanidad. Pero el verdadero líder no es el que ama el
poder, sino el que deja actuar el poder del amor. Escuchando el testimonio de nuestra misionera
en Nigeria, África) Me impactaba mucho cuando ella decía; que el Señor le había
enseñado a amar a esas personas con su amor; que ella no debía tener hacia
ellos lastima, pesar, su amor no transformaría ninguna vida, solo el amor de
Dios, puede cambiar una vida.
Una de las situaciones mas contradictorias que pueda tener una persona es
cuando finge su fe, nada resulta mas engañoso que eso; que una persona, finja o
trate de aparentar la vida en el Espíritu. Una cosa es imitar, otra en emular,
fingir o aparentar. El Señor nos dice
que sigamos su ejemplo; Pablo nos insta a ser imitadores de el, como el lo era
de Cristo. Pero una cosa es imitar y otra
es fingir o aparentar. ¿Quién finge o
aparenta? Quien no vive en el espíritu,.
Por eso su vida de fe se convierte en una gran obra teatral. El Señor nos dice: “el amor sea sin
fingimiento” (Romanos 12:9)
¿Qué busca la teoterapia? Que una viva una autentica, transformadora y
revolucionaria experiencia de fe, que usted se matricule en una vida
sobrenatural; fingir es caer en una lamentable y totalmente inútil vida
religiosa. Dice Pablo, “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido
de un corazón limpio, y de una buena conciencia y de una fe no fingida” (1
Timoteo 1:5) Y sigue diciendo, “de las cuales cosas desviándose algunos, se
apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni
lo que hablan ni lo que afirman” (Vers. 6-7)
Luego, el punto central al que estamos llegando en esta lección, es que
el amor debe ser sin fingimiento; nada resulta mas lamentable que la
hipocresía, ¿Quién es un hipócrita? Alguien que finge algo que no es, o en lo
que no cree. Según el diccionario, un
hipócrita es alguien que finge cualidades o sentimientos que no tiene en
absoluto. Por eso, quien finge, es
mentiroso, engañador. Pero recuerde, que Dios conoce los corazones, el no puede
ser burlado.
Pero llega un momento, en que toda obra que es de los hombres y no de
Dios, se derrumba; recuerde que “la obra de cada uno se hara manifiesta; porque
el dia la declarara, pues por el fuego será revelada, y la obra de cada uno
cual sea, el fuego la probara. Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedifico, recibirá recompensa” (1
Corintios 3:13-14) Precisamente, en este texto, el apostol Pablo viene
hablando, que cualquier obra que hagamos, tiene que estar fundamentada en el
único fundamento que ha de ser puesto, el cual es Cristo.
Poque muchas personas viven frustradas, porque al no vivir en la dinámica
del Espíritu, tienen que conformarse con
imitar las cosas del Espíritu; tienen que esforzarse mas, y teminan fingiendo
vivir una calidad de vida que solo Dios puede dar; nada es mas frustrante que
eso, que insistir en fingir vivir una vida que no estoy viviendo, la vida de
Galatas 5:22.23, y no la estoy viviendo, porque sigo viviendo en la carne y no
en el Espíritu.
Hay siete cosas que usted debe hacer si quiere entrar en la dinámica de
la vida abundante:
1.
Orar sin
cesar
2.
Alimentarse
con la Palabra de Dios
3.
No apagar
el Espíritu
4.
Estar
siempre gozoso
5.
Dar gracias
en todo
6.
No dejar de
congregarse
7.
Instar a
tiempo y a destiempo
Estas son expresiones que
nacen en un corazón alegre y son evidencias de la vida en el Espíritu, son el
fruto del Espíritu en una persona, es algo que no se puede fingir ni aparentar;
no es algo que lo produce el esfuerzo, quienes insisten en vida una vida en el
esfuerzo, terminan agotados, fundidos, frustrados, amargados; reclamando
derechos o exigiendo recompensas.
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