CAPITULO 12:
CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS A TRAVES DE LA GUIA DEL ESPÍRITU SANTO
Estamos al quinto elemento y el más importante, y que
es el común denominador en los anteriores, porque solo por la guía del Espíritu
Santo, podemos conocer la voluntad de Dios a en los aspectos que ya hemos
mencionado: La guía escritural, el uso de una mente renovada, el consejo del
líder y el papel de las circunstancias.
Es el Espíritu Santo quien
nos permite comprender las verdades profundas de Dios guardadas en su palabra.
Es el Espíritu Santo el que hace la obra en el
creyente renovando su mente y transformando su vida; el es Espíritu Santo,
quien ilumina al Líder para que pueda brindar un consejo o impartir una guía
sabia al discípulo; y es el Espíritu Santo, quien nos permite discernir el
camino a tomar en medio de las circunstancias de la vida.
Para conocer la voluntad de Dios a través de la guía
del Espíritu Santo, lo primero que debemos hacer es no ignorarlo, no
desconocerlo, no olvidarlo. Tenerlo
presente siempre. Jesús dijo: “Y Yo
rogare al Padre, y os dará otro consolador, para que este con vosotros para
siempre. El Espíritu de verdad, al cual
el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora en vosotros, y estará en vosotros. No os dejare solos, vendré a vosotros”. (Juan
14:16-18)
Hay tres acciones negativas que podemos cometer,
ignorar, contristar y apagar al Espiritu; lo ignoramos cuando no lo tenemos en
cuenta, cuando lo confinamos a ser un huésped en nuestra vida pero no el dueño
de nuestro corazón; El no solo quiere habitar, sino morar en todo nuestro
ser. Es decir, actuar en todas las áreas
de nuestra vida. Por eso el Apóstol Pablo dice: “O ignoráis que sois templo del
Espíritu Santo, el que cual esta en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no
sois vuestros; por tanto, glorificad a Dios, con vuestro cuerpo y con vuestro
Espíritu, los cuales son de Dios”. (I Corintios 6:19-20)
Además de ignorar al Espíritu Santo, también lo
podemos contristar, es decir, lo podemos entristecer profundamente. ¿Cuándo lo entristecemos de esa manera?
Cuando no nos hemos despojado del viejo hombre sino que dejamos que la vieja
naturaleza siga teniendo el dominio, el Espíritu Santo se siente desplazado y
en algunos casos, aplastado por nuestro orgullo personal.
Piense como se sentiría cualquier persona que se
sienta humillada o menospreciada. Así
tratamos al Espíritu Santo, cada vez que ofendemos la santidad de Dios. Pablo dice: Y no contristéis al Espíritu
Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”
(Efesios 4:30)
También dice la escritura, “no apaguéis al Espíritu”
(I Tesalonicenses 5:19) Apagar, es ocultar, esconder al Espíritu; cuando
impedimos que su poder se manifieste; es
la unción del Espíritu en nuestra vida la que se apaga. No es que una persona apague al Espíritu,
porque, seria como si alguien tuviera un poder superior al de Dios. Sino que apaga en su vida, solo en su vida,
ese poder; así el Espíritu siga manifestando todo su poder en otra persona que
si aviva ese fuego en su vida.
Una persona que apaga el poder de Dios en su vida, es
como un vehículo que no tiene combustible, puede ser una poderosa nave, un
avión, un transbordador espacial, que surque los cielos y el océano, pero sin
combustible no va a ninguna parte, ni siquiera logra encenderse.
Terminado el ministerio terrenal de Jesús, se podría
pensar que ellos ya estaban listos para iniciar su trabajo de llevar a las
naciones del mundo el evangelio de Jesús. Habían estado por espacio de tres
años con el maestro y habían aprendido de el todas las cosas que vino a
enseñarles.
Pero, ¿estaban listos? En realidad no lo estaban
todavía, les faltaba lo más importante.
Por esa razón, Jesús mando a sus discípulos que no se fueran de
Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre; esa promesa era el
derramamiento del Espíritu. Ellos serian
bautizados con el Espíritu dentro de no muchos días.
También les dijo: “pero recibiréis poder cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
Judea, en Samaria, y hasta lo ultimo de la tierra” (Hechos 1:8) Ellos necesitaban ser revestidos de ese
poder de lo alto, para solo entonces, estar preparados, equipados para ir
predicar el evangelio a las naciones de la tierra. Dios nos ha llamado a un calidad de vida
sobrenatural, que solo es posible ser vivida en el poder de su Santo Espíritu.
Jesús nos ofrece una vida abundante, una vida con
sentido y felicidad, ¿Por qué muchos no están experimentando esta calidad de
vida que Jesús nos ofrece? Porque aun no han hecho el descubrimiento de lo que
significa, la vida llena, controlada y dirigida por el Espíritu Santo.
Para hacer ese descubrimiento, debemos tener en cuenta
cuatro principios claves: 1) Dios ha provisto para sus hijos una vida
abundante, 2) la mayoría de sus hijos no esta experimentando esta vida
abundante. 3) Jesús prometió esa vida abundante por medio de la llenura de su
Espíritu. 4) Somos llenos del Espíritu Santo, por fe.
Para conocer la voluntad de Dios para nuestra debemos
permitirle al Espíritu santo que nos llene, controle y dirija. ¿Cómo es esto? Para ser llenos del Espíritu
Santo, y que el pueda dirigir nuestra vida al conocimiento de Dios y de su
voluntad debemos dar cinco pasos muy sencillos: 1) Tener un interés genuino de
vivir la plenitud del Espíritu, es decir, tener hambre y sed de Dios. 2)
Ponerse de acuerdo con Dios, que equivale a confesar todo pecado. 3) Rendir
cada área de nuestra vida a Dios, principalmente esa área en la que precisamos
de su dirección. 4) Orar, pidiendo ser llenos del Espíritu Santo. 5)
Apropiarnos por fe y dar gracias a Dios por responder a nuestra necesidad de
ser llenos de El.
El Espíritu habla a nuestro espíritu, y nos hace saber
cuando algo esta conforme a la voluntad de Dios y cuando no. Ilumina en nuestra mente y corazón su
palabra, y nos muestra con certeza, como se aplica de manera concreta en esa
situación; nos ofrece su gozo y paz; que es una evidencia que vamos por el
camino correcto. Cada vez que nos
desviamos del camino de la voluntad de Dios, comprometemos la experiencia del
fruto del Espíritu en nuestra vida.
El Espíritu nos ofrece su sabiduría, que es muy
diferente a la sabiduría o inteligencia humana; nos dota de una capacidad
especial para entender y comprender lo que Dios nos ha concedido. Y por
supuesto, nos muestras de sus frutos de bendición. Vemos las respuestas de Dios
de manera inconfundible, para que no haya ninguna duda en nuestro corazón.
Cada mañana, al comenzar el día, entregue, encomiende
a Dios a su vida, y pídale al Espíritu santo que le dirija. Que usted no quiere hacer nada, sin tenerlo
en cuenta a El. Como dice el salmista:
“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber
el camino por donde ande” (Salmo 143:8) y en el verso 10, dice: “Enséñame a
hacer tu voluntad, porque tu eres mi Dios; tu buen Espíritu me guie a tierra de
rectitud”.
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