Los magníficos resultados de la alabanza
Salmo 66:8
La voluntad de Dios es que se
escuchen la alabanza; que hagamos “oír la voz de su alabanza”. Es muy preocupante que el pueblo de Dios no
alabe al Señor. Él está esperando que le
alabemos. No se discute, que todo el
tiempo buscamos a Dios, mañana, tarde, al medio día, por la noche; seguramente
oramos.
La pregunta es, ¿cada vez que me
acerco a Dios, para que lo hago? La mayoría de las veces que nos acercamos a
Dios es para pedir y no tanto a ofrecer. El está esperando que nosotros
aprendamos a ofrecer sacrificio de alabanza.
Quien alaba a Dios, el que sabe
que el Señor le da todo lo que necesita. En lugar de destinar ese tiempo a
pedir, lo que sabe que Dios le va a dar, lo destina a alabar al Señor, en
gratitud por sus los favores recibidos y los por recibir.
La Biblia dice, “bendecid pueblos
a nuestro Dios y haced oír la voz de su alabanza”; el quiere que su alabanza
sea entonada; que en los cielos y en la tierra se escuche como los hijos de
Dios alaban a su Señor.
Es preocupante cuando la Iglesia
se silencia, cuando el pueblo de Dios calla; cuando el corazón enmudece. ¿Por
qué el pueblo calla ante su Señor? Debemos revisar como esta nuestra vida de
alabanza.
Conocimos una discípula, que le
ganó la batalla al cáncer, alabando a Dios.
Ella seguía los medicamentos y tratamientos, pero sabía que eso era un
complemento, algo secundario. Su
confianza estaba en Dios.
La voluntad de Dios es que su
alabanza se escuche, una alabanza que nace de un corazón limpio, una buena
conciencia y una fe no fingida.
Salmo 89:15
Un pueblo que ha aprendido a
alabar a Dios es un pueblo, “bendecido”, “bienaventurado”, “feliz”, “dichoso”;
Hay tres tipos de cristianos: El que clama, el que reclama, y el que aclama. ¿Quién reclama? El que piensa que ha sido
desconocido o violentado en sus derechos.
El que aclama, es que bendice,
exalta, glorifica a Dios. Tres veces feliz, en su cuerpo, alma y espíritu; no
tiene queja.
Mateo 11:25
Encontramos al Señor Jesús,
diciendo una de las oraciones más bellas de la Biblia. Aquí hay tres claves
maravillosas en su alabanza, porque esta hacia parte de la vida de Jesús. Él estaba maravillado. Uno alaba, cuando esta
maravillado. Las tres claves:
1. El
alaba al padre, es un hijo alabando al padre
2. Alabando
al Señor del cielo y de la tierra, aquel que creo todo lo que existe.
3. Comprende
las maravillas de Dios, su grandeza; como él ha sido generoso, misericordioso.
¿Quién alaba? El que reconoce.
Salmo 92:1-4
Nos da unas pautas, nos dice
que alabar a Dios es bueno, saludable, no negociable, irremplazable. Nada mejor que alabar a Dios. A veces reconocemos
que algo pasa con nuestra vida. Podemos orar, ayunar, pero hace falta algo más.
Entrar en una dimensión de victoria; la alabanza ofrece esa victoria
espiritual.
Si alguno esta triste, haga
oración; si esta alegre cante alabanzas.
La alabanza es victoria espiritual. Usted ingresa en oración, pero sale vitoreando
alabanza; si llegamos a la presencia de Dios con tristeza, cargas, problemas,
pero salemos victoriosos, cantando alabanzas.
No es correcto que una persona
ingrese triste, y sale triste; porque en la presencia hay plenitud de gozo.
¿Cómo debemos salir de la presencia de Dios? Gozosos. ¿Cómo se alaba a Dios? Con cantos, salmos,
anunciando su misericordia y fidelidad cada noche.
También dice, con instrumentos
musicales; con decacordio, salterio, en el tono suave con el arpa. Me has
alegrado con tus obras. En las obras de
Jehová cuanto me gozo. Hay que enseñarle
a la gente a dar testimonio.
Si alcanzáramos a imaginar como
Dios usa los testimonios, porque estos no son teorías sino realidades; como la
palabra de Dios es viva y eficaz y se manifiesta trayendo respuesta a una
persona.
Puede ser más efectivo un
testimonio que un sermón; puede ser más contundente; porque a través de ese
testimonio la persona se identifica, se refleja en él; quien da testimonio hace
las veces de espejo.
1. Es
la voluntad de Dios que se escuche la alabanza
2. Es
una bendición aprender a alabar a Dios
3. Jesús
nos dio ejemplo, se gozaba en las obras del Padre
4. Debemos
ser sensibles a las obras de Dios
Hebreos 13:15
Aquí tenemos unas claves muy
importantes:
1. La
alabanza debe ser una ofrenda continua,
es un estilo de vida. Debo alabar a Dios no solo en el distrito, es
personal, también es congregacional. Es muy bello un ejército alabando a
Dios. Pero cuál es la alabanza en la
cual Dios se goza conmigo, aquella que le ofrezco en la intimidad. Allí se tienen libertad. Puede decir lo que
piensa, lo que siente, que su corazón se exprese. Hay días que uno más sensible
que otros. Y uno se quiebra. (Salmo
34:1) La alabanza es un modo de vida.
(Caso cuando me robaron, “venían por ti, solo fue el reloj)
2. La
alabanza debe ser en el espíritu, “por medio de él”. No se esfuerce en la
carne, no surte el efecto esperado. Hay personas que colocan canciones porque
le gustan. “colócame esa canción que me fascina”. ¿Acaso la canción es para darle gusto a la
carne? Tan bueno que la pasamos, eso fue
lúdica, entretenimiento. Hay canciones con las que uno se edifica. Pero hay que
tener mucho cuidado, pida dirección al Espíritu Santo. Que el dirija su alabanza. No son canciones
para complacencia personal, satisfacción de la carne o gusto de uno, sino para
alabar a Dios. (1 Corintios 12:3) (1 Corintios 14:40) La alabanza se ofrece en
el espíritu. De lo contrario se vuelven canciones del alma. No es
musicoterapia. No son canciones del espíritu. No es colocar al cantante que me
gusta. No es el alma quien decide sino el Espíritu Santo. Esta sinfonía maravillosa
la hace el Espíritu, y él lo hace “todo decentemente y con orden”. De pronto le ha pasado que la alabanza esta
distorsionada, desordenada, disonante, como que no es; porque está
improvisando.
3. La
alabanza es un sacrificio; en el tiempo antiguo ofrecían víctimas, miles de
holocaustos; y se la pasaban todo el día en el altar del sacrificio; hoy en día
no pide eso, el único sacrificio es la alabanza, con una condición, la que nace
de un corazón grato a Dios. (Salmo 51:15-17) Este es el sacrificio que Dios no
va a despreciar, es un sacrificio grato a Dios.
Abandonando toda altivez, orgullo, pecado, ira, vanidad.
4. La
alabanza es fruto de labios, palabras que nacen de un corazón limpio, sano,
libre. (Santiago 3:9-11) Dice la Biblia, “de la abundancia del corazón, habla
la boca”; para que por esa boca salgan frutos de alabanza, que glorifiquen a
Dios, ¿Cómo debe estar el corazón? Sano, limpio, libre. Por eso hay que tener
tanto cuidado con el corazón. Una
fuente, no puede echar por una misma fuente echar agua dulce y amarga. De una
misma boca no debe proceder bendición y maldición. De esa boca debe salir
alabanza a Dios, pero también, respeto y bendición a los hombres. Debemos procurar que las persona abran sus
labios para que proclamen su alabanza.
5. La
alabanza es para glorificar a Dios; es el propósito tiene como fin alabar a
Dios. La motivación principal es exaltar el nombre de Dios; no es pasarla bien,
no es una terapia de relajación, así sea que sirva para relajarse, así quien
alabe a Dios salga descansado en el cuerpo, alma y espíritu. La alabanza no
tiene como principal objetivo distensionarnos o relajarnos, eso es un
beneficio, un resultado; el principal objetivo de la alabanza es glorificar a
Dios. (Salmo 76:1-4) A el queremos exaltar y alabar, poner gloria en su
alabanza.
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