El monte como lugar de tratamiento
Génesis 32:22-31
22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos
mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23 Los
tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 24 Así
se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Y
cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su
muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y
dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me
bendices. 27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él
respondió: Jacob. 28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu
nombre Jacob, sino Israel;[a] porque has luchado con Dios y con los
hombres, y has vencido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo:
Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi
nombre? Y lo bendijo allí. 30 Y llamó Jacob el nombre de aquel
lugar, Peniel;[b] porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue
librada mi alma. 31 Y
cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.
Entre los lugares de encuentro
con Dios, hay uno muy destacado en la Biblia, llamado PENIEL. Jacob se levantó una noche, dejó su familia
en el valle, y se dirigió a Peniel. Ya Dios
se le había manifestado en otras oportunidades, ya se le había hablado en otros
lugares, como es el caso de Betel (Casa de Dios)
Dice la escritura, tomos a sus
dos mujeres, a sus once hijos, a sus siervos, y paso el vado de Jaboc, los tomó
pues, y los hizo pasar a ellos y a todo
lo que tenía. Y en el vers. 24, comienza
el énfasis que vamos a estudiar, “así se quedó Jacob solo”.
Cuando tomamos la decisión de
recibir el tratamiento de Dios, debemos entender algo, lo que pasa con mi vida,
lo que ha pasado, lo que va a pasar, tiene un responsable, yo mismo. Y debo
asumir la responsabilidad. El tratamiento se recibe a nivel personal.
A veces uno quisiera que los
demás cambiaran. La mala noticia, es que
tal vez los demás no van a cambiar; o al menos, ellos cambiaran el día que decidan
hacerlo. La buena noticia, es que, así
ellos no cambien, esto no me tiene que afectar. Pero cuando, no me afecta,
cuando el que cambio soy yo.
La Teoterapia es el tratamiento
de Dios al hombre, a la persona, al individuo; cuando estamos casados, somos
“una sola carne”, pero el tratamiento que recibe cada uno es el que necesita de
manera particular. En algunas ocasiones
se recibe un tratamiento en pareja, pero no se puede perder de vista la escala
del individuo.
Llega un momento en la vida en
que debo entender eso, que debo ir a presentarme a Dios. Tal vez en representación de otros; pero la
Teoterapia, el tratamiento es para mi vida y yo lo tengo que recibir. Por eso Jacob dijo a sus mujeres, a sus once
hijos, a sus siervos que siguieran, porque era un asunto que debía tratar entre
Dios y el.
Es un asunto que se debe resolver con Dios; el
tratamiento es individual, personal.
Primera característica cuando vayamos al monte a recibir tratamiento, ES
UNA DECISION PERSONAL. Que el otro no
quiere, que no se ha dispuesto, es problema de él. Ya más adelante querrá, se lo revelará el
Señor; pero si ya lo entendí; mas como en el caso de Jacob, que era cabeza de
familia, se debía presentar.
No es esperar que el otro quiera
para entonces querer yo. No puedo
esperar que el otro arranque para solo entonces arrancar yo. Entonces, dice la Biblia, que Jacob se quedó
solo, y luchó con el un varón, hasta que rayaba el alba. Y aquí viene otro aspecto, la Biblia lo llama
LUCHA
¿Qué es una lucha? Una
confrontación. Y a veces cual es la gran lucha con Dios. Los deseos del
espíritu que se oponen a los deseos de la carne. Batallan en el interior. Tal vez, cuando uno va al monte, no va a luchar
con un ángel, como le sucedió a Jacob, pero si va a enfrentar una batalla, los
deseos de la carne que se oponen a los del espíritu. Hay una lucha interior
entre el viejo y el nuevo hombre. Entre
esa vieja naturaleza que se resiste a ser vencida, y esa nueva naturaleza, que
tímidamente se manifiesta para ser luego victoriosa.
En el monte se enfrenta una
lucha, y a veces esta es, y Jesús la vivió en Getsemaní, en relación a conocer
la voluntad del Padre. “Pero que no se haga mu voluntad, sino la voluntad del
que me envió”. La lucha también es eso,
una confrontación, un conflicto entre los pensamientos de Dios y mis
pensamientos.
Una lucha entre ese corazón duro, y un corazón
que quiere ser de carne; la lucha que
vivió Pablo en Romanos 7; entre hacer lo que se quiere y hacer lo que no se
quiere: Una lucha entre ese hombre carnal y el espiritual. Hay dos pueblos dentro de mí luchando. Hay
una lucha, una confrontación, un
conflicto, un forcejeo.
“Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó el sitio de su
muslo”, ¿esto que representa? La debi8lidad de la carne. Tal vez Usted no será tocado como lo fue
Jacob, pero en Usted y en mí, si sale a relucir algo, la carne, La
debilidad. “Porque a la verdad el
espíritu está dispuesto pero la carne es débil”.
El muslo descoyuntado representa
eso, que muchas veces queremos hacer lo que Dios nos dice, pero el carne, esa
parte humana, que no se facilita: Entonces, dice que independiente que fue
descoyuntado, el siguió luchando. Y ese
es el gran ejemplo que nos da Jacob.
El gran ejemplo, que a pesar de
la debilidad humana, de la carne, que se resiste; los deseos de la carne que
resisten a los del espíritu, no me voy a dejar doblegar. Él se impuso al dolor, a la fatiga, al
cansancio, a ser descoyuntado.
El se descoyuntado, también tiene
una aplicación, y es la CIRUGIA, que él quiere hacer en nuestro corazón. ¿Qué
es descoyuntar? Sacar algo que esta enquistado, empotrado. No es que Dios nos va a descoyuntar como
Jacob, pero su va a sacar algo que está bien guardado en el corazón, y eso
duele.
Renunciar a algo que lo tengo
bien guardado, duele mucho. Renunciar a
alguien que no me conviene; pero que no es la persona que Dios tiene para mí, y
él se ve en la necesidad de descoyuntarme en el corazón. A sacarme de un estilo de vida que no es, y
eso duele.
“Déjame porque raya el alba. Y Jacob dijo: No te dejaré sino me
bendices”. Es la determinación, la
decisión de un hombre a ser liberado, ser sano.
Y cuando uno va al monte, es como cuando vamos a Israel; uno no hace
semejante viaje, inversión, para regresar igual. ¿Vamos a ese lugar a recibir la bendición, a
recibir la cirugía en el corazón.
“Y el varón le dijo, ¿Cuál es tu
nombre? Y el le dijo: Jacob. ¿Qué significa Jacob? Engañador, usurpador,
mentiroso, tramposo. La vida se había caracterizado por eso. Hizo honor a su
nombre; todo lo consiguió a base de trampas, engaños, mentiras; líos,
conflictos; a donde iba cazaba peleas.
Siempre con enemigos, peleas; a donde iba, no salía bien.
Y el estaba cansado de eso;
quería liberarse; ya no quería seguir llevando esa vida que había llevado
siempre. El ya no quería esa vida,
quería que su vida diera un giro, él quería un cambio. Anhelaba tener su familia, tener lo suyo, lo
propio;: tener una vejez feliz, y por eso. Se regresó de donde Laban, porque
quería tener su casa, su familia.
Pero él sabía, que así tuviera
una casa, y una tierra, si él seguía siendo el mismo bribón que siempre había
sido, no sería feliz. No era la casa, ni
el lugar, ni irse a otra tierra lo que lo iba a ser feliz; así estuviera en la
tierra prometida, así estuviera en su casa propia.
Su problema no era externo, sino
interno. Y por eso antes de cruzar hacia la tierra de Israel se sube a Peniel y
allí el Señor lo confronta. ¿Cuándo le
dice, quien eres tú? Le está recordando su realidad; como había sido su vida
desde su nacimiento.
Y al decir, Jacob, lo que está
diciendo, es “mi vida ha sido un problema permanente”, pero ya no quiero
más. No quiero ser más Jacob, entonces
le dice, “y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel
porque has luchado con Dios y has vencido (18:30)
Y allí se da e cambio, una nueva
identidad, una nueva vida, ya no más Jacob, sino Israel, ya un líder vencido
sino uno que vence; ya no esclavo sino heredero y libre.
“Jacob, le dijo: declárame el
nombre. Y el varón le dijo: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo
allí”. ¿A qué vamos al monte? A recibir
la bendición, el tratamiento, la sanidad.
“Y llamó Jacob, aquel lugar,
Peniel, porque dijo: Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma”. Eso es lo que sucede en Peniel, en el lugar
de encuentro con Dios, a eso va uno al monte del tratamiento, a tener un cara a
cara con Dios.
Esto es como en esos programas
televisivos, que tienen una cara a cara, que se dicen la verdad. A eso voy, a decirle mi verdad a Dios, y a
que Dios me diga su verdad. Y soy libre,
porque la verdad me hace libre. Cuando
conozco la verdad de Dios, el me hace libre.
“Y fue librada mi alma”
Ese hombre salió nuevecito, nueva
mente, nueva alma, nuevo corazón, nueva voluntad, nueva actitud, nuevo lenguaje,
renovado. ¿A qué va uno al monte? A que Dios nos renueve, a que Dios nos
revele.
“Y cuando había pasado Peniel, le
salió el sol”, aplíquele la simbología a esto, para que nos salga el sol, hay
que pasar por Peniel. Muchos venimos de
noches largas, oscuras. Solo quien pasa
por Peniel, le sale el sol.
“Y cojeaba de su cadera”. ¿Por
qué cojeaba? Porque Dios le dio una marca.
Uno va al monte as que Dios lo marque.
No es que va a salir cojeando, Dios va a poner una marca, no en la
cadera, pero si en el corazón.
A eso vamos al monte; todavía
estamos a tiempo, si todavía puede subirse al bus, no se pierda esa
oportunidad. Cada día trae su afán, el mañana es una expectativa. Nadie está
seguro de lo que pasara mañana. Lo que cuenta
es aquí y ahora. El mañana está en las
manos de Dios. “Si Dios quiere, (dice
Santiago) haremos esto o aquello”, lo único con que realmente cuento, es el
aquí y el ahora. La decisiones que tome hoy; eso si, lo que siembre hoy, lo voy
a cosechar mañana.