Regla #
346
“Y tened entendido que la paciencia de nuestro
Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la
sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas,
hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de
entender, las cuales indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras
Escrituras, para su propia perdición.” (2 Pedro 3:15-16)
Las Escrituras nos han sido dadas para nuestra
salvación, que solo es posible mediante el conocimiento de Dios y del camino
que el ofrece al hombre; las cuales son imposibles de entender a menos que,
reconozcamos la deidad de Cristo y su obra redentora y le permitamos al
Espíritu Santo, revelar a ese Cristo Redentor y Resucitado en nuestra vida. Quien no siga esta guía, perecerá en su
propia ignorancia y obstinación.
Regla #
347
“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de
antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis
de vuestra firmeza.” (2 Pedro 3:17)
Dice en otra parte, “quien piensa estar firme
mire no caiga”, lo que señala la importancia de cultivar el espíritu y
alimentar la fe, además de evitar toda especie de contaminación; porque quien no
sigue esta instrucción, corre el riesgo de dejarse arrastrar por las corrientes
de este mundo, que promueven aquellos interesados en defender sus creencias
basadas en el error y no en la Verdad. Nadie
está exento de caer, por eso lo mejor, es no dar por hecho nuestra firmeza,
sino afianzarla cada día, manteniéndonos en buena forma espiritual.
Regla #
348
“Antes bien, creced en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad.”
(2 Pedro 3:18)
La madurez y el crecimiento espiritual obedece
a dos razones fundamentales, primero: crecer en la gracia, esto es, depender
cada vez mas de la obra que Dios hace en nuestra vida, dejando que sea él,
quien usen todo aquello que nos ha dado, según sus propósitos y cada vez menos
de nuestras propias fuerzas y recursos.
Segundo, conocer Cristo en toda
la dimensión de su deidad y humanidad, para ser cual Cristo aquí en la tierra;
dando honor y gloria, ahora y por la eternidad.
Regla #
349
“(Porque la vida fue manifestada, y la hemos
visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el
Padre, y se nos manifestó.” (1 Juan 1:2)
La más maravillosa experiencia que alguien
pueda tener, es encontrarse personalmente con Dios, y recibir el impacto sobrenatural
de su amor; una experiencia real que resulta incuestionable ante las evidencias
de sus manifestaciones. Quienes hemos tenido esta experiencia, no podemos
quedarnos callados; y así no se abrieran nuestros labios para testificar a
otros de lo que Dios ha hecho, nuestra vida y el cambio personal resulta tan
elocuente, que no puede pasar inadvertido, y es justo dar una explicación lógica
y razonable que lo sustente. Cuánto más, y esto es incuestionable, que el
cambio no es un proceso de superación personal, sino la evidencia de la intervención
divina en nuestra vida.
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