TEOTERAPIA PARA EL ESPIRITU: DEJAR QUE DIOS DEFIENDA MI CAUSA

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 31

SALMO 31
“En ti, oh Señor he confiado; no sea yo confundido
jamás; líbrame en tu justicia. Inclina a mi tu oído, líbrame pronto;
se tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu
nombre me guiarás y me encaminarás.
Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio. En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has
redimido, os Señor, Dios de verdad (1-5)… Ten misericordia de mí, oh Señor,
porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también
y mi cuerpo. Porque mi vida se va
gastando de dolor, y mis años de suspirar.
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad y mis huesos se han
consumido. (9-10)…Mas yo en ti confió, Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tus manos están mis
tiempos… (14) Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu
misericordia. No sea yo avergonzado jamás, ya que te he invocado (17)… ¡Cuán
grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a
los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu
presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en tu
tabernáculo a cubierto de contención de lenguas (19-20)… Bendito sea el Señor,
porque se ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad
fortificada. Decía yo en mi premura: Cortado soy delante de mis ojos; pero
tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba. Amad a al Señor, todos vosotros sus santos; a
los fieles guarda Dios y paga abundantemente al que procede con soberbia. Esforzaos todos vosotros los que esperáis en
Dios, y tome aliento vuestro corazón. (21-24)
Dios es un Dios de paz y no de confusión; cuando creemos en
él y a él; cuando le confiamos a él nuestra su vida, las decisiones, los
tiempos, podemos estar seguros y disfrutar de dos beneficios inmediatos que da
a quienes en el confían: Una paz que sobrepasa todo entendimiento, y no ser confundidos
jamás. El pone orden en los pensamientos
y trae luz a la vida. Cuando confiamos
en él, experimentamos una rara paz y seguridad que solo él puede dar.
La seguridad y confianza que experimenta el salmista la que
quiere ilustrar de muchas formas a través de su oración; “tú eres mi roca”, “tú
eres mi castillo”, “por tu nombre me guiarás, me encaminarás”. ¿Qué es lo que
debemos hacer entonces? Encomendarnos y esperar en él; gozarnos y alegrarnos en
su misericordia. ¿A cuántos les pasa, “que se les ha consumido la vida? Se les
han pasado los años suspirando, en lugar de acercarse a Dios. Más bien debemos es acercarnos a Él, y
declarar: “en tus manos encomiendo mi espíritu”, “en tus manos están mis
tiempos”, “en tus manos está mi vida”, “tú me has redimido”, “tú has visto mi
aflicción”, “Yo en ti confió, porqué Tu eres mi Dios”, “cuán grande es tu
bondad”; “bendito sea el Señor que ha hecho maravillas conmigo”; “tu oíste mis
ruegos cuando a ti clamaba.”
Este salmo que es una declaración de confianza en Dios, es
una hermosa guía que nos indica como orar; porque a veces no sabemos pedir como
conviene, pero su Espíritu nos ayuda, y nos enseña a orar, teniendo como base
su Palabra. Quien ora, y acude a la
Palabra de Dios, y se apropia de las promesas, descansa y espera en ellas;
tendrá paz y no será confundido. ¿Qué
debemos hacer entonces? Esforzarnos y no desmayar. No permitir que ni las personas ni las
circunstancias nos derriben o derrumben; que ni las adversidades ni los
adversarios tomen control; porque a cada uno, pagará Dios según sus obras. Alentémonos en el corazón; ¡Sí! es lo que
debemos hacer, y esperar en él. ***Aprovecha este momento para hablar con
Dios**** Orar con la Canción Esperar en ti, de Jesús Adrián Romero****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 30

SALMO 30
“Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, y no
permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.
Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste. Oh Jehová, hiciste subir mi
alma del Seol; me diste vida para que no descendiese a la sepultura.” (Vers.
1-3)
Quien se ha visto alguna vez cara a cara con la muerte y
tiene la experiencia dramática de ser librado de esa situación por la mano de
Dios, queda impreso en su corazón una huella imborrable. Que decir de aquellas
situaciones en las cuales sentimos que morimos; que morimos un poco. Cuando
enfrentamos situaciones tan difíciles a punto de desfallecer, que pareciera que
no seremos capaces de resistir.
Hay situaciones muy difíciles, que no alcanzamos a prefijar;
situaciones que nos hemos fabricado; las que necesariamente debemos encarar, en
la confianza que nos estamos solos, sino que Él está con nosotros; situaciones
de crisis que las encaramos en sociedad con Él.
Y esto es lo que debemos declarar, que no estamos solos, sino que el
Dios todo poderoso está con nosotros.
Que el especialista de los imposibles está de nuestra parte;
que su presencia va con nosotros; no estamos solos enfrentando el problema o
dificultad; que esa situación, cualquiera que sea, no escapa a la soberanía de
Dios; cumple un propósito soberano, superior; tiene una razón de ser. Como lo
afirma, el siquiatra Viktor Frankl, “cuando uno entiende el porqué, está
dispuesto a soportar cualquier como”.
Nuestra confianza reposa en que Dios nunca no dará a
sobrellevar algo que esté más allá de nuestra capacidad; de alguna manera,
hemos sido preparados toda la vida, para encarar y enfrentar esa situación
difícil. Ha desarrollado esa capacidad, y es necesario pasar por este trance;
para ser sanos, libres, y ser preparados para las ligas mayores.
Una vez que superemos este trance, y dejemos atrás ese
problema, seremos más grandes en el Señor.
Habremos crecido como seres humanos.
Esta experiencia de la vida, esta colegiatura, este proceso, nos sirve
de preparación y formación para mayores desafíos. La lección que aprenderemos
nos hará más sabios.
“Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda
la vida. Por la noche durará el lloro, y
a la mañana vendrá la alegría.” (Vers. 5)
Hay situaciones que hacen parte de la formación y disciplina
de Dios; y a menos que así lo asimile y asuma; que lo comprenda de esa manera,
va a superarla. En otro tiempo
usted decía, “en mi prosperidad, no seré
jamás conmovido.” (Vers. 6) pero ya está
entendiendo que no era como usted pensaba, ya está asimilando la lección. Y es la hora de salir de allí, de desatar ese
cilicio. “todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Y él quiere desatar ese cilicio y ceñirnos de
alegría.
Los problemas que nos fabricamos, nos llevan a recibir la
disciplina de Dios; “por la noche durará el lloro, pero a la mañana vendrá la
alegría”; por eso dice el salmista, “a ti, oh Jehová, clamaré, y al Señor
suplicaré” (Vers. 8), “Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú
mi ayudador.” (Vers. 10) El es quien cambia el lamento en baile y la tristeza
en alegría. ***Aprovecha este momento para hablar con Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 29

SALMO 29
“Tributad a Jehová, oh hijos de
los poderosos, dad a Jehová la gloria y el
poder. Dad a Jehová la gloria
debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.” (Vers.1-2)
En este salmo el rey David, nos
recuerda nuestras responsabilidades con la persona de Dios; tres acciones que Él
espera de nuestra parte y que son expresiones de nuestro amor y compromiso
hacia Él. En toda relación afectiva, no
solo deben darse manifestaciones de amor sino expresiones de compromiso, las cuales
consisten en cumplir con responsabilidades.
Por ejemplo, en el matrimonio;
desde el momento en que una pareja se une en el altar, se hacen votos o
compromisos; que son expresiones del amor que se tienen el uno al otro; y será el cumplimiento de esos compromisos, la
demostración que el amor sigue vivo. No basta con decirse que se aman, debe
demostrarse ese amor, a través del cumplimiento de las responsabilidades.
El Señor Jesús, le preguntó a
Simón Pedro en tres oportunidades, ¿Me amas, más que estos? ¿Me amas? Simón le
respondió, “tú lo sabes todo; tu sabes que te amo”. El Señor le dijo:
“apacienta mis corderos”, “pastorea mis ovejas”, “apacienta mis ovejas”. (Juan 21)
El Señor esperaba que Simón le
demostrara su amor, no con palabras sino con hechos; y no con cualquier hecho,
sino concretamente en aquello que él esperaba de Simón.
Volviendo al salmo, encontramos
tres acciones que Dios espera que quienes somos sus hijos y sus siervos, las
cumplamos. Y que lo hagamos no solo como
un acto de obediencia, sino como una demostración de nuestro amor y gratitud a
él. Estas tres acciones son: Tributad, Dad, y Adorad. Esto lo hacemos para él, y lo hacemos de
corazón. Por supuesto que el amor
demanda esfuerzo, por eso debemos amar a Dios con todas nuestras fuerzas.
El Señor espera que le tributemos
aquello que a él le pertenece. Y que lo
hagamos con amor, por “Él ama al dador alegre.” (2 Corintios 9:7) Los tributos, son los prestaciones o
impuestos que pagamos de manera obligatoria al Estado, para su sostenimiento;
los ingresos que percibe el estado, para su sostenimiento o gasto público;
estos fondos, que representan las contribuciones del pueblo, se guardan en el
erario público, o tesoro de una nación, departamento o municipio.
A unos principales que se
acercaron a Jesús, preguntando si era lícito dar el tributo a Cesar; pero esto
lo hacían con el fin de sorprenderle en alguna palabra, para luego usarla en su
contra. El Señor, sabiendo de la astucia de ellos, les dijo: “¿Por qué me
tentáis? Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Ellos
respondieron de César. Entonces les dijo: Pues, dad a César lo que es de César,
y a Dios lo que es de Dios.” (Marcos 20:22-25)
De la manera que le cumplimos a
César, con la misma solicitud, debemos cumplirle a Dios. El Señor espera que le Glorifiquemos, “dad a
Dios la gloria y el poder”, “dad gloria a su nombre”. Glorificar a Dios, no solo es reconocerle
como nuestro Dios; sino honrar su nombre, viviendo a la altura de hijos de
Dios, glorificándole en toda nuestra manera de vivir. “Sed santos en toda
vuestra manera de vivir” (1 Pedro 1.15)
Finalmente, Él espera que le
adoremos, ¿pero en que dimensión? “en la hermosura de las santidad. Revisemos,
como está nuestro corazón, respecto a nuestros compromisos; no solo aquellos
relacionados con la vida de principios, sino con aquellas promesas que sin el
pedírnoslo, se las hemos hecho a Dios, y también debemos cumplirlas.
(Eclesiastés 5:4-5)
***Aprovecha este
momento para hablar con Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 28

SALMO 28
“A ti clamaré, oh Jehová.
Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú,
semejante a los que descienden al sepulcro.
Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia
tu santo templo?” (Vers. 1-2)
¿Qué sería de nuestra vida si no hubiéramos conocido al
Señor, sin tener la oportunidad de tener comunión con él? Hoy en día la
sociedad vive en una desesperante zozobra, porque las personas no saben a quién
acudir en medio de la angustia; por eso, la gran mayoría se refugian en
conductas adictivas. La soledad espiritual es semejante a quien desciende a un
sepulcro de abandono y ausencia de vida.
¿Qué nos mantiene vivos? La comunión con Dios.
“No me arrebates juntamente con los malos, y con los que
hacen iniquidad, los cuales hablan paz con sus prójimos, pero la maldad está en
su corazón. Dales conforme a su obra, y
conforme a la perversidad de sus hechos; dales su merecido conforme a la obra
de sus manos. Por cuanto no atendieron a
los hechos de Jehová, ni a la obra de sus manos, él los derribará, y no los
edificará.” (Vers. 3-5)
En el mundo no solo hay aflicción, sino maldad. Las acciones perversas de las personas no
tienen límites; nos asombran y nos parece difícil creer, que las personas sean
capaces de hacer daño, principalmente a otros que les han hecho bien; o a personas
inocentes. En realidad, la maldad está
en su corazón, porque así se comporta una persona que no está llena de Dios,
sino de egoísmo, necedad y pecado.
Como hijos de Dios, sabemos que la obra de aquellos que
actúan para hacer mal, no prosperará; sino que “el los derribará, no los edificará.” Nuestra
tendencia natural, por aquello del instinto de supervivencia, es a defendernos
por nuestra propia cuenta; pero en ese empeño, muchas veces estorbamos a Dios,
o hacemos lo equivocado. Debemos deja a
Dios actuar, y que él se haga cargo de aquellos que hacen mal. Él nos dirigirá a tomar las acciones y
decisiones correctas.
“Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en el
confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi
cántico le alabaré. Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador
de su ungido. Salva a tu pueblo, y
bendice a tu heredad; pastoréales y susténtales para siempre.” (Vers. 6-9)
En todo caso, nuestra seguridad debe estar cimentada en el
Señor; no debemos permitir de ninguna manera, que las acciones de los malos,
nos llevan a llenarnos de odio o rencor, porque nos haríamos semejantes a
ellos. Lo que debemos es tener la absoluta certeza y confianza en quien es
nuestra fortaleza y escudo; en quien debemos confiar y de quien recibimos la
ayuda.
El Dr. Néstor Chamorro, ante las acciones de personas que
buscaban hacerle daño o mal, el guardaba su corazón del rencor; oraba para que
aún el Señor tuviera misericordia de sus detractores; “no tengo tiempo para
odiar, solo para amar”, nos decía el padre en la fe. Declaremos con la
seguridad con que David lo hacía, “salva a tu pueblo y bendice tu heredad”, y permitamos
que el señor nos sustente y pastoree siempre. ***Aprovecha este momento para hablar con
Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 27

SALMO 27
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién
he de atemorizarme?” (Vers. 1)
David tuvo que enfrentar muchas batallas y vencer ejércitos,
para llevar a Israel a su esplendor. A fuerza de sobrevivir hizo de la fe y el
valor su estandarte. Y aunque reconocía sus temores y debilidades, su seguridad
estaba en Dios. ¿Qué hizo de David un hombre victorioso? Que logró vencer el
temor. Él sabía que su secreto estaba en
Dios. Hay dos grandes inhibidores y
paralizantes para la acción: el miedo y el desánimo. El temor no debe ser un
vencedor sino un vencido. Hay dos tipos
de temores; los que resultan de peligros reales y los que son resultados de la
sugestión. Por eso el habla del temor y
del atemorizarse. En el primero, alguien nos infunde temor, en el segundo, nos
llenamos de temor, miedo, inseguridad.
En la práctica resulta más paralizante el temor imaginado que el
infundado. Esa es la diferencia entre llenarse de temor y estar confiado. (Vers.
3) En los temores imaginados, opera la
mente, la imaginación, más que la realidad; la sugestión lleva a la persona a
predisponerse a los peligros; el temor alimentado por la mente, es lo contrario
a la fe; así como la fe obra en positivo para que creamos que nos va a ir bien,
el miedo obra en negativo, y nos lleva a
creer que nos va a ir mal. “porque el temor que me espantaba me ha venido, y me
ha acontecido lo que yo me temía. No he
tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; no obstante, me vino turbación.”
(Job 3:25-26)
“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en
la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de
Jehová, y para inquirir en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo
en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me
pondrá en alto.” (Vers. 4-5) El rey
David, el hombre conforme al corazón de Dios, el dulce cantor de Israel, pudo
haberle hecho muchas otras peticiones a Dios; como rey, buscaba la seguridad
frente a sus enemigos, la extensión de sus dominios, el crecimiento de su
reino, su gloria, riquezas, triunfos; muchas cosas podemos pedirle a Dios;
muchos piden riquezas, honra, fama; pero el rey David, solo demandaba una cosa,
estar en la presencia de Dios, todos los días de su vida; y el reconocía que,
de él también dependía que esto se cumpliera. Él debía esforzarse en buscar a
Dios, para disfrutar el “cara a cara con Él”, estar en lo reservado de su
morada, en lo oculto y secreto de su habitación.
David entendió que solo estando en la presencia de Dios
podría ser libre del temor y del desánimo.
En la intimidad con Dios se recibe una seguridad que solo Dios puede
dar; por eso dice, “aunque un ejército acampe delante de mí, no temerá mi
corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Vers. 3) él
sabía que su dependencia estaba en Dios y en ello sustentaba su seguridad y
confianza; en la presencia de Dios, llenaba todo vació, suplía toda faltante,
cubría toda necesidad. Y en situaciones
desmoralizantes que generan desanimo, en el Señor hallaba su estabilidad y
plenitud. (Vers. 10) En la presencia de
Dios podía conocer el camino a seguir, decisiones a tomar; en su luz, podía ver
la luz. El Señor le enseñaba, guiaba y guardaba. En la presencia de Dios se remozaba, se
levantaba cada día como un águila, para conquistar las elevadas cumbres. En la presencia de Dios se entregan
debilidades y desánimo (Vers. 13) y es en la presencia de Dios donde somos
fortalecidos para esperar y aguardar sin desalentarnos, mientras llega la
respuesta anhelada de parte de Dios. (Vers.14)
***Aprovecha este momento para hablar con Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 26

SALMO 26
“Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he
confiado asimismo en Jehová sin titubear.
Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y
mi corazón. Porque ti misericordia está
delante de mis ojos, y ando en tu verdad.” (Vers. 1.2)
Todos debemos tener una declaración personal de principios;
aquellas reglas rectoras de vida en las que hemos creído y que rigen nuestras
acciones. Todo pasa, los principios ni pasan, ni cambian, ni se negocian. Quien
vive por principios está en paz con Dios, consigo mismo y con los demás. No hay una libertad mayor, que tener una
conciencia tranquila. Y nada peor, que
vivir lleno de culpas. Quien se porta bien delante de Dios, necesariamente se
porta bien, o actúa en integridad delante de los hombres. “¿Quién acusará a los
escogidos de Dios?”. Por supuesto, aquellos que andan en integridad y rectitud
de corazón.
Muchos cometen el error, que por andar buscando quedar bien
con el mundo, quedan mal con Dios. Como decía Pablo, “Pues, ¿busco ahora el
favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si
todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” (Gálatas 1:10) Quien desconfía de Dios se refugia en el
favor de los hombres. David confiaba en Dios son titubear, él sabía que los
hombres, aun los más “dignos de confianza”, nos pueden fallar, Dios nunca nos
fallaría. Su Palabra no es de “hombre que miente ni hijo de hombres que se
arrepiente.”
“No me he sentado con los hombres hipócritas, ni entré con
los que andan simuladamente. Aborrecí la reunión de los malignos, y con los
impíos nunca me senté. Lavaré en
inocencias mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová, para
exclamar con voz de acción de gracias, y para contar todas tus maravillas.”
(Vers. 4-7) La certeza de tener una
conciencia limpia y tranquila nos da la libertad y la seguridad de andar seguros por la vida,
y también de andar alrededor del altar de Dios y poder acercarnos a él, en la
confianza de ser aceptos, porque “solo los de limpio corazón verán a Dios”,
“sin la santidad, nadie verá a Dios”. Y
esto nos capacita, para contar las maravillas de Dios.
“Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la
morada de tu gloria. No arrebates con
los pecadores mi alma, ni vida con hombres sanguinarios, en cuyas manos está el
mal, y su diestra llena de sobornos. Mas
yo andaré en integridad; redímeme y ten misericordia de mí. Mi pie ha estado en
rectitud, en las congregaciones bendeciré a Jehová.” (Vers. 8-12)
David era un hombre que amaba él estar con Dios; amaba más la
morada de Dios que estar con los impíos. El no cambiaba la gloria de Dios por
la gloria de los hombres; él sabía que la amistad con el mundo, se convertía en
enemistad con Dios. Jesús dijo, “¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo,
si pierde su alma? Moisés, rehusó llamarse
hijo de Faraón, y cambió los tesoros de los egipcios, por el vituperio de
Cristo, porque tenía la mirada puesta en el galardón. ¿Qué es lo que más
amamos? ¿Dónde está nuestra riqueza? Porque donde está nuestro tesoro, allí
estará nuestro corazón. ¿Estamos siendo
fieles a los principios y prioridades que Dios nos ha dado? Es un grave error y
una inmensa equivocación, ponerle precio a los principios. Nada mejor que poder
declarar, “en mi integridad he andado”, “he estado en rectitud”, y poder
bendecir a Dios en las congregaciones. ***Aprovecha este momento para hablar con
Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 25

SALMO 25
“A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío;
no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de
cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan
sin causa. Muéstrame, oh Jehová tus
caminos; enséñame tus sendas. Encamíname
en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he
esperado todo el día” (Vers. 1-2)
Una de nuestras necesidades más urgentes que debemos resolver
es saber qué dirección darle a nuestra vida.
Dice la escritura, “un pueblo sin visión perece”, “donde no hay
dirección sabia, caerá el pueblo”; y Jesús nos alienta recordándonos, “Yo soy
el Camino, la Verdad y la Vida”, “el que me sigue no andará en tinieblas.” No
es la sombra o la oscuridad lo que nos
hace tropezar; sino la ausencia de una luz que nos guie por el camino. La palabra de Dios es nuestra luz en medio de
la oscuridad, “lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”. (Salmo
119:105)
Hay tres acciones que David le pide a Dios; Primero: Muéstrame,
que sea Dios exponiendo, colocando delante de sus ojos; ¿Cuántas veces tenemos
las soluciones a los problemas delante de los ojos, al alcance de nuestra mano,
pero no los vemos, no los percibimos, no somos conscientes de ellos? Segundo: Enséñame,
es nuestra necesidad más sentida, aprender a vivir; por eso nos dice: “clama a
mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que no conoces” (Jeremías
33:3) Tercero: Encamíname, es conducir por el camino hacia un objetivo,
una meta. A veces, lo que nos falta, es tener claridad sobre las metas y
objetivos a los cuales nos debemos dirigir.
¿Qué nos ofrece Dios? Soluciones a los problemas de la vida; principios
para aprender a vivir y objetivos o metas, hacia donde dirigirnos, que le den
sentido, significado y trascendencia a la vida.
“Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus
misericordias, que son perpetuas; de los pecados de mi juventud, y de mis
rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu
bondad, oh Jehová. Bueno y recto es
Jehová; por tanto el enseñará a los pecadores sus caminos. Encaminará a
los humildes por el juicio y enseñará a los mansos su carrera” (Vers. 6-8)
El amor y la misericordia de Dios se manifiestan en que el no
solo da dirección y bendición a sus escogidos que andan en sus caminos, sino
también, aquellos que se arrepienten de sus malos caminos, o de sus pasos
equivocados y se arrepienten y disponen a hacer su voluntad. ¿Qué espera
nuestro Padre de sus hijos? Que reconozcamos que separados de él (que es la
definición de pecado, separación) nada podemos hacer. ¿A quiénes conduce él por la senda recta? A
los pecadores arrepentidos, a los humildes y a los mansos.
“¿Quién es el hombre que tema a Jehová? Él le enseñará el
camino que ha de escoger. Gozará él de
bienestar, y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que
le temen, y a ellos hará conocer su pacto.” (Vers. 12-14) La voluntad de Dios es que sus hijos y
escogidos gocemos de bienestar, (calidad de vida) y disfrute de la heredad que
nos ha dado. David entendió cuál debía
ser su prioridad y responsabilidad consigo mismo, “guarda mi alma, y líbrame;
no sea yo avergonzado, por en ti confié. Integridad y rectitud me guarden, porque
en ti he esperado. Redime, oh Dios, a
Israel de todas sus angustias”.
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momento para hablar con Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 24

SALMO 24
“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en
él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y l afirmó sobre los ríos”
(Vers. 1-2)
Cuando Él Señor nos dice, “pídeme, que yo te daré”, está en
lo cierto; él nos ofrece lo que nos puede dar, porque él es el dueño absoluto
de todo lo que existe, porque él lo hizo. Nadie da, de lo que no tiene; pero
nuestro Padre, nos ofrece aquello que no solo está en capacidad de dar, porque
le pertenece y tiene la potestad para hacerlo, sino porque él quiere darnos,
aquello que nos ofrece como heredad. “Todas las cosas que pertenecen a la vida
y a la piedad nos han sido dadas” (2 Pedro 1:3) debemos apropiarnos de todo
aquello que Dios nos ofrece.
¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar
santo? (Vers. 3)
Si todo no nos ha sido dado, ¿Por qué el hombre nos disfruta
esto? Porque no hay comunión entre un Dios Santo y un hombre pecador. Porque, así Dios nos ofrezca todo su amor,
poder y riqueza; el hombre no la recibe, por su condición espiritual; el pecado
no solo separa al hombre de Dios, sino también de todo aquello que Dios le
ofrece. Hay tres pecados comunes que privan de recibir y disfrutar esa vida
llena de ricas bendiciones que Dios nos ofrece: la ignorancia, la incredulidad
y la desobediencia. El espera que nuestro corazón esté rendido al dador más que
a sus dádivas.
“El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado
su corazón a cosas vanas, ni jurado con engaño.
El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación”.
(Vers. 4-5)
La vida cristiana no es un código ético, en el que debemos
cumplir una serie de normas y preceptos éticos, morales o espirituales; es una
vida transformada por la presencia y manifestación de su Espíritu en nuestra
vida; la evidencia de una vida llena y controlada por el Espíritu Santo, es una
vida de integridad, decencia, santidad, dominio propio, de amor, humildad y
servicio; y por supuesto, una vida llena de ricas y abundantes bendiciones.
Pablo lo enunció de esta manera, “no ya yo, sino Cristo en mí”. (Gálatas 2:20)
“Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan
tu rostro, oh Dios de Jacob.” (Vers. 6) ¿Quiénes
son los que reciben y disfrutan la bendición? ¿Los hijos de Dios? ¿Los
herederos? ¿Los llamados? ¿Los sirven en la obra? En realidad, los que le
buscan; a Él más que a su bendición, pero por una consecuencia natural, a
quienes le buscan, él les ofrece su bendición. Por ejemplo, el devocional es
como si desayunamos con Dios; pero que es lo importante, el desayunamos o la
persona que nos invita a su tomar su cena.
Debemos revisar en nuestro corazón, ¿que esperamos de la oración? ¿Solo
recibir algo de Dios, o disfrutar de su presencia?
“Él es el Rey de Gloria”; cinco veces, se nos dice y se nos
recuerda en este salmo, (Vers. 7-10) Él es el Rey. “el fuerte y valiente, el
poderoso en batalla”; Pero, ¿le hemos permitido al Rey de gloria, reinar y
señorear en nuestra vida y corazón? ¿Le estamos glorificando en cada una de las
áreas de nuestra vida? ¿Le estamos honrado y glorificando en aquella heredad
que nos ha dado a cuidar y administrar?
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momento para hablar con Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 23

SALMO 23
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de
delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.”
(Vers. 1-2)
Es maravillosa la visión que David tenía de Dios; para él,
Dios era su pastor, y nada le faltaría. Los seres humanos somos muy complejos,
y esto se debe, precisamente, a que tenemos dificultad para identificar
nuestras necesidades más sentidas, y lo más importante, saber cómo suplir o
satisfacer esas necesidades. David supo cómo resolverlo, no solo logró identificarlas,
sino que comprendió, de una manera revelacional, como Dios suple cada una de
ellas.
Las complejidades humanas se derivan de las faltantes; entre
más faltantes hayan, más compleja será la personalidad del individuo. Una persona que presenta agudas y profundas
carencias de tipo afectivo, asumirá diferentes tipos de comportamientos, que
evidencian un desorden o desequilibrio emocional. Los seres humanos somos seres carentes, y
esas carencias no llevan a asumir actitudes y conductas que dejan entrever esas
carencias.
Según el economista, Manfred Max Neef, las necesidades
humanas se definen en dos categorías: Existenciales, Ser, Tener, Hacer,
Estar. Y axiológicas, Subsistencia,
protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad,
libertad, y la trascendencia. El estudio de Max Neef, coincide con las
necesidades que David identifica en su vida, y como logra satisfacerlas
plenamente en su relación íntima con Dios.
En su declaración inicial, “nada me faltará”, deja constancia
que todas sus faltantes y carencias, las suple plenamente en Dios. Y luego
describe, estas necesidades y la manera, desde su experiencia personal, en que
Dios llena estas faltantes en su vida.
“en lugares de delicados pastos me hará descansar, y junto aguas de
reposo me pastoreará”. Es un descanso para el espíritu, el alma y el cuerpo que
se deriva de estar en la presencia de Dios.
Jesús dijo, “si alguno está cansado o trabajado, venga a mí, yo le haré
descansar”. (Mateo 11:28)
“Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por
amor de su nombre”. La humanidad hoy en día pide a gritos aliento
y dirección. El desierto es mortal cuando
hay desaliento y sin se avanza sin dirección.
En aquellos casos, cuando nos domina la soledad, el temor, la impresión
del desamparo, la soledad; David, declara: “aunque ande por valle de sombra de
muerte no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me
infundirán aliento.”
Nada resulta más paralizante que el miedo; “el temor pone
lazo al corazón”. Una persona que se
deja manejar y gobernar por sus temores, quedará congelado por el frio del
miedo. Hay diferentes miedos, a lo
incierto, a los peligros, a la enfermedad, al fracaso, al desamor o rechazo; a
la muerte. David, sabe que Dios unge y bendice su vida, y descansa en la
confianza que siempre estará a su lado, “ciertamente el bien y la misericordia
me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Jehová, moraré por
largos días”.
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 22

SALMO 22
“Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? ¿Por qué
estás lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de
día, y no respondes; y de noche, y no hay para mi reposo.” (Vers. 1)
Hay momentos en nuestra vida, como este en el que estaba
David; se sentía solo y desamparado; no que lo estuviera, sino que así se
sentía. Las emociones pueden llevar a
una persona a cometer locuras; y esto pueden hacerlo, llevados por un error. El
estado de ánimo puede cambiar de un momento a momento, con una buena noticia. De allí la importancia de mantenernos
fortalecidos en Dios y en el poder de su fuerza. Quien se refugia en la vida de oración y en
el estudio de la palabra de Dios, y permite que Dios hable a su corazón y el
infunda aliento a través de su palabra, no se sentirá solo ni desamparado.
Quien teme a Dios y en sus mandamientos se deleita, entre los beneficios que
goza, esta que, “no tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme,
confiado en Dios” (Salmo 112:7)
Siendo que David era un hombre conforme al corazón de Dios,
el no gozaba de la continua presencia y llenura del Espíritu Santo; por qué el Espíritu
no había sido derramado aún. En ese
entonces, los hijos de Dios recibían una asistencia o habilitación puntual, pero
no era permanente como si la podemos tener y disfrutar hoy, de la presencia
permanente del Espíritu Santo. Jesús
prometió, “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros siempre; el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora en
vosotros, y estará en vosotros. No os
dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (Juan 14:16-18)
La principal fortaleza de David estaba en su vida de
alabanza; él había entendido que no solo era orar, (muchos los hacen) sino
alabar a Dios. A propósito, de
aquellos que “claman y aun reclaman día
y noche; pero sus oraciones parece que no tuvieran respuesta; deben revisar su
calidad de oración, porque puede ser una oración quejumbrosa, lastimera,
emocional; pero no una oración poderosa, sustentada en la palabra de Dios y
guiada por el Espíritu Santo.
David encontró el gran secreto para una vida victoriosa y de
poder espiritual, en la alabanza, “Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las
alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los
libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en tu, y no fueron
avergonzados.” (Vers. 3-5) David era un
hombre altamente emotivo, y esta condición emocional, lo obligaba a depender
más de Dios que de sí mismo. “No te
alejes de mí, porque la angustia se acerca; porque no hay quien ayude”. (Vers.
11)
Este es un Salmo Mesiánico, considerado así, porque describe
en forma profética, episodios de la pasión y muerte de nuestro Señor. En la agonía de sus labios salieron aquellas
palabras, “Elí, Elí, lama Sabactani, que traducido es, “Padre, porque me has
desamparado”. Sin embargo, antes de
morir, le prometió a un hombre que estaba a su lado, que estaría con él, ese
día en el paraíso; y también dijo al Padre, “en tus manos encomiendo mi
espíritu, y expiró”. Es la actitud del hijo, que sufriendo la sensación de
desamparo, no se siente huérfano ni abandonado por su Padre, sino que hasta el
último momento, confió en el y se encomendó a él. ***Aprovecha este momento para hablar con Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 21

SALMO 21
“El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; y en tu salvación,
¡cómo se goza! Le has concedido el deseo de su corazón, y no le negaste la
petición de sus labios. Porque le has
salido al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro fino has puesto
sobre su cabeza. Vida te demandó, y se
la diste; largura de días eternamente y para siempre. Grande es su gloria en tu salvación; honra y
majestad has puesto sobre él. Porque lo
has bendecido para siempre; lo llenaste de alegría con tu presencia. Por cuanto el rey confía en Jehová, y en la
misericordia del Altísimo no será conmovido”.
Hay tres instancias en la vida de fe: Cuando se presenta una
situación de crisis o problema y decidimos enfrentarla o encararla; cuando
estamos en medio de la situación, atravesando ese valle de lágrimas o ese
desierto; y cuando hemos salido de la situación, superado la prueba, o hemos
llegado a la otra orilla, luego de haber cruzado por el mar embravecido.
Debemos reconocer que en todo el proceso vemos la mano de Dios
actuando, somos testigos de poder y de su misericordia; sin embargo, hay una
gran satisfacción, cuando logramos ese parte de victoria; cuando declaramos,
con alegría en nuestro corazón, que la prueba ha sido superada; y seguramente
vendrá otra prueba u otro desafío, pero nos hallamos gozosos, fortalecidos;
hemos crecido en la fe y en el conocimiento de Dios y nos sentimos mejor
preparados para desafíos mayores.
David está feliz y pletórico, porque estaba saboreando las
mieles de la bendición de Dios; pero deja entrever algo muy importante; David
era un hombre de oración que le creía a Dios, “le has concedido el deseo de su
corazón y no le negaste la petición de sus labios”. Muchos hijos de Dios esperan respuestas de
parte de Dios, pero deberían preguntarse, acerca de su vida de oración; de la
calidad de vida devocional que tienen.
Nuestra vida, logros y éxitos, será el fruto de nuestra vida de
oración. De cuanto estamos dispuestos, a
madrugar cada día y estar en su Presencia.
Como en el caso del hijo prodigo que regresa a casa, su padre
lo está esperando anhelosamente; su padre sale a recibirlo con los brazos
abiertos, y con bendiciones de bien, “Porque le has salido al encuentro con
bendiciones de bien; corona de oro fino has puesto sobre su cabeza”. Los mejores y más hermosos detalles de amor,
siempre vendrán de parte de Papa Dios para nuestra vida. No es la corona de oro
fino, su valor material lo importante, sino lo que ésta representa, la honra,
la dignidad y el respeto que Dios le otorga a su hijo amado. “Grande es su gloria en tu salvación; honra y
majestad has puesto sobre él.”
¿Cuál es el principal motivo de alegría para David? Dice,
“Porque lo has bendecido para siempre; lo llenaste de alegría con tu
presencia.” La más grande bendición, no es la material, sino disfrutar de la
presencia de Dios. Hay muchas peticiones
que le podemos hacer a Dios; pero hay una bendición que la supera a todas las
demás y es la que él está más interesado en darnos, su presencia. “En su presencia hay plenitud de gozo y
delicias a su diestra para siempre”. Si
hay un estado en el cual nos sentimos, seguros y protegidos, es en la presencia
de Dios, “Por cuanto el rey confía en Jehová, y en la misericordia del Altísimo
no será conmovido”.
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 20

SALMO 20
“Jehová te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de
Jacob te defienda. Te envié ayuda desde el Santuario, y desde Sion te
sostenga. Haga memoria de todas tus
ofrendas, y acepte tu holocausto. Te dé
conforme al deseo de tu corazón y cumpla todo tu consejo.” (Vers. 1-4)
En este salmo aparece una de las guías más importantes para
orar, principalmente, cuando nos hallamos en conflicto; cuando atravesamos por
una aguda crisis, o por una situación apremiante. ¿Desde dónde nos envía ayuda
el Señor? Desde el santuario. ¿Desde
dónde nos sostiene? Desde Sion, desde Jerusalén. La ayuda viene desde la Casa de Dios, desde
su morada en Jerusalén.
Esa fue la situación que vivió Daniel, al ser víctima de una
perversa conspiración en su contra, que significaba que sería llevado al foso
de los leones. ¿Qué hizo Daniel cuando
se enteró de esa situación? Dice la escritura, “cuando Daniel supo que el
edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su
cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y
daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” (Daniel 6:10)
Daniel abría sus ventanas que daban hacia Jerusalén, sin
embargo, la Ciudad de Dios, estaba a 750 kilómetros; luego, miraba a Jerusalén
con los ojos de la fe. “Tus ojos verán
al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos” (Isaías 33:17), “Mira a
Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada
de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni
ninguna de sus cuerdas será rota”. (Isaías 33:20)
Desde Sion, Dios envía su ayuda y salvación. Nosotros le ofrecemos a Él, ofrendas y
holocaustos; y él nos da conforme al deseo del corazón y cumple el
consejo. La respuesta milagrosa,
sobrenatural, portentosa que viene de parte de Dios, nos lleva a alegrarnos en
su salvación, y alzar pendón en el nombre de Dios. ¿Cómo no alegrarnos, si el concede las
peticiones del corazón?
Mientras tenemos la oportunidad de ir, personalmente a
Jerusalén, como lo reza 2 Crónicas 6:32-33, a llevar nuestras peticiones y
acciones de gracias; cada día, podemos trasportarnos hasta la tierra de los
amores; ir con los ojos de la fe, del espíritu y de la imaginación, hasta aquel
Muro, de la promesa y la bendición; y recibir de parte de él, desde Jerusalén,
su socorro, ayuda, provisión, salvación
y bendición.
¿Quién libró a Daniel en el foso con leones? Fue Dios quien
le libró. A pesar que sabemos cómo Dios libra
a sus hijos, nos dejamos traicionar por la lógica y la razón, y actuamos como
las gentes del mundo que depositan su fe en Egipto y dependen de la ayuda de
los hombres que es vana. “Estos confían
en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro
Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, más nosotros nos levantamos, y
estamos en pie.” (Vers. 7-8)
“Salva, Jehová; Que el Rey nos oiga en el día que lo
invoquemos” (Vers.9) Apropiémonos de la bendición que viene desde Sion para
nuestra vida. “Bendigate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén, todos
los días de tu vida.” (Salmo 128:5) ***Aprovecha este momento para hablar con
Dios****

MEDITACIONES DIARIAS SALMO 20

MEDITACIONES DIARIAS SALMO19

SALMO 19
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento
anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a
otra declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por
toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras”. (Vers.
1-4)
Basta dar una mirada a la creación para reconocer que hay un
Creador; el sol, la luna, las estrellas, las constelaciones, no fueron puesta
allí por casualidad sino por causalidad; el sentido de orden que rige el
universo, es una evidencia de la prodigiosa mente y el inmenso poder de Dios,
difícil de entender por la mente de su más excelsa obra, el ser humano.
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el
testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de
Jehová son rectos, que alegran el corazón. El precepto de Jehová es puro, que
alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los
juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y
mucho más que oro afinado; y dulces más que miel, y que la que estila del
panal”. (Vers. 7-10)
Dios trata con el hombre a través de su Palabra. Todo aquel
que permite que la Palabra de Dios (no la de los hombres) obre y actué en su
corazón, ocasionará invariablemente que su vida sea transformada; revolucionada
por el amor y el poder de Dios. No hay
una terapia ni poder transformador que supere a la Palabra de Dios.
La acción de la Palabra en la vida de una persona produce
resultados elocuentes: vida transformada, personas humildes y sabias (sin
arrogancia), una vida recta que nos conduce seguros y alegres por la senda de
la vida; una vida de santidad y limpieza; una vida veraz y justa. David dice,
mejor que el oro, en relación su valor; y mejor que la miel, en cuanto a su
deleite. La vida de principios no es
gravosa ni molesta, es deleitosa.
“Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay
grande galardón. ¿Quién podrá entender
sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las
soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré integro, y estaré limpio
de gran rebelión.” (Vers. 11-13)
Los principios de Dios son formativos, forman el carácter y
moldean la personalidad; el asunto no es solo conocerlos sino obedecerlos; Dios
quiere hacernos sabios por eso trata y cambia nuestros resabios; y nos motiva y
alienta a obedecer. Los principios de Dios siempre van acompañados de
promesas. “en guardarlos hay grande
galardón”. Algunos con sus acciones
invalidan en ellos, el cumplimiento de las promesas.
Para conocer esas actitudes ocultas, debemos pedirle y
permitirle a Dios, a través de su Espíritu, que nos permita entender nuestros
propios errores; ser libres de actitudes soberbias y arrogantes; que no se
enseñoreen, y seamos libres y limpios de toda semilla de rebelión y raíz de
amargura. El secreto está en mantenernos umbilicados a la Palabra de Dios,
“sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
oh Jehová, roca mía, y redentor mío”. (Vers. 14)
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 18

SALMO 18
“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y
castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en el confiaré; mi
escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien
es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.” (Vers. 1-2)
Comienza diciendo, “te amo”. ¿A cuántas personas les hemos
dicho, te amo? A las primeras personas que aprendemos amar, y nunca dejamos de
amar, es a nuestros padres; aunque algunos no expresan ese amor a sus padres,
lo cual es fundamental para gozar de
salud mental y equilibrio emocional.
Amamos a nuestros hermanos. Un
día amamos a alguien que sin ser de nuestra familia, llega a ser más unido,
nuestra pareja y por supuesto a nuestros hijos.
A los amigos, también le amamos, y cada cual, con un cierto tipo de
amor.
Y amamos a nuestros padres, no solo porque por naturaleza lo
son; sino por lo que han hecho por nosotros.
Es sano preguntarse, ¿Por qué amamos a esas personas? La mayoría han
hecho merito suficiente para cautivar nuestro corazón. David también le expresa
a Dios su amor, y nos hace saber, todo lo que Dios representaba para él, su
fortaleza, su roca, en quien confiaba, su escudo, su fuerza, su alto refugio;
aquel que es digno de ser alabado; quien le libra de sus enemigos.
Y David usa estos términos, porque como rey, enfrentaba todo
el tiempo batallas, tenía que lidiar con enemigos, o con aquellos que le
perseguían; y tal vez su más grande necesidad era saberse protegido. Y para el Dios, le representaba justamente
eso, su principal protección. Él pudo comprobar como Dios, suple y satisface
las necesidades de sus hijos, cuales quiera que están sean.
El rey David, manifiesta su amor a Dios, porque no hay una
experiencia superior, que vivir enamorados de Dios. La virtud de David está en
que no solo amaba a Dios, sino que todo el tiempo se lo expresaba. Algunos nos reclaman precisamente eso, “dime
que me amas”; incluso nos demandan algo que es mucho más importante y
significativo, “si dices que me amas, demuéstramelo con hechos”. La plenitud y la madurez se derivan, de no
perder ese primer amor, sino de alimentarlo y permitir que siga creciendo.
El rey David le decía al Señor, te amo. Y esta es la reacción natural de aquel que ha
sido impactado por el sobrenatural amor de Dios; la diferencia entre el amor de
Dios y cualquier otro tipo de amor, el amor de Dios es eterno, “Jehová se
manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te
prolongué mi misericordia”. (Jeremías 31:3)
Y cuando se recibe ese caudal de amor, ese amor nos lleva a enamorarnos
cada día más de Dios.
David reconocía muchas razones para amar a Dios, él había
experimentado de manera especial el trato y el cuidado personal que Dios tenía
para él, “Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que
me aborrecían; pues eran más fuertes que yo. Me asaltaron en el día de mi
quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me
sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mi”. (Vers. 16-19)
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 17

SALMO 17
“Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin
engaño. De tu presencia proceda mi
vindicación; vean tus ojos mi rectitud” (Vers. 1-2)
Un hijo de Dios, tiene su confianza puesta en Dios. ¿En qué
debemos ocuparnos? Es saber que estamos actuando rectamente y descansar en El,
quien está atento a mi clamor y defiende mi causa. Mi oración, guiada por su Espíritu, procede
de labios que no hablan engaño. De estar
en su presencia, procede nuestra vindicación.
“Tú has probado mi corazón, me has visitado en la noche; me
has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; he resuelto que mi boca no haga
transgresión. En cuanto a las obras
humanas, por la palabra de tus labios, yo me he guardado de las sendas de los
violentos. Sustenta mis pasos en tus
caminos, para que mis pies no resbalen”. (Vers. 3-5)
La vida de fe sin obras está muerta, ¿Y que son las obras?
Las obras son de dos tipos: Primero, aprender a vivir por principios. Esto es, una vida de santidad e integridad. Y
esta es una decisión que debemos tomar; como dice el salmista, “he resuelto”,
“me he guardado”. Y lo segundo, aprender
a confiar en las promesas. Esto me lleva
a tomar la decisión de creer y actuar por fe.
Cada prueba de la vida, nos santifica, moldea nuestro carácter (nos hace
mejores personas) y nos fortalece el musculo de la fe.
“Yo te he invocado; por cuanto tú me oirás, oh Dios, inclina
a mí tu oído, escucha mi palabra. Muestra tus maravillosas misericordias, tu
que salvas a los que se refugian a tu diestra, de los que se levantan contra
ellos”. (Vers. 6-7)
David tenía enemigos; pero también un poderoso aliado, su
Papa Dios. Él sabía que su energía no la debía consumir pensando en sus
enemigos, ni inventándose estrategias para vencerlos; sino entregarse sin
reservas y colocarse en las manos de Dios; como lo hace un cliente con su
abogado. Es el abogado quien se encarga
de su defensa. “abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan
2.1)
Él sabía que el Señor le guardaría como a la niña de sus ojos
(Vers. 8), sino que se levantaría, para salir al encuentro de sus enemigos y
hacerlos postrar. (Vers. 13) Lo importante, es fijar prioridades: Primero,
que nada ni nadie nos robe la paz; porque necesitamos estar en todos nuestros
cabales para funcionar. Segundo: No enredarse en un pleito. No seguir el juego de los otros; porque eso
es lo que ellos quieren. La mejor manera
de ganar un pleito es evitándolo.
Tercero. Dejar a Dios actuar.
Cuando yo meto mi mano, estorbo la mano de Dios. Cuarto. Que Dios deje constancia que está de
mi lado, por la bendición y resultados que me permite alcanzar en su nombre y
para gloria suya. ¿Qué hacer entonces?
Guardarme para él; guardar mi corazón. Y la mejor manera de hacerlo, es refugiándome
en su presencia. “En cuanto a mí, veré
tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza”.
(Vers. 15) la alegría de saber, que como
vasos de barros, estamos siendo moldeados a la semejanza del alfarero por
excelencia.
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 16

SALMO 16
“Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía,
dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mi bien fuera de ti.” (Vers. 1-2)
¿En quién realmente está mi seguridad y mi confianza para el
presente y para el futuro? Puedo tener a mi lado, al gerente del banco más
poderoso del mundo, ¿Qué es su riqueza comparada con la riqueza que Dios me
ofrece? Puedo tener al cirujano de mayor prestigio en el mundo, ¿Qué su ciencia
frente a la sapiencia y poder que Dios me ofrece? Puedo contar con la ayuda del
más ilustre de los hombres, ¿Qué es su sabiduría, frente a la sabiduría del más
hermoso de los hombres que es Jesús? Nadie puede ofrecerme lo que él me ofrece,
en este tiempo, una vida con sentido y felicidad y en la postrera, la vida
eterna. David no exageró cuando dijo,
“no hay para mi bien fuera de ti”.
“Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros,
es toda mi complacencia”. (Vers. 3)
¿En quienes se complace Dios? En los santos e íntegros de
corazón. ¿Y cómo puede saber quién es santo, y quien es integro? Porque solo
el, conoce el corazón. A Dios no se le puede engañar. ¿Qué hace un padre que está feliz y orgulloso
del comportamiento y desempeño de sus hijos; de sus logros? ¿Acaso no quiere
darles lo mejor? Así es Dios, él tiene sus más excelentes bendiciones para sus
hijos que son motivo de complacencia. ¿Y que es lo que les ofrece Dios a estos
hijos? Una hermosa herencia.
“Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tu
sustentas mi suerte. Las cuerdas me
cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado”.
(Vers.5-6)
Ya Dios nos ha dado una hermosa herencia; la primera y más
importante bendición es poder disfrutar de el, como también lo dice este salmo,
“me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo;
delicias a tu diestra para siempre” (Vers. 11) y la segunda bendición, la
herencia que él nos ha dado. La más
grande contradicción que puede tener un hijo de Dios, es no disfrutar de su
padre ni de su herencia. Tienen todo,
absolutamente todo para ser felices, pero no lo disfrutan; ni dejan que otros
lo disfruten; se encargan de ser felices ellos y hacer infelices a los demás.
Esta es la más grande muestra de egoísmo.
“Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me
enseña mi conciencia. A Jehová he puesto
siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi
alma; mi carne también reposará
confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo
vea corrupción.” (Vers. 7-10)
Los que sabios y entendido han querido saber, Dios nos lo ha
entregado a nosotros, a sus hijos, porque así le agradó. Que sea el consejo
sabio de Dios el que dirija nuestra vida, y no la opinión confusa, arrogante y
vanidosa de los hombres. Si dejamos que
él nos guie, no seremos conmovidos.
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 15

SALMO 15
“Jehová, ¿Quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en
tu monte santo? En que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su
corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite
reproche alguno contra su vecino. Aquel
a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso
cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió
cohecho. El que hace estas cosas no
resbalará jamás”. (Vers. 1-5)
¿Quién puede cumplir con todas estas virtudes? ¿Quién puede
asegurar que no ha fallado en alguna de estas demandas para habitar en el lugar
santo? Seguramente, nadie las cumple a cabalidad y de manera continua. Más bien
debemos preguntarnos, ¿en cuál de estas áreas estamos fallando, y esto no está
afectando tener una excelente comunión con Dios? Cada uno debemos preguntarnos
esto, y entregar esa área al Señor para ser tratados en ella.
Al revisar las escrituras, debemos reconocer que “no hay
justo ni aun uno”, que aun, los grandes y santos hombres de la Biblia; también
fallaron en alguna de estas demandas a la vida integra y santa. Solo Jesús, fue justo a los ojos del Padre, y
“aunque no conoció pecado; por nosotros fue hecho pecado, para que nosotros
fuésemos hecho justicia en el Padre por medio de él”.
Solo una persona llena de Cristo, puede actuar de manera
íntegra y santa; esto es, solo una persona llena y controlada por el Espíritu
Santo puede agradar a Dios y disfrutar de una plena comunión con él. De allí la
importancia entre habitar y morar. El
Espíritu Santo no solo desea habitar en nuestra vida, como si fuera un huésped,
a quien le permitimos estar pero no es el dueño de la casa; él quiere morar;
tener el control de nuestra vida.
La mejor decisión que hemos tomado en nuestra vida, ha sido
aceptar a Jesucristo como Salvador; pero esto es solo el 50% de la bendición;
porque el otro 50% está en permitirle ser el Señor de nuestra vida; que ejerza
todo su señorío en nuestro ser. Al reconocer
a Jesús como nuestro redentor, tenemos el perdón de pecados, la salvación y la
vida eterna.
Pero solamente, cuando le entregamos el señorío de nuestra
vida a Jesús, y él nos ofrece la llenura y control del Espíritu Santo; solo
entonces, es que vamos a disfrutar de una vida de victoria y poder espiritual;
la vida abundante que Jesús nos ofrece a quienes hemos renunciado a una vida
egocéntrica, para rendirnos ante él. Las
iglesias están inundadas de personas que reconocen a Jesús como salvador, pero
que no le han rendido sus vidas como Señor.
Quien aprende esta sencilla lección, se ahorrará muchos
problemas y dolores de cabeza innecesarios.
Si somos honestos, debemos reconocer que hasta ahora, Jesús no nos
entregado problemas ni cargas; al contrario, él nos ofrece su paz, amor,
sabiduría, para resolver los problemas que nos fabricamos. ¿Qué impide que le
creamos a él? Si tan solo lo hacemos, el promete, “el que hace estas cosas, no
resbalará jamás”.
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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 14

SALMO 14
“Dice el necio en su corazón: No hay
Dios. Se han corrompido, hacen obras
abominables; no hay quien haga el bien” (Vers. 1)
Negar la existencia de Dios, es un acto de
necedad. ¿Cómo negar que hay un Creador, si la naturaleza, obra excelsa de sus
manos es la más contundente demostración. Sin embargo, para quien adopta
actitudes y posturas necias, Dios no es una realidad en su vida; la verdad de
Dios no es una verdad en su corazón.
De igual manera, la corrupción, el pecado,
los actos aberrantes que el hombre moderno comete, es las más contundente
demostración, de cómo es la vida que lleva una persona que está separada de
Dios. La corrupción, es el deterioro por ausencia de vida. Similar a la
descomposición de un cuerpo muerto putrefacto.
“Jehová miró desde los cielos sobre los hijos
de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios”. (Vers.
2)
Muchos dicen, “porque Dios no hace algo”, y
Dios está esperando que en la tierra el hombre le busque, para el poder actuar.
Dios no actúa en el aire, ni en la materia.
Él lo podría hacer; pero el respeta sus leyes y normas; El puso al
hombre a señorear sobre lo creado; y todo lo que suceda en la tierra, será por
petición o deseo de un hombre que le crea a Dios.
“Todos se desviaron, a una se han corrompido;
no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Vers. 3)
Este versículo es especialmente “golpeador”,
para aquellos que nos consideramos “buenos”; para aquellos que pensamos, que
somos tan buenos, que Dios está en deuda con nosotros. Pero no es así. ¿Qué es
hacer el bien? ¿Qué hacer lo bueno? ¿Por qué dice: “no hay quien haga el bien”,
“no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”?
La respuesta la da el vers. 4, “no tienen
discernimiento… y a Jehová no invocan”. Mientras el hombre insista en hacer su
voluntad; en anteponer su voluntad e intereses a los de Dios; no hará lo bueno
y grato a los ojos de Dios. La falta de
discernimiento y de búsqueda de Dios, conduce al ser humano a vivir en sus
lógica, emociones, en sus fuerzas, y haciendo su voluntad. Y cae fácilmente en “los deseos de los ojos,
los deseos de la carne y la vanagloria de la vida”.
“Ellos temblaron de espanto; porque Dios está
con la generación de los justos. Del consejo del pobre se han burlado, pero
Jehová es su esperanza.” (Vers. 5-6)
¿Con quién está Dios? Con los justos. Con
aquellos que son temerosos de Dios, no está con aquellos temerarios que se
atreven a desafiar a Dios. A decir
neciamente, no hay Dios, solo estoy yo.
Muchos hijos de Dios son motivo de burla y mofa por parte de las gentes
del mundo. Pero no hay mofa que invalide
el poder de Dios. La promesa, nos
mantiene llenos de fe y esperanza, cuando el Señor haga volver a los cautivos a
Sion, “se gozará Jacob, y se alegrará Israel”. (Vers. 7)

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MEDITACIONES DIARIAS SALMO 13

SALMO 13
“¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para
siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré
consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre
mí?” (Vers. 1-2)
¿Hasta cuándo? Son dos palabras que se han
vuelto habituales en las oraciones de muchos hijos de Dios; dos palabras que
algunas veces se expresan con angustia, con impotencia, con impaciencia, con
enojo. Y son dos palabras que van a
acompañadas de otras frases; en el caso del salmista, observamos cinco frases:
“…… (Un silencio), “…me olvidarás”, “esconderás
tu rostro”, “…tristezas en mi corazón”, “será enaltecido mi enemigo”.
Pero en cada una de estas frases, se observa
una expresión de frustración o de angustia del salmista; que viene viviendo una
situación, que a su parecer, no cambia, y amenaza no cambiar; y su gran
pregunta es, ¿por cuánto tiempo más, tiene que seguir soportando? Hay personas que su principal preocupación es
esa, que el tiempo siga avanzando, pero no se avance en la solución de ese
problema o situación.
“Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte.” (Vers. 3)
Es apremiante la respuesta de Dios; porque la
persona, piensa que de seguir así, su vida perderá el sentido. Algunos, han
entrado en episodios de depresión, y las sombras de la muerte les acechan; ya
no quieren seguir viviendo; la vida ha perdido su sabor, su color. Quien está en una crisis prolongada; que no
ve la luz al final del túnel; que no ve una salida oportuna, su ánimo decae de
tal manera, que ya no piensa en otra posibilidad sino en una renuncia
definitiva.
“Para que no diga mi enemigo: Lo vencí. Mis
enemigos se alegrarían, si yo resbalara.” (Vers.4)
Lo que llama la atención, es la preocupación
que embarga a muchos; el qué dirán; sufren más por el que pensaran otros; que
por la situación en sí misma. Están más
preocupados, en evitar que sus enemigos se alegren, que en resolver sus
problemas. En reconocer que son vencidos
por aquellos contradictores. En realidad
esto no debe preocuparnos; no hay un enemigo que nos pueda hacer tanto daño,
como aquel verdadero enemigo que cada uno lleva dentro, uno mismo.
“Más yo en tu misericordia he confiado; Mi
corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho
bien.” (Vers. 5-6)
La mejor manera de ayudarnos a salir del
problema y no ser estorbo en la solución que Dios nos quiere dar, es un cambio
de actitud. Pero este cambio de actitud
no puede ser un asunto de las emociones, porque no será un cambio verdadero
sino relativo; es decir, algo cambiante; no se tener una actitud cambiante sino
una actitud de cambio. Si es cambiante,
pasará de un estado emocional a otro, de un instante a otro. Y sabemos que vivir por emociones es algo que
nos impide soportar las pruebas con resolución, fortaleza y firmeza. Una persona que se deja manejar por sus
emociones, es fácilmente arrastrada por las circunstancias y no va a lograr
esos objetivos que se ha propuesto. (Santiago 1:7-8) Y ese cambio de actitud, debe llevar a la
persona a acudir a los mecanismos, que además de ayudarle en tener un mejor
estado de ánimo, (alegrarse, cantar, albar y declarar que Dios le ha hecho
bien), también le ayudara a obtener esa victoria espiritual que apremia.

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MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 12
“Salva,
oh Jehová, porque se acabaron los piadosos; porque han desaparecido los fieles
entre los hijos de los hombres.” (Vers. 1) El mundo y
la sociedad actual han sufrido todo tipo de crisis, pero hay una crisis que en
caso de darse, sería la más devastadora de todas; que la fe de los piadosos se
apague; que su amor se enfríe; que la sal pierda su sabor. La humanidad ha
enfrentado todo tipo de adversidades, y ha salido avante, por una sola razón,
ha conservado su fe; pero el día en que esta falte, ya no habría ese sostén
espiritual para enfrentar las adversidades. “Buena es la sal; mas si la sal se
hiciere insípida, ¿con que sazonarla? Ni para la tierra ni para el muladar es
útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”. (Lucas 14:34-35)

Que haya
pecado en el mundo no es el problema; el
asunto es que donde haya “pecado, sobreabunde la gracia”; el problema no es que
haya oscuridad; el asunto es que la luz resplandezca en medio de las tinieblas.
Jesús habitaba en una región de sombra y muerte, pero en su ministerio, dice la
escritura: “el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en
región de sombra y muerte, Luz les resplandeció”. (Mateo 4:16)

“Hablan
mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de
corazón”. (Vers. 2) Mahatma Gandhi dijo, “No me asusta la maldad
de los malos; me aterroriza la indiferencia de los buenos”. El Señor le encomendó a Ezequiel,
“conviértanse ellos a ti, tú no te conviertas a ellos”. Estamos viviendo tiempos
en la que fe de muchos se está enfriando, se están dejando contaminar por las
creencias erróneas de la sociedad; se están dejando permear de todo viento de
doctrina. Muchos hijos de Dios, en lugar
de ser ellos quienes les testifiquen al mundo, con unción y poder, se dejan
amilanar y debilitar en la fe, con los argumentos que usan las gentes del
mundo, que no han conocido a Dios.

“A los
que han dicho: por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros.
¿Quién es señor de nosotros?” (Vers. 4) Uno de los
argumentos que usan las gentes del mundo para no congregarse o para criticar a
la fe de los hijos de Dios, es que defienden su “autonomía”; “nadie tiene
porque interferir en sus vidas”; “porque los líderes se involucran en la vida
de sus discípulos”; estas personas creen que “nadie tiene de derecho a opinar
en sus decisiones”; “ellos son libres para manejar su vida a su antojo y tomar
sus propias decisiones”. Lo que muchos
desconocen, es la labor pastoral, que consiste en enseñar a las personas los
principios de Dios, para que aprendan a vivir.
En la pastoral no se obliga ni se impone, se ilumina con la luz de Dios
la vida de aquellos que andan en oscuridad, para que en la “luz de Dios, puedan
ver la luz”.

“Las
palabras de Jehová son limpias, como plata refinada en horno de tierra,
purificada siete veces. Tú, Jehová, los
guardarás; de esta generación los preservarás para siempre”. (Vers. 6-7a) La confianza de un hijo de Dios está en la
Palabra de Dios y sus Hechos. Jesús
oraba para sus discípulos, no para que fueran quitados del mundo, sino para ser
guardados del mal. Y para ser
santificados con la Palabra de Dios, que es verdad. (Juan 17:14-20)
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MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 11
“En Jehová
he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, que escape cual ave? (Vers. 1)
Un hijo de
Dios, que se ha matriculado en la escuela de la fe; ha decidido confiar en
Dios, independiente de cómo se presenten las circunstancias. “Por fe vivimos, no por vista; las cosas que
se ven son temporales; las que no se ven son eternas”. Un hijo de Dios, sabe que en una leve
tribulación, luego se convierte en una cada vez más excelente experiencia de
gozo. La clave está en perseverar. (2 Corintios 4:16-18)

Las gentes
del mundo que se mueven por lógica y no por fe; que no conocen al Dios que hace
maravillas, al especialista de los imposibles; se apoyan en sus propios
razonamientos y argumentaciones, para justificar su renuncia o volver
atrás. Los de la fe no renunciamos, ni
volvemos atrás, porque sabemos de quien hemos recibido las promesas. La calidad de la fe se deriva que cuanto le
creamos a Él y a sus promesas.

Algunos no
regresan, renuncian, o abdican, pero si se esconden, se evaden. ¿De qué sirve
escapar, huir? ¿Acaso con esto, se resuelven los problemas? Escapar es mucho
más que un acto de debilidad, es un acto de cobardía. Quien huye, sucumbió al miedo, al temor. El mejor ejemplo, lo encontramos en los
hombres y mujeres de fe, que nos relata el autor de Hebreos:

“Pues si
hubiesen estado pensando en aquella (patria) de donde salieron, ciertamente
tendrían tiempo de volver. Pero
anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de
llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”. (Hebreos 11:15-16)

“¿Qué ha de
hacer el justo?” (Vers. 3b) esa es la pregunta clave; la cual debemos hacérsela a Dios, “Señor, ¿Qué
quieres que yo haga?”. Siempre que le
pidamos una audiencia a Dios, el está presto para escucharnos y darnos dirección
desde su santa presencia. (Vers.4)

“Jehová
prueba al justo” (Vers. 5) En este caso,
la prueba es en términos de trato. ¿Con quién trata Dios y a quien trata? Al
justo; al que le cree, al que ha decidido vivir por fe. “Porque el justo por la fe vivirá”. Luego no se trata de escapar, huir, ni
renunciar; sino de saber qué es eso que debemos hacer, aquello que Dios quiere
que hagamos, y que en el trato personal, continuo y constante con él, lo vamos
a entender.

“El hombre
recto mirará su rostro” (Vers. 7b) lo importante está en no quitar los ojos del
Señor. Seguir el ejemplo de Moisés,
quien “tenía la mirada puesta en el galardón”, y “se sostuvo como viendo al
invisible”. (Hebreos 11:26,27)
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MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 10
“¿Por qué
estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación”. (Vers. 1)

La
tendencia de muchos hijos de Dios, es a pensar o creer que Dios está lejano; se
desesperan al no ver la respuesta a sus peticiones; se angustian sin saber qué
hacer para resolver sus problemas, “que no dan espera”, y ellos siguen
esperando una respuesta, que no llega y esto intensifica su crisis y desespero.

Preguntas o
expresiones comunes como, “¿Que más tengo que hacer?”, “¿Qué pasa que Dios no
me responde?” “¿Por qué Dios no oye mis suplicas?” Y los días, semanas, meses y
hasta años avanzan, y pareciera que Dios no hace nada al respecto. Como si Él se hubiera olvidado de su pueblo,
o como si no sirviera de nada que su pueblo le buscara.

Y esta situación se intensifica, al observar
que en este mundo hay personas que hacen daño, que siguen caminos torcidos, que
son arrogantes delante de Dios, que se jactan de sus logros, aunque están
llenos de engaño y fraude; gente perversa que hace daño al desvalido, al pobre,
al inocente.

Pero es, en
estos casos, en los cuales no podemos dejarnos llevar por la lectura que
nuestro “corazón” hace de las circunstancias; el corazón es altamente emotivo,
susceptible, cambiante; es engañoso más que todas las cosas. Un grave error cometen aquellas personas que
siguen aquella regla: “hazlo como lo sientes en tu corazón”. (Jeremías 17:9)

En este
salmo, se describe detalladamente la acción de los impíos y lo que hacen esto
contra los hijos de Dios; pero no podemos quedarnos allí, sino que también
debemos mirar, que es lo que hace Dios por sus hijos. Y esto no es algo que nos debe tomar por
sorpresa, como algo inesperado, porque las acciones de Dios, no son inesperadas
ni sorpresivas, son el cumplimiento de promesas. Sabemos cómo actúa Dios, y
debemos confiar que el hará aquello que ha prometido. (Hebreos 11:11)

“Levántate,
oh Jehová Dios, alza tu mano; no te olvides de los pobres…tú lo has visto;
porque miras el trabajo y la vejación, para dar recompensa con tu mano; a ti se
acoge el desvalido; tu eres el amparo del huérfano”. (Vers. 12, 14)

Generalmente
pedimos que Dios actué en los problemas, las personas y en las circunstancias,
pero ante todo debemos pedirle que actué en nosotros y a través de nosotros,
“El deseo de los humildes oíste, oh Jehová; tu dispones su corazón y haces
atento tu oído.” (Vers. 17) “Todas las
promesas de Dios son Sí, y Amén; por medio de nosotros, para la gloria de
Dios”. (2 Corintios 1:20)
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MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 9
“Te
alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a
tu nombre, oh Altísimo”. (Vers. 1-2)

Fuimos
diseñados para alabar a Dios. El ser
humano en su condición básica es un adorador.
Si una persona no adora a Dios, buscará a quien adorar. Hoy en día,
muchas personas se profesan no creyentes, pero rinden culto a aquello a lo que
han inclinado su corazón; y lo hacen con la pasión y el fervor, del más devoto
y piadoso creyente.

El Creador
nos hizo a su imagen y semejanza, para darnos el privilegio de tener comunión
con El; un espíritu para adorarle; una mente parta abrigar sus pensamientos;
unas emociones, para experimentar su amor, gozo y paz; una voluntad, para
decidir amarle, seguirle, servirle, obedecerle y adorarle.

¿Cuál será
el requisito para alabar a Dios? ¿Cuál será su principal demanda? ¿Qué espera
El de nosotros cuando le alabemos? Por supuesto, que la vida en santidad, pero
de manera particular, El espera que le alabemos con todo el corazón.

La
auténtica alabanza, que trasciende, que toca el corazón de Dios, que no es solo
de labios, pero que el corazón está lejos de Dios. Luego, para alabar al Señor,
debemos hacerlo con todo el corazón. La
alabanza nace en lo más profundo del ser.
“De la abundancia del corazón, habla la boca”. Que confesemos con los labios, lo que ya
hemos creído en el corazón.

Una
esperanza que descansa en Dios, que se refugia en él; que le busca en medio de
las aflicciones, anhela dar testimonio de su gloria. “Para que cuente yo todas tus alabanzas en
las puertas de la hija de Sion, y me goce en tu salvación”. (Vers. 13-14)

Una
persona, que está rebosante de alegría y gratitud, de sus labios mana la
alabanza. Y que maravillosa experiencia
singular y sobrenatural, poder darle gracias a Dios, en el lugar de la alabanza
por excelencia, en las puertas de Sion, en el lugar de su habitación, en Jerusalén.

Comencemos
este día, alabando a Dios, contando todas sus maravillas, alegrándonos y
regocijándonos en él, cantando al Altísimo; hay más razones para estar
contentos y agradecidos, que para andar tristes, aburridos, preocupados, o
acongojados. Las preocupaciones atraen problemas; las alabanzas atraen
bendición y prosperidad.

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SALMO 8
“¡Oh
Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto
tu gloria en los cielos… cuando veo los cielos, obra de tus dedos, la luna y
las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
y el hijo del hombre para que lo visites?”. Vers. 1, 3-4

Algo que a
nuestra mente puede resultar incomprensible, es entender, ¿Cómo puede ser
posible, que el Dios creador de los cielos y de la tierra, el Dios eterno de
Israel, el Dios del cual habla la Biblia, Padre Santo, Dios de dioses y Señor
de Señores; el Rey de toda la tierra, pueda tener comunión con el hombre, ser
minúsculo en el universo?

Y realmente es algo maravilloso, (del latin, maribia, asombroso, inexplicable,
admirable, increíble, inimaginable; se define como el carácter que pertenece a
lo sobrenatural), solo que esto no es un cuento de hadas ni algo fantasioso; el
Dios de los cielos ha hablado a través de su Palabra y nos ha hecho saber que, así
esto sea imposible de creer, así sea para nosotros incomprensible, no por eso
deja de ser cierto.

“Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: Si esto parecerá maravilloso a los ojos del
remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de
mis ojos? Dice Jehová de los ejércitos”. (Zacarías 8:6) y sigue diciendo, “Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Esfuércense vuestras manos, los que oís estas palabras de la boca de
los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los
ejércitos, para edificar el templo… porque antes de estos días no ha habido
paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa
del enemigo; y yo dejé a los hombres, cada cual contra su compañero. Más ahora no lo haré con el remanente de este
pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová de los ejércitos. Porque
habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y
los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea esto. Y
sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa
de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense
vuestras manos”. (Zacarías 8:9-13)

La
evidencia que hay un Dios es su Palabra, y al garantía que él nos oye, es la
respuesta a nuestra petición a través del cumplimiento de sus promesas. Desde
el principio, él nos ha puesto para señorear, siempre que él tenga el señorío
de nuestra vida; él nos coronará de su gloria, siempre que le entreguemos a él,
nuestras coronas. David entendió, la bendición de estar sobre los hombros de un
gigante. “¿Cómo será esto? Preguntó la virgen al ángel. Y el respondió, “El
Espíritu Santo vendrá sobre ti”. El secreto de la vida sobrenatural, está en
dejar al Espíritu Santo actuar en nuestra vida; solo a través de la comunión
con el Espíritu podemos comprender, que “nada hay imposible para Dios”.
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MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 7
La virtud de David, el hombre conforme al corazón de Dios,
está en ser autentico y transparente y en su modo libre de expresarse delante
de Dios. El eleva una oración a Dios,
que a los oídos de muchos, podría parecer “no muy espiritual”, pero es la
expresión libre, autentica, transparente de su corazón. Él sabe que Dios no está interesado en las
palabras, sino en la actitud del corazón. De lo que hay allí, en el interior
del alma, expresan los labios. Hay tres
situaciones que podríamos resaltar en este salmo:
ü David expresa lo que hay en su
corazón; deja entrever sus más íntimos pensamientos, así sean oscuros y
cuestionables; pero él se los expresa a Dios; no los oculta ni encubre. Además, ¿Qué sentido tendría, siendo que Dios
conocer el corazón, por eso dice, “porque el Dios justo prueba la mente y el
corazón”. (Vers. 9b) David no se lo dice
a hombre alguno, ni a su más cercano amigo, era delante de Dios, a quien habría
su corazón. Si pudiéramos tomar una foto
o una radiografía al alma, ¿qué encontraríamos en él? ¿Qué encontraríamos en la
mente o en el corazón? Luego, David, es
transparente. (Jeremías 17:10)

ü David pide a Dios que hiciera
justicia; que fuera Dios quien tomara venganza, ya que él no quería tomarse la
justicia por sus propias manos, y mucho menos, tomar venganza. Quien toma venganza, lo hace lleno de ira, y
quien se deja llevar por la ira, comete locuras, pierde la cordura y la
sensatez. Además que Dios ha dicho, “no
os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios;
porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. (Romanos
12:19) El mismo estaba dispuesto a ponerse en las manos de Dios y de recibir de
parte de él, la disciplina, si en algo ha había agraviado a alguno; pero
dejando constancia, que antes ha actuado bien con quien le había hecho mal. “Jehová,
Dios mío, so yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad; si he dado mal
pago al que estaba en paz conmigo (antes he libertado al que sin causa era mi
enemigo), persiga el enemigo mi alma, y alcáncela; huelle en tierra mi vida, y
mi honra ponga en el polvo”. (Vers. 3-5)
Pero el confiaba en la justicia de Dios, y esperaba que el actuara
confirme a su justicia y a su sabia y soberana voluntad.

ü David siendo rey, nunca se tomó la
justicia por sus propias manos. Tuvo la
oportunidad de hacerlo, cuando tuvo a sus enemigos a sus pies, pero él no lo
hizo. Él estaba dispuesto a dejar a Dios
a actuar; y el mismo ser formado en su carácter a través de estas
circunstancias. “Si he hecho, si he dado mal pago al que estaba conmigo;
fórmame, disciplíname”, pero él tenía la certeza, que el Dios justo, que prueba
la mente y el corazón; que trata con amor y misericordia a quien ha actuado en
integridad, iba a hacer lo correcto, iba a ser justicia, a proteger su vida y
no iba a permitir que el cayera, y mucho menos, ante aquellos que le perseguían
injustamente.

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SALMO 6
“Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname porque
mis huesos se estremecen” (Vers. 2)
Es la
oración de un hombre que padece enfermedad; no cabe duda que una de las más duras
y dolorosas pruebas que pueda tener una persona es la enfermedad. Así como, uno de los dones más preciados, tal
vez el más preciado después de la vida, es la salud. Encontramos un hombre, cuyos huesos se han
estremecido, que ha observado como su cuerpo se ha ido deteriorando y por eso
sufre.

“Mi alma también se ha turbado; Y tú,
Jehová ¿hasta cuándo? (Vers. 3)
Esta
situación ha llevado a que su alma se turbe. Lo que agrava la situación, porque
el alma en crisis no contribuye a la salud de la persona; es necesaria una
mente sana para un cuerpo sano. “el
ánimo del hombre soportará la enfermedad; mas ¿Quién soportará al ánimo
angustiado? (Proverbios 18:14) Y la
pregunta del salmista es ¿hasta cuándo?

Hemos
aprendido en la Teoterapia, que los problemas en el alma se reflejan o
repercuten en el cuerpo; que más del 80% de las enfermedades y padecimientos
físicos son de origen emocional con una
profunda raíz espiritual.
Disturbios psicológicos producen desordenes fisiológicos; trastornos
emocionales se manifiestan en trastornos físicos. “el corazón alegre constituye
buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. (Proverbios 17:22)

“Me he consumido a fuerza de gemir;
todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis
lágrimas. Mis ojos están gastados de
sufrir; se han envejecido a causa de mis angustiadores”. (Vers. 6-7)
Las crisis
generan problemas en el cuerpo, se agota, se envejece; hay enfermedades y
problemas que desgastan y consumen. Si bien las lágrimas son el desahogo del
corazón, una persona que no canaliza su aflicción en Dios, puede fácilmente
caer en un episodio de depresión, de temor y pánico.

“…Porque Jehová ha oído la voz de mi
lloro. Jehová ha oído mi riego; ha recibido mi oración”. (Vers. 8b-9)
Afortunadamente,
este hombre sabe que Dios ha escuchado su oración, la voz de su lloro, de su
riego y visto sus lágrimas. En estos casos, es la oración el sostén espiritual,
emocional y físico, y tal vez la única tabla de salvación. Es a través de la oración que se mantiene
abierta la puerta de la esperanza; que Dios ha escuchado el ruego y de El
vendrá la respuesta que necesitamos para salir de la crisis.

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SALMO 5
“Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de
ti, y esperaré” (Vers. 3)
Nuestra primera y más importante
cita del día, es nuestro encuentro de amores con Papa Dios. Muchos se quejan que no les alcanza el tiempo
para tener un buen devocional; por eso la clave está en hacerlo de mañana, o
como dice el Salmo 63:1 “de madrugada de buscaré”. Como dice el adagio, “al que madruga, Dios le
ayuda”. Si queremos tener una buena vida devocional, hay un solo precio:
madrugar a buscarle.
¿Qué es el devocional? Es un
tiempo quieto, a solas con Dios; solo a través de estos tiempos a solas en su
presencia, es que podemos conocerle, “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”.
(Salmo 46:10) No se trata de solo “leer”
la Biblia, sino de conocer a Dios, y esto solo es posible a través de tratos
continuos y prolongados con él, en su presencia.
Nuestra vida será el reflejo de
nuestro devocional; de como empiece usted cada día, dependerá en gran medida el
desarrollo de ese día. Si algo debemos
preguntarnos y evaluar, es ¿Cuál es la calidad de nuestra vida devocional? No
se trata de leer la biblia mientras desayunamos; o escuchar la “biblia en
audio” en el carro mientras manejamos
hacia el trabajo; ni darle una mirada rápida a alguna guía devocional; es mucho
más que eso.
“Más yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa;
adoraré hacia tu santo templo en tu temor. Guíame, Jehová en tu
justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mi tu camino”.
(Vers. 7-8)
Hay cuatro acciones que deben
darse cada día en nuestro tiempo devocional:
ü Entrar
en la presencia de Dios. A la presencia de Dios se entra de rodillas; en las
costumbres hebreas se acostumbra a limpiarse o asearse antes de entrar en la
casa; eso debemos hacer, limpiarnos.
Tener un dialogo amistoso y luego se acostumbraba sentarse a la mesa a
tomar el pan.
ü Adoraré
hacia tu santo templo: Preguntémonos, ¿Qué papel juega la alabanza y la
adoración en nuestra vida devocional? En muchos casos son las grandes ausente y
el devocional se reduce a solo hacer suplicas y peticiones. La vida de alabanza y adoración es
fundamental para que se manifieste el poder de Dios. “Mas la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espíritu y en
verdad; porque tales adoradores busca el Padre que le adoren. Dios es Espíritu, y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren”. (Juan 4:23-24)
ü Guíame
en tu justicia: Si algo necesitamos en entrar a la presencia de Dios para
recibir su guía para la vida diaria, y esta la recibimos a través de su Palabra
y su Espíritu. La Biblia es el manual de vida por excelencia, y el Espíritu, es
quien nos guía a toda la verdad. Muchos
tienen conocimiento escritural más no revelacional de la Palabra de Dios.
ü Endereza
delante de mí tu camino: cada enseñanza dada por el Espíritu a nuestra vida a
través de la Palabra de Dios y la meditación en ella, nos debe llevar a hacer
los respectivos ajustes y correctivos, y a emprender acciones que nos lleven a
crecer en la fe y en el conocimiento de Dios.

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MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 4
“Respóndeme cuando
clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando
estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi
oración”. (Vers. 1)
Nuestra primera y más importante cita del día, es con nuestro
Padre; antes de comenzar la jornada laboral o de ponernos en marcha frente a
los compromisos diarios, lo primero es esta en la presencia de nuestro Señor y
recibir de él, todo ese aliento que necesitamos para encarar la responsabilidad
de un nuevo día.
Las preocupaciones atraen problemas; por eso debemos
descansar en él, sabiendo que el da paz a aquel que en el reposa. Si bien, no deberíamos acercarnos a Dios
solo porque estamos en angustia, pero ¿en quién más, podríamos soltar nuestras
cargas y temores? En su misericordia esperamos.
“Hijos de los hombres,
¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad y buscaréis la
mentira? (Vers. 2)
El Señor nos reclama su gloria. ¿Por qué habríamos de ir tras
aquello que buscan las gentes del mundo? ¿Por qué cambiar la gloria de Dios por
la gloria de los hombres? Debemos de
preguntarnos, ¿confiamos plenamente en Dios, o seguimos dependiendo del favor
de los hombres?
“Sabed, pues, que
Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare”.
(Vers. 3)
¿A quién escucha Dios?
A sus hijos. Él me ha escogido para que sea de su exclusiva posesión; el
me escucha cuando yo a él clamare. Él ha
prometido: “clama a mi yo te responderé” (Jeremías 33:3) Jesús dijo: “¿Y acaso
Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará
en responderles? Os digo que pronto les hará justicia”. (Lucas 18:7-8a)
“Temblad, y no pequéis,
meditad en vuestro corazón, estando aun en vuestras cama, y callad” (Vers. 4)
Las meditación implica quietud y silencio. ¿Cuántas veces hemos estorbado a Dios por
actuar impulsivamente? ¿Cuántas veces callamos su voz y no le dejamos hablar,
porque estamos esperando que el nos escuche?
Bien dice su palabra, “cuando vayas a la casa de Dios, acércate mas para
oir que para hablar”. (Eclesiastés 5:1)

MEDITACIONES DIARIAS

SALMO 3
“! Oh Jehová, cuánto se
han multiplicado mis adversarios!”. (Vers. 1)
Tal vez usted no tiene los adversarios que tenía el rey
David, enemigos que le perseguían. Pero si puede tener situaciones
adversas. Aunque debemos reconocer que
hay personas que sufren de delirio de persecución, de paranoia, del síndrome
del rechazo. Y ven en cada situación,
una adversidad y en cada persona, un
adversario. Alguien que “les persigue”,
que “les quiere hacer el mal”, pero no necesariamente es así, no es real; tal
vez sea ficticio o imaginario; aunque en algunos casos si es real.
“Muchos son los que
dicen: No hay para él salvación en Dios”. (Vers. 2)
Aquí estamos hablando de un hombre, que ante una situación
real, tiene depositada toda su confianza en Dios. En realidad poco importa lo que otros
piensen. En Teoterapia hemos entendido, que aquello que otros piensen de mí, no
es tan importante como aquello que pienso de mí mismo. Somos lo que creemos ser, nunca iremos más allá
de nuestros pensamientos. “cuál es su
pensamiento del hombre en su corazón, tal es el”. (Proverbios 23:7)
“Más tú, Jehová, eres
escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Dios y el me respondió
desde su monte santo” (Vers. 3-4)
Lo importante es lo que dice el salmista: Esa es nuestra
confianza. Cuando uno tiene esa seguridad
y confianza en Dios, puede dormir tranquilo. Bueno y no solo dormir tranquilo,
vivir tranquilo. “el guarda en completa paz, aquel cuyo pensamiento en el
persevera, porque en él ha confiado”. (Isaías 26:3) Las preocupaciones solo
sirven para atraer problemas.
“Yo me acosté y dormí,
y desperté. Porque Jehová me sustentaba” (Vers. 5)
El sueño es un regalo de Dios, es un don, una bendición. Y
algo realmente insoportable es no poder conciliar el sueño, estar en ansiosa
inquietud; pero quien está cubierto por el manto de amor, la paz y la
protección de Dios; no solo concilia el sueño sino que lo disfruta. No solo duerme, sino que vive tranquilo;
disfruta del trabajo y del descanso; se levanta remozado, renovado, declarando
que:
“La salvación viene de
Dios y sobre su pueblo es su bendición”. (Vers.8)
Y con esa confianza debemos comenzar cada día, declarando que
hoy será un día de bendición, de victoria, donde seremos testigos de las
maravillas de Dios.

TEOTERAPIA PARA EL ESPIRITU

PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN

jueves, 4 de septiembre de 2014

DEJAR QUE DIOS DEFIENDA MI CAUSA

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