PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN

PREPARANDO EL CORAZON PARA SUBIR A JERUSALEN
"Y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalen, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes". (Daniel 6:10b)

martes, 30 de diciembre de 2014

REGLA 365


REGLA 364

Regla # 364

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.  Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” (1 Juan 4:4-6)


No nos extrañe que las gentes del mundo cierren sus oídos y corazón a nuestro anuncio, ellos no le tienen a él, si le tuvieran, escucharían nuestras palabras. Ellos oyen al mundo y se interesan por las cosas del mundo.  Pero quienes son de Dios, saben y disciernen que lo que hablamos proviene de Dios y no del mundo.  Nuestra confianza está en Dios, y sabemos que con él está la victoria, porque mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.

lunes, 29 de diciembre de 2014

REGLA 363

Regla # 363

“En esto hemos conocido el amor, en que el puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.  Pero el que tiene bienes en este mundo, y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra el su corazón, ¿Cómo mora el amor de Dios en él.” (1 Juan 3:16-17)


Hay quienes aman más al dinero que a sus hermanos, y lo demuestran al cerrar su corazón ante la necesidad de sus hermanos, siendo que ellos tienen bienes para dar o ayudar. La dimensión del amor de Cristo, es que puso su vida por nosotros; ¿Cuál puede ser la dimensión del amor de aquellos, que se resisten a desprenderse de una parte mínima de sus bienes, que son dados por Dios, para ayudar a otros? Es cuando surge el interrogante, ¿cómo mora el amor de Dios es esas personas?

domingo, 28 de diciembre de 2014

REGLAS 361 Y 362

Regla # 361
“Mirad, cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” (1 Juan 3:1)

¿Cómo responder a semejante demostración de amor? Siendo fieles a él. De la manera que los padres esperan de sus hijos amor y gratitud, también Dios, que es nuestro Padre eterno, espera que le seamos fieles; así el mundo cuestione nuestra fe; ellos lo hacen porque no le han conocido a él ni han experimentado su amor; si lo hicieran, su opinión y proceder sería otro. Si recibimos grandes bendiciones por honrar a padre y madre, ¡Cuántas mas bendiciones recibimos por honrar a nuestro Padre que está en los cielos!

Regla # 362
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 3:9)


Todas las personas somos susceptibles a pecar, entendiendo por pecado, actitudes y acciones contrarias a la voluntad de Dios; pero es justo diferenciar entre tendencia y practica; un  hijo de Dios ser tentado, pero puede vencer la tentación; una cosa es ser atraído por la naturaleza pecaminosa, pero algo muy distinto es alimentarla y dejarse dominar por ella.  Quien ha nacido de nuevo, tiene una nueva naturaleza, que le permite vencer su naturaleza básica, y glorificar a Dios como una evidencia de su nuevo nacimiento.

viernes, 26 de diciembre de 2014

REGLA 360

Regla # 360
“Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.” (1 Juan 2:27)


La unción es una habilitación especial que Dios imparte a través de su Espíritu a sus hijos que creen en él, la cual los reviste y capacita para un propósito especifico, permanecer en él. Quien permanece en Dios, goza de todas las bendiciones del cielo; no así quien se separa o aparta.  A través de la unción tenemos la comprensión de todas estas cosas espirituales, y sin ella, se hace imposible entenderlas; así andamos en la verdad y nos protege de caer en la mentira.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Reglas 349 a 359


Regla # 349
“(Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó.” (1 Juan 1:2)

La más maravillosa experiencia que alguien pueda tener, es encontrarse personalmente con Dios, y recibir el impacto sobrenatural de su amor; una experiencia real que resulta incuestionable ante las evidencias de sus manifestaciones. Quienes hemos tenido esta experiencia, no podemos quedarnos callados; y así no se abrieran nuestros labios para testificar a otros de lo que Dios ha hecho, nuestra vida y el cambio personal resulta tan elocuente, que no puede pasar inadvertido, y es justo dar una explicación lógica y razonable que lo sustente. Cuánto más, y esto es incuestionable, que el cambio no es un proceso de superación personal, sino la evidencia de la intervención divina en nuestra vida.

Regla # 350
“Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.” (1 Juan 1:3-4)

El anuncio no solo corresponde a otro anuncio, como si se tratara de pasar de voz en voz un mensaje; sino que es el anuncio de un mensaje que al ser recibido, se convierte en una experiencia transformadora de vida; luego, ya no solo un mensaje el que se transmite, sino que se va añadiendo cada vez, el testimonio vivo y veraz, del testigo fiel del mensaje; que se sigue anunciando, para que ese gozo se cumpla en todos aquellos que lo reciben con fe y confianza en su corazón.

Regla # 351
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz y no hay tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.” (1 Juan 1:5-6)

De la manera que es notorio un punto negro en un telón blanco o una mancha en un vestido nuevo; así es notoria toda actitud contraria a la santidad de Dios. El asunto no es decir que se anda en la verdad, sino demostrarlo, aunque es bien evidente quien anda en la luz y quien anda en tinieblas. La verdad no es un predicamento, sino una práctica continua que se convierte en un modo de vida para quien anda en luz y decidió no andar en tinieblas.  Esto es, separado de Dios.


Regla # 352
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:8-9)

El ser humano no puede negar la realidad del pecado, ya que hace parte de su naturaleza; negar el pecado, es como negar que es una criatura humana; es como decir que no transpira o que no elimina toxinas de su cuerpo; la responsabilidad que cada uno debe asumir, es precisamente acostumbrarse a practicar la respiración espiritual; que consiste en inhalar el amor, perdón y gracia de Dios, y exhalar de la vida todo aquello que no es grato a sus ojos ni glorifica su nombre.

Regla # 353
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Juan 2:1-2)

Cristo el justo, es nuestro abogado ante el Padre, quien también es un juez justo, pero que juzga a cada uno según sus obras. Jesús no ignora que hemos pecado, ni esconde ni oculta las acciones que deben ser juzgadas; lo que él hace es que asume la responsabilidad de esos pecados con su propia, la cual entregó en la cruz, para que ya nadie nos juzgue, ni siquiera Dios Padre.  Una vez, que ese antiguo expediente ha sido borrado en la cruz por la obra de Cristo, le corresponde a cada uno, conservar una vida de limpieza, santidad e integridad ante Dios y los hombres.

Regla # 354
“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.  El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él.” (1 Juan 2:3-4)

Conocer a Cristo de manera persona, es una experiencia espiritual  sobrenatural, pero que tiene sus evidencias y manifestaciones en la vida física y material; el cambio que se opera en una persona es una de las evidencias más contundentes e incuestionables; además que es un cambio de tal dimensión, que solo Dios lo puede hacer; por eso la obra es de Dios; quien finge ese cambio, o disimula sus acciones ocultas, llegará el momento en que sus propias acciones pondrán en evidencia su realidad espiritual y demostraran, que la persona se ha fabricado una vida de mentiras, y lleva una vida separada de la la verdad de Dios que da libertad, a quien de veras, vive en la dimensión y esfera del amor y poder de Dios.

Regla # 355
“Pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado por eso sabemos que estamos en él. El que dice que está en él, debe andar como el anduvo.” (1 Juan 2:5-6)

¿Cuál es la clave para vivir la dimensión de la fe en Cristo en su más amplia definición y plenitud? Guardar su palabra, andar en su verdad.  Quien practica la verdad de Cristo como modo y estilo de vida, no solo nada en la verdad, sino que sigue el ejemplo de su maestro. La mejor manera de evaluar la calidad de vida que llevamos, en relación a los principios de Dios, es revisando que tan cerca o lejos nos hallamos de lo expresado en su palabra.  Una vida centrada en los principios de Dios, nos harán semejantes a aquel, que por su vida de obediencia y santidad, venció al mundo, dejando constancia del amor y poder de Dios.

 Regla # 356
“Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.” (1 Juan 2:7)

Mientras la ciencia sigue evolucionando y el pensamiento de la humanidad sigue en proceso de construcción, los principios dado por Dios permanecen incólumes, y son tan antiguos como la misma humanidad; pero sabemos, que al hombre común, estos principios le parecen réprobos  y no los tiene en  cuenta; o piensan que no son aplicables a la realidad de la vida diaria.  Sin embargo, para quienes hemos conocido la palabra de Dios, sabemos con total certeza, que son principios universales para aprender a vivir, lo cual se deriva invariablemente en una vida con sentido y felicidad.

Regla # 357
“Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.  El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, todavía está en tinieblas.” (1 Juan 2:8-9)

Basta un destello para que la luz prevalezca en medio de la oscuridad y tinieblas; a pesar que en la sociedad actual se evidencia una descomposición sistemática en las bases éticas, morales y espirituales; debemos reconocer que cada día mas, se permea a la misma sociedad carente y descompuesta con la palabra de Dios; ya no solo es la labor silenciosa, cual “silbo apacible y delicado” del Espíritu; que sopla como brisa suave a veces imperceptible; sino como grandes movimientos de fe, que está sacudiendo al mundo, como se relata de la cristianos del primer siglo, “los que trastornan el mundo han llegado acá.” Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.


Regla # 358
“El que ama a su hermano permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.  Pero  el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas lo han cegado los ojos.” (1 Juan 2:10-11)

Una de las evidencias de la ausencia de Dios en una persona y de su consecuente ceguera espiritual, es su incapacidad para amar, especialmente a sus propios hermanos. Es impresionante, como el lugar o ambiente donde más se alimentan, por años, odios, resentimientos, rencores, amarguras, es en la familia, entre parientes y hermanos; lo cual también se presenta en la familia de la común fe.  Una persona que aborrece a su hermano, perdió el rumbo espiritual, y no sabe a dónde va, porque su ceguera espiritual será su gran impedimento para ir a alguna parte.

Regla # 359
“No améis al  mundo, ni las cosas que están en el mundo.  Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en el.  Porque lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre sino del mundo.  Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17)

Nada resulta más patético y mas equivocado para un cristiano, principalmente si desempeña un liderazgo de importancia en la obra de Dios, que seguir los modelos y parámetros del mundo; es una peligrosa y seductora tentación en la que se puede caer.  Pero esto es pasajero; y pasa pero deja grandes daños y lesiones, difíciles de recuperar y el algunos casos irreparables. Nada resulta más honroso, loable y seguro, que una vida que exalte a Dios y glorifique su nombre, con acciones que demuestran amor, santidad, sencillez, humildad y un autentico servicio.


lunes, 15 de diciembre de 2014

REGLAS DE ORO 346 a 349

Regla # 346
“Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” (2 Pedro 3:15-16)

Las Escrituras nos han sido dadas para nuestra salvación, que solo es posible mediante el conocimiento de Dios y del camino que el ofrece al hombre; las cuales son imposibles de entender a menos que, reconozcamos la deidad de Cristo y su obra redentora y le permitamos al Espíritu Santo, revelar a ese Cristo Redentor y Resucitado en nuestra vida.  Quien no siga esta guía, perecerá en su propia ignorancia y obstinación.

Regla # 347
“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.” (2 Pedro 3:17)

Dice en otra parte, “quien piensa estar firme mire no caiga”, lo que señala la importancia de cultivar el espíritu y alimentar la fe, además de evitar toda especie de contaminación; porque quien no sigue esta instrucción, corre el riesgo de dejarse arrastrar por las corrientes de este mundo, que promueven aquellos interesados en defender sus creencias basadas en el error y no en la Verdad.  Nadie está exento de caer, por eso lo mejor, es no dar por hecho nuestra firmeza, sino afianzarla cada día, manteniéndonos en buena forma espiritual.

Regla # 348
“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad.” (2 Pedro 3:18)

La madurez y el crecimiento espiritual obedece a dos razones fundamentales, primero: crecer en la gracia, esto es, depender cada vez mas de la obra que Dios hace en nuestra vida, dejando que sea él, quien usen todo aquello que nos ha dado, según sus propósitos y cada vez menos de nuestras propias fuerzas y recursos.  Segundo, conocer  Cristo en toda la dimensión de su deidad y humanidad, para ser cual Cristo aquí en la tierra; dando honor y gloria, ahora y por la eternidad.

Regla # 349
“(Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó.” (1 Juan 1:2)


La más maravillosa experiencia que alguien pueda tener, es encontrarse personalmente con Dios, y recibir el impacto sobrenatural de su amor; una experiencia real que resulta incuestionable ante las evidencias de sus manifestaciones. Quienes hemos tenido esta experiencia, no podemos quedarnos callados; y así no se abrieran nuestros labios para testificar a otros de lo que Dios ha hecho, nuestra vida y el cambio personal resulta tan elocuente, que no puede pasar inadvertido, y es justo dar una explicación lógica y razonable que lo sustente. Cuánto más, y esto es incuestionable, que el cambio no es un proceso de superación personal, sino la evidencia de la intervención divina en nuestra vida.